Encuentro con Lidia Senra
Nos encontramos con Lidia Senra en Santiago de Compostela cuando acaba de amanecer. Conversar con esta mujer campesina y sindicalista es siempre algo apasionante, pues sus reflexiones incorporan toda una experiencia de vida y de lucha que nos motiva a entregarnos a la escucha y a hacerlo con una conciencia transparente, como su propia mirada.
En esta entrevista, además, tenemos enfrente a la eurodiputada Lidia Senra, un nuevo reto para ella. Pertenece al Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica en el que ingresó como eurodiputada electa de la Alternativa Galega de Esquerdas, una minoría de 52 escaños frente a un total de 751, con un objetivo claro, como se dijo en sus programas: llevar las luchas de la calle al Parlamento.
«Este reto», nos cuenta Lidia, «lo asumo con la confianza de la experiencia acumulada en muchos años de representación en instituciones públicas o foros, tanto como representante del Sindicato Labrego Galego como de La Vía Campesina. Sí, es un cambio respecto a mi actividad de hortelana pero que mantiene la misma idea de contribución hacia la sociedad».
«Aunque en nuestro grupo somos más mujeres que hombres, lo que me he encontrado es una réplica de cómo funciona nuestra sociedad», explica Lidia en referencia a la situación de género en el Parlamento Europeo. «Allí también debemos mantener una lucha constante para el reconocimiento del papel de las mujeres y que sea posible ocupar los lugares que como mujeres nos corresponden. Si bien observamos cómo en la agenda de los movimientos sociales se están incluyendo los pensamientos feministas, veo con preocupación que en los partidos políticos —y también en los de la ‘nueva izquierda’— estos planteamientos no se están considerando. De hecho, vemos unas representaciones mayoritariamente de hombres».
Le preguntamos cómo se vive la defensa de la Soberanía Alimentaria en Bruselas, en un marco de políticas tan centralizadas. «Pues en este momento, aunque pueda resultar paradójico, lo que más nos preocupa no pertenece directamente al ámbito de las políticas agrarias, sino a los tratados de libre comercio que se están negociando en Europa. El conocido con los EE.UU. (el TTIP) y que se ha llevado en secreto, al margen de la ciudadanía y también de ¡nosotras y nosotros los diputados parlamentarios! Y también nos preocupan algunos menos conocidos pero muy avanzados, como el que ya está sólo pendiente de ratificación, entre Europa y Canadá, o el que se quiere firmar con la comunidad de estados de África Occidental, que por cierto la gente de La Vía Campesina africana está luchado para que no salga adelante. Son todos ellos tratados que promueven una agricultura dependiente de la exportación y que hipotecan la soberanía alimentaria de los pueblos».
¿TAN GRAVE ES EL TTIP?
“Para nuestro grupo este tema es uno de los prioritarios de nuestro programa de esta legislatura, y espero que desde nuestros grupos, junto con todos los colectivos de lucha que hay en Europa y también en los Estados Unidos tengamos la capacidad de desarrollar la suficiente lucha social para detener algo tan peligroso. Las consecuencias de la aplicación de este tratado pueden ser terribles (destrucción de nuestro tejido agrario, alimentos extraños en nuestras mesas, etc.), pero el propio proceso de negociación es en sí mismo una estafa, un fraude. No podemos decir que vivimos en democracia cuando asuntos como este, que van a condicionar la vida de la ciudadanía, se negocian en la más negra de las oscuridades”.
«Estos tratados», continúa Lidia, «son un problema muy serio tanto por a donde nos conducen, como porque son frenos e impedimentos para que los pequeños proyectos campesinos locales que se están desarrollando, aquí en Galicia y en tantos lugares en clave de soberanía alimentaria, salgan adelante. Estos proyectos, que yo llamo de ‘resistencia’, ya se encuentran con toda una serie de normativas en la parte productiva que les limitan; todas las ayudas están orientadas a las otras formas de entender la agricultura; se están modificando las leyes de tierras para permitir que aquellas dedicadas a un uso agrario acaben siendo utilizadas con otros intereses, especulativos a veces, mineros otras. Pero ahora todo será más difícil. De hecho, con el TTIP, como decía en cuanto a privilegios para las grandes corporaciones, se incluye el llamado ‘mecanismo de solución de controversias inversores-estados’ (ISDS por sus siglas en inglés) que proporciona a las empresas extranjeras vías para exigir indemnizaciones millonarias a los gobiernos si considerasen que una nueva legislación, por ejemplo ambiental, representa un obstáculo para la rentabilidad de sus inversiones. Me temo que pagaremos dinero a las propias empresas mineras que destruirán nuestras tierras campesinas en busca de oro, como aquí en Galicia o como en proyectos de fracking en muchos lugares».
Ciertamente todo esto deja un papel muy residual a nuestros gobiernos locales, y si algunos de ellos, por la presión de las movilizaciones ciudadanas, se quiere oponer a cualquier desmadre extractivista, las facilidades que abre Europa coartan dichas decisiones. Por eso, aquí en Europa, la voz campesina, la voz de la Vía Campesina es muy importante. «La Vía Campesina, es el único movimiento campesino que globalmente está cuestionando y luchando frente a las políticas neoliberales que desde todas partes se aplican, a la vez que defiende organizadamente, desde los sindicatos locales, modelos de agricultura que se conviertan en buena alimentación para toda la sociedad. Yo creo que es importante contar con espacios para que la gente se mantenga organizada para luchar por sus intereses, al igual que creo que es fundamental que dichas organizaciones estén enlazadas con los diferentes movimientos sociales. De hecho, creo que estamos viendo cómo se quiere destruir todo tipo de tejido organizativo, no interesa la presencia de ninguna organización que pueda poner freno a los intereses económicos, al margen de que también tenemos que mirar internamente cómo mejorar nuestros espacios».
Para acabar Lidia nos cuenta cómo en toda Europa se está dando un esperanzador tránsito de gente joven que quiere incorporarse a la actividad agraria y a la vida en lo rural. «Las condiciones para que la gente joven vuelva al campo no son para nada favorables, es una lucha constante. Los apoyos que existen están pensados en proyectos de una envergadura que quienes toman ese camino, acaban cerrando por el endeudamiento que la administración, desde unos despachos, les ha sugerido. Por eso es fundamental que se desarrollen verdaderas políticas para una buena instalación de hombres y mujeres jóvenes en el campo... y eso lo estamos pensando en muchos marcos administrativos, locales, estatales y también aquí en el Parlamento».
Queda claro, después de hablar con Lidia y conociendo su trayectoria, que en Bruselas, una mujer campesina lleva alta y clara la voz de los movimientos sociales y de quienes luchan por la soberanía alimentaria.
PARA SABER MÁS
Sobre el TTIP y sus “reglas” en la web de Amigos de la Tierra