Conversatorio

Sergio S. Taboada

Una terrible amenaza se cierne sobre el corazón de Galicia, en su mismo centro geográfico. La gigafactoría de celulosa que pretenden instalar en la comarca de A Ulloa es la mayor agresión al territorio que se haya podido concebir jamás. Pero mientras los poderes políticos y económicos piensan condenar a sus habitantes a 75 años de despojo y ecocidio, los pueblos organizan su resistencia. Visitamos la plataforma Ulloa Viva, en su local de Monterroso, para conocer esta singular experiencia de lucha.


 
Conversatorio Pablo

Marta Gontá (presidenta y vocera)

Tengo 34 años. Nací en Antas de Ulla, vivo en Monterroso y trabajo en Palas de Rei como programadora. Viví en una aldea hasta los 18 años, después me marché y finalmente decidí regresar a mi tierra. Nunca he formado parte de ningún colectivo, empecé en esto a partir de una reunión vecinal en la que sentí que debía de involucrarme. La plataforma me ha hecho descubrir que, en mi familia, tal vez siempre fuimos ecologistas y sostenibles sin planteárnoslo.

Conversatorio Sara

Xurxo Mouriño (miembro del Grupo Técnico)

Soy biólogo. Nací en Vigo hace 56 años, pero llevo 30 viviendo en A Ulloa, donde llegué por un proyecto colectivo (A Casa da Terra), conecté con mis ancestros campesinos y me introduje en redes agroecológicas gallegas. Trabajo haciendo estudios de biodiversidad y tengo un vínculo muy especial con el lugar en el que quieren instalar la fábrica de celulosa. Desde que era joven formo parte del movimiento ecologista.

Conversatorio Emiliano

Zeltia Laya (vocera y miembro del Grupo de Política)

Soy de Melide. Licenciada en Filosofía y profesora en el instituto de Vila de Cruces. Tengo 36 años. Aunque pasé mucho tiempo fuera (Barcelona, París, Santiago…), ahora vivo en Palas de Rei, junto con mi pareja y mi hija. Hacemos un gran esfuerzo por habitar el rural respetando el medio, cultivando nuestra huerta y construyendo una casa pasiva. Me emociona poder disfrutar de este territorio y me angustia verlo amenazado.

Conversatorio Feliciana

Alejandro García (miembro de Agolada Viva)

Nací en Agolada hace 49 años. Hace 8 decidí regresar de Barcelona para dedicarme a la ganadería extensiva. Tengo una explotación de vacas de raza cachena (Cas Fidalgo). Soy miembro de base de la plataforma y también apoyo creando algunos contenidos musicales en las redes sociales, como el «Rap de Altri».

 

Tal y como nos cuentan Marta, Xurxo, Zeltia y Alejandro, Ulloa Viva nace de la pura necesidad de autodefensa de los pueblos. Ante las primeras noticias publicadas en prensa (2022), tuvo que ser un grupo de vecinas y vecinos el que investigara en qué consistía el proyecto que prometía casi tantos empleos como habitantes tiene el municipio donde pretende instalarse (Palas de Rei: 3414 habitantes). [1] La alarma provocada por la opacidad y el silencio administrativo hizo que cada vez acudieran más personas a las reuniones. Este pequeño grupo inicial creció a toda velocidad conforme evolucionan los acontecimientos. Actualmente, la plataforma cuenta con 1.124 personas inscritas, numerosos grupos de trabajo por áreas y una extensa red territorial de Grupos Vivos que se crean espontáneamente para dar apoyo a la plataforma. Debido a que el impacto ambiental previsto afectaría todo el curso del río Ulla hasta su desembocadura (ya afectado gravemente por otras fuentes de contaminación como la mina de Touro-O Pino), se han logrado vertebrar alianzas inéditas entre los territorios rurales del interior y la costa, uniendo a personas labregas, pescadoras y mariscadoras e involucrando desde el principio a otros colectivos vecinales como la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA).

 
   Esta forma flexible e intuitiva de organizarse ha permitido congregar a una gran diversidad de personas generando múltiples sinergias.   
 

Su estructura es muy similar a la de un ecosistema, que nace en la comarca de A Ulloa y se expande por toda Galicia. El grupo inicial (Grupo Semente), ha evolucionado hasta conformar el Grupo Tractor, por el que fluyen numerosas personas en función del nivel de actividad y compromiso que puedan asumir en cada momento, de modo que lo que se acostumbra a denominar Directiva consiste en un espacio poroso y dinámico, con capacidad para establecer múltiples conexiones, alianzas y colaboraciones. Por su parte, los Grupos Vivos que se han ido formando, tanto en las principales ciudades como en numerosas comarcas rurales, gozan de plena autonomía, lo que permite diseñar acciones adaptadas a las necesidades y capacidades de cada territorio. Esta forma flexible e intuitiva de organizarse ha permitido congregar a una gran diversidad de personas generando múltiples sinergias. Una de las cuestiones en las que más insisten es en su independencia y carácter apartidista, lo que ayuda a evitar injerencias externas y permite una participación muy transversal y libre, sin impedir la colaboración con todo tipo de organizaciones (agrarias, ecologistas, culturales, políticas, etc.). Además, la plataforma distribuye los liderazgos y su exposición mediática con múltiples portavocías. Su resultado más impactante fue la movilización del 26 de mayo, a la que acudieron 20.000 personas para llenar las calles de Palas de Rei al grito de: Altri non!

Datos del proyecto gama

Empresa: Altri-Greenfiber

Impacto ambiental previsto:

    • 366 ha de superficie de altísimo valor ecológico ocupadas por las instalaciones.
    • 12,5 km de fincas agroganaderas atravesadas por la captación de agua.
    • Vertido de 30.000 m3 diarios de agua contaminada al río Ulla.

La temperatura y los residuos del vertido afectarían a todo su curso y, por lo tanto, a todo el sector primario costero (pesca y marisco).

    • Chimenea de 75 metros de altura para expulsar 8,7 toneladas diarias de azufre reducido, óxido de azufre, óxido de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado.

Consumo previsto:

    • 1,2 millones de toneladas de eucaliptos al año.
    • 46.000 m³ de agua diarios.

Producción anual prevista:

    • 60.000 t de lyocell (tejido que se publicita como sostenible).
    • 200.000 t de celulosa soluble.
En una segunda fase, para la que aún no se ha publicado el proyecto, estas cantidades podrían aumentar hasta 200.000 t de lyocell y 400.000 t de celulosa.
 

 

  ¿Cuál es la estrategia de la plataforma? ¿Cómo consigue involucrar a tanta gente?

Marta: La base sobre la que pivota todo es el sentido común. Este territorio para nosotras es nuestra casa, entonces, están atacando directamente nuestra casa. Nadie quiere eso. Simplemente estamos defendiendo el territorio en el que vivimos y un modelo socioeconómico que nos proporciona una calidad de vida alta que hemos conseguido entre todas, y a la que no vamos a renunciar.

 
   Este territorio para nosotras es nuestra casa, entonces, están atacando directamente nuestra casa. Nadie quiere eso.   
 

Zeltia: Hay una cuestión: tener que reivindicar constantemente que somos vecinos y vecinas. Porque muchas veces, en las entrevistas de radio, emplean el pin-pon mediático de «sois satélites de non-se-quién». Eso es lo que más cuesta. Y no solo por parte de los partidos políticos. Nosotras no somos un sindicato ni una agrupación ecologista ni un partido. Somos personas que nos autoorganizamos, mejor o peor. Entonces, a la hora de colaborar con otras organizaciones, me parece muy importante delimitar siempre ese ámbito de actuación. Es una de las cosas que hace que se apunte más gente que se siente identificada con la lucha, y no con nada más, con ninguna bandera, con ningún logo. Eso es algo que es importante mantenerlo y creo que es una de las causas del éxito.

Alejandro: La plataforma aglutina gente de todos los colores políticos. No creo que hubiera una estrategia, fue orgánico, fue adaptándose a los tiempos, cuando fueron sacando públicamente el proyecto para poder hacer las alegaciones, etc. Pero sobre todo hay un movimiento vecinal. Nunca hubo un movimiento de este tipo aquí, es un hecho histórico. También es importante la autonomía de los grupos locales. Si tienes muchos grupos locales, cada uno en su ámbito, al final tienes mucha fuerza, sacas músculo. La respuesta es clara: la magnitud y la agresividad del ataque. Nunca nos enfrentamos a algo de esta envergadura. Eso da miedo y también hace que la gente despierte.

 
   Nosotras no somos un sindicato ni una agrupación ecologista ni un partido. Somos personas que nos autoorganizamos.   
 

Xurxo: Claro, los seres humanos, ante las dificultades comunes, nos unimos. Más tarde confluyeron una serie de ingredientes, de gente tanto nativa como de fuera. Muchas veces las dinámicas locales son las típicas dinámicas servilistas del país. Es decir, hay una dominación, un caciquismo, que hace que predomine el «vamos a hacerles caso, para seguir disfrutando de las migajas que nos dan».

  ¿Qué es lo que diferencia a la plataforma de las habituales luchas ecologistas?

Xurxo: Funciona de un modo distinto. Primero, porque no es una lucha ecologista; es decir, bebe de ella, pero es una lucha vecinal, donde se incorpora desde gente que tiene una conciencia ecologista hasta gente que es como esos indígenas que dicen que no son ecologistas y, sin embargo, viven el ecologismo. Tradicionalmente hay un ecologismo que intenta usar los recursos naturales sin abusar de ellos, para seguir teniendo para los hijos. Esto se fue perdiendo, pero bebemos de esa base y, en cierta medida, las personas mayores conectan con eso. Igual que luchamos para que ningún partido nos absorba o protagonice la lucha, también en ciertos momentos se nos quiso descalificar como “los ecologistas”. Siempre quieren enfrentar, cuando verdaderamente hay una base común. Hay que hacer ver que nuestros bisabuelos, o abuelos, eran ecologistas.

Alejandro: Es que tendemos a pensar que la gente del pasado era gente inculta, sin sensibilidad medioambiental. No, no, en aquella época conocían todos los pájaros, conocían todas las plantas, conocían todos los árboles, era gente que también amaba su hogar.

 
   Siempre quieren enfrentar, cuando verdaderamente hay una base común. Hay que hacer ver que nuestros bisabuelos, o abuelos, eran ecologistas.   
 

  En la Ulloa aún pervive cierta cultura labrega, pero también hay gente más joven que decidió regresar a sus orígenes.

Zeltia: El hecho de que decidamos venir al rural hace que pase algo, que ahí suceda algo.

Marta: Eso es importantísimo, porque decidimos vivir aquí, no es impuesto, no es porque no tuviéramos otra oportunidad, como nuestros abuelos. Muchas veces se piensa que quien se queda en la aldea es porque no vale para otra cosa o porque no tiene otra opción. No, ahora quien se queda es porque quiere, y porque vive bien. Eso es lo que estamos defendiendo: queremos vivir bien, ya lo estamos haciendo, y por eso nos sobra Altri.

Alejandro: También somos una generación diferente, que se encuentra, seguramente por primera vez, con una agresión de este tipo. Hasta los años 80, en este país no se podía salir a la calle a protestar. Eso también es algo que puede tener influencia.

Zeltia: Con el paso de estos años en la plataforma encontré a gente que no conocía y que vivía muy cerca. El hecho de salir de las madrigueras y encontrarnos de repente hace que la lucha se magnifique, porque al final nos dimos cuenta de que éramos mucha gente con muchas cosas en común, pero no teníamos información de que existíamos.

 
   Al final nos dimos cuenta de que éramos mucha gente con muchas cosas en común, pero no teníamos información de que existíamos.   
 

Marta: Se trata de salir del individualismo. Hay una conciencia colectiva, amamos este territorio porque tenemos un arraigo muy profundo con él… y no nos da la gana dárselo a nadie. Es algo sentimental, una responsabilidad con nuestros ancestros, y también una obligación con nuestros hijos.

Alejandro: Hay una parte de gente que se moviliza, independientemente de ideologías, cuando está en juego la salud de sus hijos y sabe que esa fábrica va a estar 75 años ahí, que va a expulsar 8,7 toneladas diarias de sustancias contaminantes. Cuando empecé a conocer el proyecto me parecía una broma. ¿350 ha de superficie? Y justo en el medio, para repartir bien el humo y que llegue a todas partes.

Marta: Y que consume eucalipto, con todo lo que eso conlleva. Y que digan que nos traen el progreso… Qué risa, ¿eh? Eso ya es un insulto.

Manifestación multitudinaria de Palas de Rei, en mayo de 2024. Foto: Plataforma Ulloa Viva

  En el mes de mayo, el Grupo de Productoras publicaba un comunicado para defender la producción agraria sostenible. ¿Cuál es su papel en la plataforma?

Alejandro: Somos una parte importante. Hay gente labrega en la directiva, en todos los ámbitos. Además, es un sector muy agredido. La producción ecológica va a sufrir una agresión muy importante.

Marta: Entre los concellos más afectados hay unas 1.700 granjas. En total, en la comarca de A Ulloa, somos 8.000 vecinos. Evidentemente tienen un peso grandísimo.

Alejandro: Es que piden 250 millones de euros públicos. Otro insulto para el sector. Aquí se estuvieron solicitando ayudas para poner en marcha proyectos interesantes, por ejemplo, diversificar cultivos, y no se consiguieron. Les llevan negando la concentración parcelaria —que supone un millón de euros— más de diez años. A mí, como ganadero en extensivo, que empecé desde cero y no tuve ni una sola ayuda, también me toca la fibra, porque sí que hay ayudas para otro tipo de granjas, las intensivas, a las que subvencionan hasta el 50 % de la inversión. Es todo un negocio turbio. Y ese es el modelo por el que se apuesta: eucaliptos, granjas intensivas… Así vamos.

Xurxo: El número de iniciativas ganaderas que se están movilizando activamente es pequeño. Son cinco o seis que, precisamente porque no le deben favores a nadie, se posicionan. Sin duda hay muchos más ganaderos preocupados, pero que no se atreven a manifestarse abiertamente. Pero bueno, estamos haciendo…

 
   Tenemos ese reto de futuro, aprovechar esa inercia para crear una estructura que sirva como autodefensa, porque van a venir más amenazas.   
 

  ¿Qué les diríais a las lectoras que enfrentan situaciones similares en sus territorios?

Marta: Primero, que no lo vean como algo individual, sino como una amenaza colectiva. Porque una persona sola no hace nada, pero todos los vecinos juntos sí, y se va a ver aquí en cuanto paremos Altri.

Zeltia: Lo estamos viendo, ¿no? Dónde dan las ayudas públicas, dónde no. Es el modelo capitalista, que cada vez llega a lugares más recónditos, y de repente ponen un cartel con un neón luminoso que dice: BIENVENIDOS.

Xurxo: Todo esto lo quisieron meter como ejemplo de economía sostenible. Está claro que hay un engaño de fondo y el capitalismo se viste de sostenibilidad. Y de eco, bio…, todos los prefijos que le quieras meter.

 
   Lo que duele es ver que tenemos a la administración completamente vendida. Y atacándonos como nos atacan y como nos descalifican.   
 

Marta: Cuando empiezan a aparecer todos esos adjetivos de manera repetida en un proyecto grande, y muchos puestos de trabajo…, desconfía automáticamente.

Alejandro: Y si viene la administración de la mano de la empresa que quiere hacerlo, desconfía y preocúpate. Están ahora mismo con una campaña informativa, bueno, desinformativa, brutal.

Marta: En Portugal, Altri se hizo con un grupo de comunicación… y se acabó el problema de que se hablara mal de ellos.

  ¿Cómo es el impacto emocional que se sufre? ¿Cómo se gestiona?

Marta: Es muy duro, porque defendemos algo que es básico y que debería venir dado por la administración. Pero no, todo el tiempo palos en las ruedas. Entonces, a veces descargamos la frustración con nuestros compañeros o con nuestros familiares más cercanos, también me persigue la idea de que el tiempo que dedico a esta lucha es tiempo que le quito a mi familia.

Xurxo: Surgen roces humanos que estamos intentando gestionar de la mejor manera posible y, aunque es duro, está más que recompensado por la respuesta colectiva. Tenemos ese reto de futuro, aprovechar esa inercia para crear una estructura que sirva como autodefensa, porque van a venir más amenazas.

Alejandro: Fue muy emocionante la manifestación del 26 de mayo. Los días posteriores creo que todos estábamos con los sentimientos a flor de piel. Aunque sea un contrasentido, gracias a Altri está surgiendo algo importante aquí.

Zeltia: En el ámbito familiar, a veces sí que es un cuestionamiento un poco intenso. Hay momentos de dudas, porque estás con movidas personales y compaginarlo todo es muy difícil. A veces hay poco cuidado entre nosotros, pero lo reconocemos, entonces es positivo, es una cuestión que sí que se reflexiona y se intenta mejorar. Cada vez me doy más cuenta de lo importante que es cuidarnos.

Alejandro: Lo que duele es ver que tenemos a la administración completamente vendida. Y atacándonos como nos atacan y como nos descalifican… Al principio me sorprendió porque yo no sabía que venían tan de la mano. Ese servilismo, tener a la administración al servicio de una empresa… Me duele porque entiendes que debería funcionar de otra manera, gobierne quien gobierne.

Marta: Una cosa que me hace sentir bien ahora es que Ulloa Viva es un agente que está a la altura de la Xunta o de Greenfiber. Eso costó muchísimo. Era impensable al principio. Te hace sentir muy bien, porque quiere decir que lo que hicimos hasta ahora sirvió. Y tenemos un nombre. Y no pusimos dinero para eso. El dinero tiene mucho valor, pero hay otras cosas que tienen más valor… y esa es una lección que queremos dejar.

 
   El dinero tiene mucho valor, pero hay otras cosas que tienen más valor... y esa es una lección que queremos dejar.   
 

  ¿Cuáles son las perspectivas de futuro?

Marta: La opción de que venga no la veo, eso es imposible, no se va a instalar.

Zeltia: Yo tampoco lo imagino. Ni quiero imaginarlo. Es como una licencia personal, no me permito pensar en eso.

Xurxo: Yo veía esa amenaza cada vez que iba por allí. Me he planteado muchas veces cómo sería. Ya viví otras destrucciones de espacios naturales, esa frustración, pero ahora llevo 10 meses sin permitírmelo. Veo la fuerza que tenemos… y vamos a por todas.

Alejandro: Yo tampoco me planteo un futuro con Altri. Es incompatible con nuestra vida. Quiero pensar que este germen de la plataforma va a enraizar y va a dar sus frutos. Para hacer comunidad, que también nos hace falta. Algo que se perdió en la Galicia rural es ese trabajo en comunidad, as rogas que se hacían para trabajar en las aldeas, para ayudarse entre los vecinos. Pero sobre todo dará frutos en dejar de sufrir amenazas. Que nos dejen en paz una temporada. Porque si no son los eólicos, son las minas, si no son las celulosas… Tenemos ya de todo eso en abundancia.

Marta: Creo que hay que ser positivos en que las luchas sociales se pueden ganar. Al principio llegas a ellas un poco derrotada; pero, poco a poco, eso va cambiando. Hay que cambiar esa actitud. Cuando estaba Zeltia en Bruselas reclamando que no se financiara el proyecto, paré en un bar a tomar un café y había gente hablando del tema: «Y fueron a Bruselas, ¿eh?, al final aún lo van a parar», decían. (Risas)


[1]    Aunque la promesa inicial se redujo finalmente a 500 empleos.

Sergio S. Taboada
Revista SABC

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