Tierra de Campos. Villaherreros (Palencia). Foto: Joaquín Vila
Tres ingredientes de diferente composición, textura y color. No los hemos mezclado en estas páginas porque ya están mezclados. En todo caso, hemos intentado separarlos para mirarlos con atención y entender la potencialidad de sus sinergias.
El arte es un concepto amplio, probablemente ilimitado. Como decía la activista chicana Gloria Anzaldúa, los pueblos indígenas no separaban lo artístico de lo funcional, lo sagrado de lo secular, el arte de la vida cotidiana. Seguro que sucedía algo parecido en nuestras antiguas culturas campesinas cuando se cantaba, se contaban historias arraigadas a los lugares o se celebraban de manera particular y única las siembras, cosechas o cambios de estación. Miramos al arte desde esta perspectiva abierta y arraigada en la tierra, y nos acercamos particularmente a su capacidad de transformar a quien mira y a quien crea. «La capacidad del relato de transformar a quien narra y a quien escucha en algo o alguien distinto, es chamanística. La persona que escribe, como ser cambiante, es un nahual, un chamán».
La transformación social es un proceso complejo en el que el papel de lo invisible, de lo simbólico, es clave para conectar razonamientos o transmitir motivación. Es ahí donde se mueve el arte, entre la percepción y la acción, por eso necesitamos a las personas creadoras y artistas para provocar cambios en la economía, para repoblar las aldeas, para valorar la diversidad.
Abrimos con una reflexión de Marc Badal sobre la cultura y los pueblos. Como este tema requiere una dosis especial de subjetividad, nos ha parecido apropiado que otra de las piezas para abordarlo sea un diálogo entre seis personas ligadas al mundo del arte y al medio rural. Esperamos que la posible abstracción de sus palabras se complemente con las experiencias prácticas que, de forma resumida, salpican las páginas. También hemos recogido los testimonios de personas que viven de la música de una manera comprometida y sincera, con formas muy diferentes de hacer. Por último, hemos querido incluir la cultura alimentaria dentro de nuestro acercamiento al arte, y reflexionar sobre la comensalidad y sus formas de generar comunidad.
«En pie de espiga» viene con una entrevista a dos profesionales y activistas de la sanidad rural: médica y enfermero. Nos preguntamos qué pasa con la soberanía alimentaria en pueblos desplazados y robados de otras soberanías, como el saharaui, y las implicaciones de la «ayuda alimentaria» internacional. Y entramos en las vidas de las personas que integran la Cooperativa Terra de Pa en Valencia, que nos dan pistas de la puesta en práctica de la economía feminista.
Queremos compartir que la revista está en un proceso de revisión interna y de cambios. Cada publicación es el resultado de numerosas consultas, debates y aportaciones. En cada número se construyen y consolidan conexiones con colectivos y personas, con experiencias prácticas y gamas de saberes que van de lo popular a lo científico, que buscan despertar y alimentar debates. De alguna nueva manera queremos mejorar en apertura y horizontalidad y que la estructura interna lo refleje. Si colaboráis en este proyecto, pronto recibiréis más noticias.
Esperamos que disfrutéis este número como desde aquí hemos disfrutado y aprendido haciéndolo.