Mariona ESPINET y Germán LLERENA
La Agroecología se está abriendo camino en nuestro mundo y en nuestro imaginario, de eso no hay duda. En el ámbito educativo, y concretamente en el escolar, también. En nuestro contexto local aparecen diversas experiencias de lo que llamamos agroecología escolar. Este artículo las quiere contar.
TODO LO QUE UN HUERTO PUEDE ENSEÑARNOS
En los centros escolares, los huertos tienen ya historia. En los años 1970-80 existían diferentes experiencias de huertos escolares, preocupadas mayoritariamente por la pérdida de contacto del alumnado con la producción de alimentos. Se planteaban como proyectos de conexión con el mundo rural, que se iba reduciendo drásticamente, y con los ciclos biológicos de las plantas.
De hecho, un huerto dentro de un centro escolar es un ambiente privilegiado para trabajar con procesos ecológicos, fuertemente intervenido por las actuaciones de los grupos, afectado por los factores abióticos, escenario de relaciones ecológicas múltiples, sobretodo si se introducen las asociaciones entre plantas y otros planteamientos de la agricultura ecológica. El huerto escolar es una puerta privilegiada para que entre la ecología en la escuela.
Permite observar el desarrollo de los ciclos naturales, pero también experimentar con diversas posibilidades. Ello se debe aprovechar para plantearse cómo planificar, cómo tomar decisiones sobre lo que se hará, cómo compartir lo que se aprende, expresar lo que se espera y organizar los pasos a seguir. Es decir, permite entrar de lleno en el terreno de la comunicación, el lenguaje y el trabajo cooperativo. El arte, el apoyo informático, el relato o el lenguaje científico pueden desarrollarse a través del proyecto del huerto. Además, es el escenario perfecto para una tecnología artesanal significativa, para introducir el trabajo manual en una educación demasiadas veces teórica.
El fruto del trabajo en el huerto nos conduce hacia fuera de su espacio. Hacia la cocina, como alimento para compartir en el comedor, puede ser el vehículo para trabajar la salud. Hacia las familias del centro educativo, fomenta los vínculos de la comunidad escolar; como por ejemplo con la organización de turnos de trabajo semanales para el mantenimiento del huerto en verano. Hay centros que llevan su producción a mercados, lo que puede ayudar a pensar en términos económicos. Otros están trabajando con ganas de llevar productos a comedores sociales, que se abren ahora con más frecuencia que antes.
Y tantos caminos hay hacia fuera como hacia el huerto. Durante las crisis del agua que se han vivido en los últimos años, comedores escolares y muchas familias recogían el agua que no consumían para que se pudiera regar el huerto escolar. Los materiales necesarios a menudo llegan del entorno social inmediato, así como semillas que llegan de bancos de variedades autóctonas.
Además de la ecología y la tecnología, con estos flujos de entrada y salida, el huerto escolar ecológico permite conexiones sociales. Las semillas pueden llegar con historias de esfuerzos colectivos de recuperación, en una coyuntura de pérdida de biodiversidad cultivada. Se establece así el compromiso de un grupo o un centro con estas luchas. También llegan cursos de técnicas ecológicas abiertos al municipio, colectivos que realizan prácticas de jardinería, planes de ocupación laboral, visitas de otros grupos que tienen su propia experiencia o alumnado de secundaria que ha estudiado las leyendas locales agrícolas, la manera de utilizar plantas aromáticas o de guardar semillas, y se disponen a hacer formación para los cursosde primaria o educación infantil.
El huerto escolar ecológico es un proyecto que puede desarrollar la educación infantil, con huertos de mesa o en el suelo, todos los cursos de la primaria o de secundaria, incluyendo por ejemplo los trabajos de investigación de bachillerato. Además acogen muy bien a estudiantes en prácticas, sean de módulos profesionales o cursos universitarios, relacionados habitualmente con la didáctica o con las ciencias ambientales. De manera que permite planteamientos a largo plazo.
Para ello, la coordinación y el trabajo en red del profesorado es imprescindible. Ello incluye formación, incorporación total o parcial de educadores/as agroambientales, organización interna en comisiones de trabajo, colaboración entre instituciones o diálogo con el sector campesino. De manera que todo debe reordenarse, incluyendo diversas relaciones laborales.
Esta complejidad de situaciones es la que llamamos agroecología escolar, la agroecología que hacen los centros escolares. Su objetivo es educativo más que productivo, y su importancia es evidente. Creemos que hay que apoyar a la escuela en este esfuerzo, que se reconozcan como nuevas fincas agroecológicas; diferentes, pero imprescindibles.
Las semillas escolares
Los diferentes centros e instituciones que en Sant Cugat, trabajan la Agroecología Escolar, propusieron realizar una experiencia de recuperación de variedades autóctonas. La idea era que llegaran las semillas de la mano de personas e historias de recuperación: Alfons, de la asociación agroecológica Ortiga, aportó a un centro su fava Mutxamel; un grupo escolar fue a conocer Les Refardes y hacerse con otras variedades; otras semillas llegaron a una clase en una carta, procedente de otra escuela, con la recomendación de que las cuidaran, etc.
Las semillas tienen una historia que permite cruzar las ciencias sociales y las ambientales.
En el vídeo Apadrinament Faves Reina Mora el alumnado de la escuela Collserola explica su experiencia con el ciclo de la “fava Reina Mora”. Os lo recomendamos.
Las investigaciones en agroecología escolar
En bachillerato, el alumnado debe realizar una investigación útil a su entorno. Pensando en la lucha contra los transgénicos, un grupo se centró en la biodiversidad cultivada y las técnicas de cultivo del campesinado del municipio. Después de descubrir que los sellos de “producto ecológico” no preguntan sobre la diversidad, demostraron que un sólo grupo de jóvenes payeses agroecológicos cultivaban más variedad que el resto de explotaciones y que la introducción de transgénicos podía perjudicarles. Pidieron por ello en su investigación que el municipio se declarara Libre de Transgénicos y llegó al Pleno Municipal. Años atrás había llegado pero por parte de la oposición, en esta ocasión se trataba de alumnado y se percibió de manera diferente, se aprobó, y ahora estamos protegidos contra los transgénicos.
La Agroecología Escolar ha abierto la puerta a numerosas investigaciones: de bachillerato,trabajos de final de carrera de Ciencias Ambientales o de profesorado, investigaciones para tesinas, etc.El municipio es ahora una plataforma de investigación, con más de 20 investigaciones realizadas en 6 años, que la Universidad Autónoma de Barcelona ha coordinado.
La toma de decisiones asamblearia
En la clase de ciudadanía de la escuela Gerbert D'Orlhac de Sant Cugat, decidieron investigar cómo tomar decisiones colectivas en relación a la tecnología que debía tener el huerto para el riego. Durante unas sesiones construyeron unas normas internas para la toma de decisiones, a partir de ejercicios de debate en los que se reflexionaba sobre cómo se hace para que unas opiniones no se impongan a las demás, para que dos ideas diferentes puedan generar una tercera o para que todas las personas de la clase puedan expresar su postura ante un determinado asunto. Después, investigaron sobre diferentes tipos de riego bajo criterios diversos, entre los que estaban la sostenibilidad, la dificultad de implantación o mantenimiento, el coste económico, etc.
El sistema de riego que actualmente tienen no es muy diferente del resto de los huertos escolares, sin embargo, se trata del sistema de riego más conscientemente decidido de todos. Ha permitido, además, aprender a respetar el debate, a expresar ideas, a escuchar a la vez que se opina, y en definitiva a trabajar en asamblea.
Grup de Recerca en Educació per a la Sostenibilitat, Escola i Comunitat