Pasado, presente y futuro de territorios rurales tras desastres no naturales
Lucas Sebastián Worsdell
En tiempos de crisis, muchos actores descienden sobre comunidades afectadas para imponer sus formas de ser a la población con algún objetivo particular. A menudo, se presentan como salvadores los propios responsables de los desastres. ¿Cómo podemos cambiar las narrativas de las crisis y superar los ciclos de deterioro y opresión? ¿Cómo podemos buscar nuevos caminos hacia el pasado, el presente y el futuro? Explorar estos aspectos y las perspectivas de quienes nos rodean pueden cultivar una imaginación radical que aclare nuestros conceptos de la alimentación, la autonomía y el territorio.
La imaginación es una creación propia, una estimulación de nuestros sentidos, un espacio donde podemos enredarnos y en el que consideramos lo que es posible y lo que pudo haber sido. Informada por nuestras percepciones, nuestra imaginación también está limitada por ellas y utiliza las vías neuronales que estamos acostumbrados a ejercitar, igual que una agricultora está restringida por las herramientas a las que tiene acceso. Cuando se trata de desarrollar, crecer o transformar nuevos caminos para emerger de una crisis, es fundamental recurrir a nuevos instrumentos que cambien nuestra percepción y siembren nuevas imaginaciones. Como el editorial de primavera de 2018 de esta revista describía elocuentemente, «es ahí donde se mueve el arte, entre la percepción y la acción».
En un contexto de crisis— ya sea el huracán María y el malestar social en Puerto Rico, la degradación del medio ambiente y el riesgo de inundaciones en Nicaragua, los brotes de COVID-19 en los Países Bajos o la despoblación rural en Italia— el proyecto Raíces de Soberanía ha comenzado a explorar lentamente la pluriversalidad de la imaginación rural. Para ello, emplea la fotografía analógica y participativa, así como las grabaciones de audio, para comunicar teoría y visiones de la agroecología y la territorialidad, y la imaginación radical del pasado, el presente y el futuro.
Las redes, claves para la difusión del conocimiento y la resiliencia de cualquier sistema agrícola, captadas tan bien aquí durante un curso de Agroecología de Georges Felix-Lancellotti y en esta foto de un participante en Utuado, Puerto Rico 2020.
El proyecto foto-voz está en marcha en Italia. Ovejas ordeñadas de forma mecánica. Umbría, Italia 2021
Escarbar hasta las raíces
En este mundo cada vez más digital, el poder de lo analógico contrasta directamente con las normas y demandas dominantes de la sociedad. Internet rápido, datos rápidos, tendencias rápidas, existencias rápidas. Esta rapidez es discriminatoria, perjudica a lo lento, a lo cíclico, a los procesos iterativos. Por eso, las soluciones que buscamos a la crisis son reduccionistas y lineales. A menudo, no nos tomamos el tiempo de masticar y escarbar hasta las raíces para volver a imaginar lo que es causal y lo que podría ser posible.
Foto-voz es una metodología de recolección de datos que no solo democratiza la ciencia, sino que también ilumina el valor relacional de los participantes con respecto a lo humano y lo no humano en maneras que van más allá de lo que se puede conseguir con la palabra escrita. Fundamentalmente, les otorga el control de la lente con la que percibimos. Se les facilita una cámara de fotos para responder a una pregunta concreta o explorar una determinada línea de investigación. Trabajar con cámaras analógicas cambia el modo en que nos desenvolvemos en el proceso, que se vuelve más reflexivo. Las imágenes son menos desechables (a pesar de que las cámaras lo sean) y hay que pensar en la composición, el encuadre y la relacionalidad. «¿Puedo capturar todo lo que quiero capturar?», «¿este ángulo encarna lo que estoy tratando de comunicar?». Una vez reveladas las imágenes, se entrevista a las participantes sobre cada imagen que tomaron, lo que representa y lo que buscaban comunicar. Las posibilidades de esta metodología van mucho más allá de su proceso científico.
Al jugar con los conocimientos y las perspectivas, empezamos a crear arte. Ecología viene del griego logos (discurso/historia) y oikos (familia/hogar). Al volver a esas raíces, al contar historias sobre nuestras relaciones y nuestro hogar, emprendemos una exploración epistemológica y ontológica del territorio, de cómo nos vemos, nos conocemos y nos contamos tanto hacia dentro como hacia fuera, hacia nuestro hogar. Mediante exposiciones que muestran tanto las fotos como las grabaciones de las entrevistas, se desentrañan los conocimientos locales de los procesos y prácticas ecológicas y se experimenta a través de muchos sentidos. Esto puede aumentar nuestra comprensión del valor relacional de los pueblos acerca de las relaciones ecosistema-humano-no humano dentro de la naturaleza y abrir las perspectivas locales de pertenencia a nuestro entorno, dentro de su pasado, presente y futuro, tejiendo en consecuencia nuevas vías neuronales y fertilizando nuestra imaginación.
Unas manos expertas y experimentadas han fieltrado la lana de las ovejas que pastan en las zonas silvestres de los Países Bajos. Wageningen, Holanda 2020
Un cerdo echa una siesta en el salón. Muchos cerdos viven junto a familias dentro de sus hogares y se crían para comer en ocasiones especiales. El Astillero, Nicaragua 2019
Despertar la memoria, informar del futuro
Los proyectos de foto-voz son herramientas poderosas para la imaginación de las comunidades rurales. En Puerto Rico, el impacto del huracán María fue profundo, los agricultores perdieron enormes cantidades de cultivos; pero crearon una diversidad de redes que ofrecieron apoyo donde las formas más convencionales e institucionales de ayuda se quedaron cortas. La resistencia de los cultivos tradicionales de raíces frente al huracán puso de manifiesto la fragilidad del sistema alimentario colonial de Puerto Rico, impulsado por las exportaciones e importaciones. El proceso foto-voz despertó la memoria de épocas en las que Puerto Rico era mucho más soberano desde el punto de vista alimentario e informó a las personas sobre su visión del futuro. En Nicaragua, la relación de la gente con la naturaleza dio lugar a hermosas fotos de una comunidad en acción, que habita un paisaje desafiante para forjarse un medio de vida.
Como parte de mi trabajo de máster en la Universidad de Wageningen (Países Bajos), exploré los efectos del coronavirus en el sistema alimentario local, las causas, el impacto y las teorías de cambio de los pueblos. Ahora, en Italia, el proyecto «Raíces de soberanía» está tomando forma poco a poco en todo el país, recogiendo historias del pasado, el presente y el futuro de la agroecología y sus territorios, a partir de una amplia gama de colaboraciones, desde proyectos de investigación internacionales hasta okupas, agricultores de granos antiguos o pastores inmigrantes. Nos ha conectado con redes increíbles de conservadores de semillas, activistas y movimientos sociales, y nos ha ayudado a documentar y mapear iniciativas que darán forma a los paisajes del futuro sistema alimentario.
Policultivos mentales
El futuro debe ser un espacio que permita activar continuamente múltiples mundos y formas de ser alternativas.
Lo más fascinante de estos lugares y proyectos es lo similares que son entre sí, a pesar de sus diferencias. En los cuatro casos, las comunidades rurales se han visto afectadas por un entorno político hostil que no apoya los sistemas alimentarios locales. Al contrario, estas políticas y subvenciones socavan simultáneamente la producción, la transformación y la distribución locales al dar prioridad a los sistemas globales de exportación e importación. Esto se ve agravado por la dificultad de acceso a la tierra en Puerto Rico, Nicaragua, los Países Bajos e Italia y una ruptura metabólica con la naturaleza, la sociedad y el individuo que ha cortado muchas de nuestras relaciones. Sin embargo, estas comunidades rurales resisten y emplean su imaginación radical para seguir existiendo. Las redes de estos espacios también buscan aumentar su autonomía a través de grupos de trabajo de apoyo mutuo o la organización colectiva para abrir un mercado campesino local. Estas redes proveen sistemas alternativos de apoyo, donde las instituciones se han quedado cortas, proporcionando alimentos y ayuda, así como espacios educativos inclusivos y diversos. En las entrevistas se constata un claro consenso sobre el futuro como un espacio que permita activar continuamente múltiples mundos y formas de ser alternativas. Las comunidades pueden utilizar el poder de la diversidad y la diferencia, las herramientas y los principios de la agroecología para apoyar su autonomía y su imaginación y construir el territorio de una manera que realmente pueda impulsar el cambio.
Aquí es donde un proyecto como «Raíces de soberanía» puede encontrar su poder. En Puerto Rico, un par de agricultores hablaron de cómo su participación en el proyecto transformó su idea de la ciencia. Con una cámara en la mano, la ciencia se convirtió en algo en lo que podían participar y los territorios se convirtieron en algo que, de alguna manera, tenían el poder de definir. Al desentrañar lo que tenían ante sí los participantes, los límites entre el pasado, el presente y el futuro se difuminaron, y las fotos captaron su historia y su visión. Organizamos una exposición y convertimos la finca en una galería. Fue una experiencia increíble, democratizó la ciencia y abrió un espacio para la imaginación colectiva y el proceso de visión de un territorio, cambiando activamente nuestra narrativa de las crisis, la ruralidad y la degradación. La esperanza es recoger estas experiencias en un espacio, junto con otras obras similares, para comunicar la importancia de la diversidad de sistemas alimentarios locales. La imaginación radical del campesinado tiene una capacidad extraordinaria para comprometerse con los sentidos, reinventar los sistemas, redefinir la acción y hacer crecer un nuevo futuro frente a las crisis multifacéticas. Debemos colectivizar estas visiones sin adueñarnos de ellas. Debemos crear un espacio donde la imaginación pueda seguir existiendo en las pluralidades y hacer crecer la cooperación mientras se cultivan policultivos de la mente y la solidaridad.
El objetivo del proyecto «Raíces de Soberanía» es compartir estas historias, unas junto a otras, con grabaciones de audio y fotografías para comunicar estas visiones en el contexto de la teoría y la política, pero sobre todo, de la cultura. Al fin y al cabo, se trata de un arte que tiene el poder de conmover. Dale a una persona un pescado y podrá comer durante un día, dale una cámara y podrás ver su mundo, de dónde viene y a dónde irá.
Lucas Sebastián Worsdell
Raíces de Soberanía y Casa Congo