Apuntes básicos sobre cómo dinamizar debates entre sector primario, ecologismo y Administración pública
Markos Gamboa
Siempre que asisto a debates que intentan acercar posturas entre estos agentes, me encuentro varias situaciones comunes que impiden el acercamiento por puro desconocimiento de la otra parte.
Sector primario y medio rural
Al medio rural en general se le ha estigmatizado desde los años sesenta en medios de comunicación. Comediantes varios trataron de incultos y brutos a los aldeanos y las aldeanas, pues la «modernidad» y la «cultura» estaban en las ciudades.
Más tarde, al aparecer los supermercados y las plataformas de intermediación alimentaria entre campo y ciudad, las sociedades urbanas olvidan a las personas que producen sus alimentos, ya que pierden contacto directo con ellas. Así, tras tildarlos de brutas, se les abandonó a su suerte, la suerte del mercado capitalista.
La entrada en la CEE-UE centralizó las decisiones sobre producción alimentaria en Bruselas, perdiendo así la autonomía de cada territorio y cada estado, cediendo el control sobre los modelos de producción, distribución y comercio a macroempresas globalizadas a base de dinero público. Este modelo productivo ecocida, el que predomina en la actualidad, es uno de los factores que ha incidido sobre el deterioro ambiental del medio natural, los procesos de desertificación y la pérdida de biodiversidad.
El sector primario se vio empujado a adoptar estos modelos productivos gracias a la presión que la industria agroalimentaria global ejerció sobre los gobiernos y a una campaña descomunal de marketing sobre el aumento de la producción que resultaba de emplear maquinaria, fertilizantes y fitosanitarios. Al mismo tiempo, la industria agroalimentaria se encargaría de fijar precios de compra y controlar la distribución y la comercialización de la producción alimentaria. Hoy está en manos de fondos de inversión.
Y ahora que la sociedad se empieza a dar cuenta de que el territorio está en una grave crisis ecológica (y en consecuencia socioeconómica) nos es muy fácil señalar a las personas trabajadoras del sector primario industrializado como culpables de nuestros males. Primero nos reímos de ellas, luego las abandonamos y ahora las señalamos como culpables. Si a mí me llamas tonto, luego me abandonas y después me echas la culpa de todo, pues ¿qué quieres que te diga? Lo que me brota es mandarte a la mierda, porque es muy injusto.
Ahora bien, es un hecho que el modelo implantado en el sector primario, a base de subvenciones que mantienen a una buena parte del sector, ha creado una comodidad desmesurada. La PAC ha conseguido que una buena parte del sector no tenga formación. Los productores buscan «gestionar» más superficie para cobrar más dinero en vez de mejorar la gestión de esas superficies para mejorar la calidad y sanidad de sus tierras. El modelo imperante les empujó a ello y en el ámbito del consumo rematamos la jugada. Las consecuencias están aquí: agricultores que saben más de maquinaria que de tierra porque no se les ha dado formación. Y si la tienen, la han recibido orientada al modelo agroalimentario impuesto. Todo mal.
Siendo justo hay quien en el sector primario nunca ha asumido estas prácticas y también quien, con el tiempo, ha sabido ir cambiando este modelo ilusorio y suicida. Hay actividades valientes, aunque lo que no abunda son los cambios de modelo, seguramente por desconfianza, falta de visión, comodidad u otras circunstancias. Pero hay que apelar también a la responsabilidad de los agricultores y a su capacidad de ir más allá de la queja y la victimización.
Ecologismo
El ecologismo es tan necesario como comer, como el agua que nos da la vida. La protección y conservación del medio que nos sustenta es gracias a las organizaciones ecologistas que llevan siglos luchando contra la degradación del medio. Sin ecologistas, la agricultura sostenible morirá. Pero…
Generalizando, el profundo desconocimiento que tiene el ecologismo sobre el sector primario y la sociedad rural es un factor que le impide diseñar hojas de ruta realistas y viables por su cuenta; mucho menos desde el ecologismo urbano de despacho, alejado del medio natural y rural.
¿Cómo vamos a aceptar propuestas de cambio en un sector que no se conoce integralmente? Mala manía esa de meterse en casa ajena y comenzar a juzgar sin conocer ni preguntar. Necesitamos ecologistas en el sector primario y agricultores en el ecologismo.
Para poder integrar ambos frentes (porque ahora lo son literalmente) primero necesitamos conocer a base de escuchar y entender a base de empatizar tanto de uno como de otro lado. Es vital enlazar e integrar estos dos agentes socioeconómicos que son la base de nuestra economía.
Administraciones públicas
Dependientes de la UE (Bruselas dicta las políticas alimentarias) y la OTAN (geoestrategia global por los recursos y por el comercio y la distribución de estos), las administraciones públicas no son ejemplo de buena gestión precisamente. La deuda española está en su máximo histórico. Ni en Europa, ni en España, ni en ninguna autonomía, ni provincia, ni pueblo, la economía circular es una referencia. Y así nos va.
Su mayor reto hoy sería la valentía. Valentía para decir NO a lo que no nos conviene. Valentía para ser honestas y explicarnos las crisis que padecemos, sus orígenes y escenarios próximos, que no son nada halagüeños. Valentía para presentarse a las jornadas que se preparan desde los movimientos sociales y dar la cara. Valentía en las acciones.
¿Qué necesitamos?
Pasar de los parches a los cambios estructurales. Algunos ejemplos:
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- Una nueva PAC que apoye producciones agroecológicas adaptadas a cada territorio y con una óptima gestión de sus recursos limitados, que sea concedida por eficiencia energética y productiva y no por su presupuesta gestión.
- Personal profesional que dinamice e integre sector primario y ecologismo para acercar posturas y frenar la brecha social existente.
- Importantes fondos públicos para inyectar en los modelos de producción, distribución y comercio agroalimentario que aporten significativos servicios ecosistémicos mediante diseños integrales agroecológicos y que puedan sostenerse con los recursos y circunstancias de cada biorregión.
- Planificar mediante pactos de estado a treinta años vista para recuperar nuestro diverso y maravilloso medio natural con la firme intención de preservar toda forma de vida, ahora amenazada por la geoestrategia global y el cambio climático.
Nos necesitamos todas y todos. Integrémonos, aunque duela al principio, pues seguro vamos a discutir. Pero que las diferencias no nos separen. Hablemos, empaticemos y pongamos soluciones. Caminemos juntos, nos va la vida en ello, literalmente.
Agroecología y Ruralidad.
Markos Gamboa
Formador en sistemas alimentarios agroecológicos