Ejercicio de estilo
José Ramón PARAMIO
Paco nos insiste siempre en que antes de lanzarnos a escribir el relato tengamos al menos dos cosas claras: el punto al que queremos llegar y el estilo que vamos a utilizar al contarlo. Creo que me voy a lanzar con una historia que cuente el sufrimiento de tantos productores de petróleo afectados por la presión de una sociedad cada vez menos sensible a la necesidad de seguir quemando combustible. O a lo mejor sería más potente si lo enfoco desde la perspectiva de esos pobres brokers de la bolsa de Chicago que especulan con los precios de las materias primas y que se han visto empobrecidos repentinamente por culpa de las medidas de organismos internacionales plegados a las exigencias de los pequeños agricultores y de las cooperativas autogestionadas.
Con más extensión podría desarrollar un thriller psicológico en el que varios miembros del peligroso lobby de las bicicletas presionan a parlamentarios europeos para continuar persiguiendo su irracional objetivo: que los gobiernos fomenten el insostenible transporte de las dos ruedas. Podría introducir el misterioso asesinato de un asesor. Y un detective intentaría tirar del hilo y se encontraría con mil y un obstáculo para desenmarañar la cadena de favores entre políticos, asociaciones ecologistas y cooperativas de trabajo. Sus propios superiores en el cuerpo de policía frenarían su investigación cuando empieza a tocar algunas teclas importantes y, de repente, la prensa difunde el cargo que obtuvo un antiguo ministro en una explotación agrícola de verduras naturales que curiosamente se había visto beneficiada por una incomprensible medida de apoyo a la agricultura ecológica y a las energías renovables. Interesante, pero guardaré la idea en la carpeta de futuros proyectos más ambiciosos.
Para hacer algo más exótico podría escribir un cuentecito localizado en una selva tropical en el que un grupo ecologista armado presiona a la población indígena para que logren su soberanía alimentaria y continúen con el avance de la forestación con especies autóctonas sin fijarse en las peligrosas consecuencias para la estabilización del clima, para el aumento de la capacidad de fijación de CO2 y, en definitiva, para el negro futuro de los periodos veraniegos en las playas del Ártico. Miles de hectáreas desaprovechadas en producir alimentos para cubrir las necesidades de simples millones de personas mientras en la otra parte del planeta tristes montañas de 4x4 permanecen a las afueras de las ciudades sin nada que echarse al depósito. La competitividad y la eficiencia relegadas a un segundo plano en aras de la cooperación y el bienestar. ¿Qué pensaría un extraterrestre que llegara a la Tierra? Nos hemos vuelto locos.
¡Extraterrestres! Esta podría ser otra buena idea para el relato. Una distopía futurista en la que unos terroríficos alienígenas imponen su absurdo credo decrecentista y del vivir mejor con menos. Mientras, un grupo de rebeldes conspira en la sombra para hacer triunfar el progreso consumista y volver a engranar la maquinaria de la producción ilimitada y la sobreexplotación de recursos naturales. Y todo ello en una sociedad desalineada y libre, organizada por gobiernos conservadores. Conservadores porque imponen medidas para que la gente pueda conservar y mejorar su empleo. Conservadores porque aprueban leyes para conservar y cuidar mejor el medioambiente. Conservadores porque luchan para conservar y recuperar el entorno rural. Conservadores porque invierten en conservar y rehabilitar los edificios y las infraestructuras. Conservadores porque potencian conservar y fomentar las relaciones sociales. Conservadores porque apuestan por conservar y mantener la soberanía alimentaria. Conservadores porque intentan conservar y extender la dignidad humana... ¡¡Un horror!!
Mejor algo de estilo periodístico. Miembros de la Troika han mostrado su preocupación por el imparable aumento de huertos urbanos, rurales, compartidos, en el balcón, en macetas, autogestionados a través de grupos de consumo, organizados para la compra directa a productores, llenos de productos locales de temporada para su consumo inmediato o para elaborar conservas caseras para el resto del año. Dichas prácticas, según representantes del BCE, CE y FMI, impiden la correcta asignación capitalista de recursos a productores extensivos de agrocombustibles, empresas agroindustriales, multinacionales químicas, distribuidores, financieros y acaparadores de tierras y subvenciones.
Si el objetivo es didáctico y llegar a un público joven que sea capaz de cambiar el mundo, lo ideal sería un cuento infantil. Periquín vivía con su madre en una cabaña del bosque. Para conseguir un poco de dinero la madre mandó a Periquín a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca que poseían. El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.
–Estas habichuelas son mágicas –le explicó aquel hombre–. Si te gustan, te las daré a cambio de la vaca.
Así lo hizo Periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero su madre disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle.
Cuando se levantó Periquín al día siguiente, se sorprendió al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche que las ramas se perdían de vista. Se puso Periquín a trepar por la planta, y sube que sube iba a llegar a un país desconocido cuando, de repente, la planta fue arrancada por una máquina dirigida por un inspector de Monsanto que explicó a Periquín que su empresa era la propietaria de dichas semillas y que había cometido una ilegalidad utilizándolas sin su consentimiento, sin pagar su canon de uso y sin adquirir el resto de complementos fitosanitarios y biocidas de la misma empresa. Chinpón.
¿Y un relato de estilo autobiográfico con regusto metaliterario y plagado de alusiones a la tecnología, la dependencia energética y las redes sociales? He recibido un wassap de Laura recordándome que faltan 2 horas para que termine el plazo de entrega del relato y todavía no he empezado a escribir nada. Como de costumbre, trabajo mejor bajo presión aunque, como de costumbre, tendré que acudir al taller de escritura sin el relato terminado. Además no sé si voy a poder encontrar mucha información en internet sobre este tema (donde dije información, digo relatos ya escritos). Probemos. Enciendo la tablet. Busco en Google: Relatos+agrocombustibles+crisis energética+soberanía alimentaria. 2.245.345 resultados. Malo. Cuando sale tanto resultado, malo. Pruebo con los 10 primeros y si no hay suerte me voy a dormir. A ver. No me convence ninguno. ¿Y si comento algún vídeo? Siempre es mejor y mucho más rápido ver la película.
Busco con el portátil en Youtube y me sale un vídeo interesantísimo en el que se ve una mazorca de maíz que sigue dos caminos diferentes. En el primero se convierte en harina con la que se produce una tortita para la alimentación de la familia que lo ha cultivado. En el segundo se convierte en etanol para su uso como combustible por parte de otra familia en otro lugar del planeta con el que alimentan el coche que les lleva a un hipermercado a comprar una barra de pan que al final se pone dura y tiran a la basura. Ves clarísimamente cómo en el segundo camino, gracias a los innegables beneficios del sistema capitalista, neoliberal, globalizado e hipertrofiado financieramente, las ventajas son también mucho mayores para la primera familia porque la empresa del coche que se mueve con ese etanol, y que sale mucho en los anuncios recalcando la felicidad que puedes lograr si te compras uno, patrocina a un club de fútbol de primera división. Y resulta que una camiseta de ese equipo que tira al contenedor un padre mientras hace limpieza de la ropa de los niños que empiezan el cole y han crecido un montón durante el verano, acaba llegando a la familia primera cuyos miembros pasan bastante hambre porque el precio de la mazorca de maíz, que ahora tienen que comprar en el mercado, se ha puesto por las nubes. Pasan hambre pero son muy felices porque han conseguido esa camiseta que encima tiene el número de su jugador favorito. Muy chulo y esclarecedor.
Pero ya que estoy viendo vídeos me dejo llevar por el exceso de información que pulula por internet y por el maltrato al ritmo lento de mi conexión megarápida de fibra óptica y acabo descargándome otros 250 vídeos interesantes sobre agrocombustibles, crisis energética, soberanía alimentaria...
¡Uf! Las 23.55 horas. Mando un tweet a Laura: Me rindo. Paso del relato. O bueno, a lo mejor puedo resumir la esencia del tema también en un tweet y enviárselo a Paco: El sistema económico (digo la estafa) atenta contra la alimentación de las personas (digo la vida). Amén.