Antonio VIÑAS
La cámara recorre el escenario de una escuela. El edificio está desconchado por fuera y despintado por dentro. Su techo es una lona. Hay murales dibujados sobre papeles blancos en sus paredes, pupitres usados y los niños y niñas trabajan en círculo con la profesora. Ésta, en una vieja pizarra, les enseña a leer las letras que componen la palabra lucha. Atentos, sus ojos en flor se dejan penetrar, labios y dedos la escriben en su pensamiento: lu-cha. El alfabeto llega a la inocencia como un juego para levantarlos como personas.
Si miramos a esta escuela desde occidente podríamos pensar que eso no es una escuela o que la pobreza la invade, que nos faltan recursos y recursos, que en esas condiciones no se puede educar a nuestros hijos e hijas. Sin embargo, si dejamos que nuestro entendimiento se hable con las propias palabras y gestos que allí confluyen, al contrario, quizá podremos pensar que en esa escuela, en su propia desnudez, se manifiesta la esencia de una verdadera relación educativa: ese entrelazarnos con la otra pesona para conocerse y erigir la vida que nos ha sido dada, el valor de la tierra alimento, el diálogo entre generaciones desde el profundo amor al derecho de la vida, la dispensa por la dignidad, la autogestión social y económica.
Haciendo un recorrido panorámico y profundo por distintos asentamientos de tierras ocupadas, dirigido por Agustí Corominas y coguionizado con Rosa M. Cañadell, el documental Educar es la mejor manera de luchar. La educación en el Movimiento Sin Tierra de Brasil, nos hace llegar directamente al corazón pedagógico de estas comunidades rurales, más de dos millones de personas en toda la geografía brasileña, y aproximarnos a una realidad desde una sobria narrativa que nos deja una historia que podríamos calificar como increíble. Porque increíble es que, desde nuestra confortabilidad europea, se nos pueda levantar una envidia sincera sobre los métodos de trabajo y la vivencia educadora que ahí se muestra. Allí, en asentamientos familiares que intentan poner nuevo rumbo a sus destinos, nacidos en la franca desposesión y el olvido, arremolinados e insurgentes, ocupan la tierra porque no les queda otra. Y cuando toman posesión de ella la sacralizan para defenderla. Para ello despliegan una estrategia de organizar una comunidad desde la conciencia misma, teniendo como referente y complemento las virtudes de provisión y abrigo, de hogar planetario y morada que les da la tierra. Unas experiencias de microdesarrollo en donde la educación liberadora es el eje fundamental para asegurar su continuidad como grupo.
Probablemente el ambiente de aprendizaje y convivencia que se exhibe en las imágenes de las diversas escuelas itinerantes del Movimiento Sin Tierra de Brasil, pocas veces se dé en nuestros modernos y evolucionados centros educativos. Sus condiciones de partida, el afán por levantarse de la nada, ese sueño en la conciencia de quien nace desposeído y se dispone a llegar a algo, contrasta con nuestra cultura tecnológica y del entretenimiento, del habernos creído llegar al todo. Por eso quizás este documental sea un buen espejo para mirarnos en el encorsetado sistema educativo que hemos ido dejándolo ser como una atrofia. Aún más, ahora que está en plena reforma regresiva hacia modelos aún más burocratizados y autoritarios, donde la educación se pone a disposición de los valores de la competitividad y la empresa lucrativa.
Si hay algo que debíamos de aprender de estas islas educadoras, que se autogestionan fielmente en archipiélago, es esa dimensión de la educación como experiencia colectiva y construcción comunitaria, como vivencia en común de la preocupación por construir un futuro con los parámetros de la sencillez y el equilibrio con la naturaleza. Siguiendo la pedagogía del educador brasileño Paulo Freire, la educación no se concibe como un ejercicio de depositar contenidos en las personas, sino de partir de sus realidades para aprender a leerlas conjuntamente desde sus mundos propios. No es un acto de adoctrinamiento sino de política, de emancipación. La palabra, el diálogo, es el médium.
Este documental nos muestra mejor que nunca que no debemos dejar la educación en manos ajenas, que la comunidad educativa (padres, madres, profesorado, alumnado) debe sentir la escuela como propia para hacerla sentir. La verdadera educación se desarrolla en los pliegues de la conciencia y un centro educativo, abstrayendo más o menos su sumatoria de recursos tecnológicos, ha de ser un centro de diálogo entre conciencias. Y en la conciencia es donde habita el futuro. Un futuro que nunca puede hacerse enseñándole a las nuevas generaciones a competir, a darse codazos, sino a cooperar trabándose las manos. Desde la pequeñez que nos vincula al cosmos se hace cada día más necesario, como afirma una de las voces del documental: enseñar de otra manera, para otra visión del mundo. Probablemente nos iría mejor como especie.
FICHA TÉCNICA
Título: Educar es la mejor manera de luchar. La educación en el Movimiento Sin Tierra de Brasil
Año: 2012 Documental, 48’ Formato Panorámico 16:9, DVD
Guión: Rosa M. Cañadell, Agustí Corominas Realización: Agustí Corominas
Edición: Llorenç Torrades
Música original: MST
Producido por: Unió Sindical de Treballadors de l'Ensenyament de Catalunya: USTEC.STEs (IAC), Metròpoli vídeo films amb la col·laboració de l'Agència Catalana per la Cooperació al Desenvolupament (ACCD)
Idiomas: catalán y castellano