Consejo editor
El debate del uso del agua en la agricultura está estancado desde hace algunos años. Sin embargo, cuando pensamos en cómo abordar este tema desde la propuesta de la Soberanía Alimentaria, hay puntos de la discusión que nos parecen muy claros y que es fundamental incorporar al debate para trascender la clásica visión contrapuesta del sector agrario y el ecologista.
PREMISAS
• El punto de partida indiscutible es que el agua es la vida, es un bien común del que depende toda la humanidad y todo el Planeta Tierra. No nos pertenece.
• Uno de los usos fundamentales y prioritarios que tiene el agua, además del consumo directo, es la producción de alimentos.
• A día de hoy no se puede poner en duda que existe una crisis del agua de extrema gravedad relacionada con su carencia y con su pérdida de calidad.
• Esta crisis se debe en gran parte al sistema capitalista y al modelo de consumo imperante, que generan enormes demandas por parte de los grandes centros urbanos, los procesos industriales y la agricultura y ganadería industrial, sobreexplotando los recursos hídricos.
El agua es la vida, es un bien común del que depende toda la humanidad y todo el Planeta Tierra. No nos pertenece.
NUESTROS POSICIONAMIENTOS
• Desde el paradigma de la Soberanía Alimentaria y la defensa de unos valores éticos, pueden encontrarse respuestas para resolver esta crisis, ya que, en realidad, son las mismas que vienen a garantizar un mundo rural vivo con capacidad de alimentar a la población mundial.
• El agua debe estar al servicio de las agriculturas que construyen soberanía alimentaria, es decir, aquellas que:
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- están gestionadas en primera persona por el pequeño campesinado
- están adaptadas a sus diferentes ecosistemas (ya sean de secano o de regadío).
- fijan población en el territorio y crean puestos de trabajo.
- tienen como finalidad directa la producción de alimentos diversificados
- usan técnicas y tecnologías aprehendidas y controladas por la propia gente campesina, de reducidos costes energéticos.
- cuidan la fertilidad del suelo y no dañan el medio ambiente.
• Rechazamos entonces el control o utilización del agua para usos industriales desmedidos, para consumos irracionales, y desde luego para aquellas agriculturas asociadas a los agronegocios que solo tienen como objetivo la especulación con los bienes comunes, agua o tierra y la maximización y acumulación del beneficio.
• Reivindicamos la participación del campesinado en la gestión comunitaria del agua.
CAMINOS A TRANSITAR
• Queremos generar un movimiento inclusivo —donde todas y todos, agricultura y consumo, nos sintamos parte— que camine a la Soberanía Alimentaria, encontrando conjuntamente las fórmulas más apropiadas para el buen uso y conservación del recurso agua.
• Las propuestas productivas que quieren ser constructoras de la Soberanía Alimentaria deben realizarse respetando los principios de la ecología del agua, con una gestión agroecológica del agua en las fincas.
• La agroecología y las agriculturas tradicionales de cada lugar tienen mucho que enseñarnos sobre el correcto manejo agronómico del agua, por ejemplo: favoreciendo la humedad de la tierra a base de incorporar materia orgánica; almacenando agua de lluvia; trabajando con variedades autóctonas; etc.
• Hay que poner en valor, practicar más, apoyar más, las agriculturas de secano o los regadíos tradicionales adaptados a sus sistemas agroclimáticos, que aunque nos han demostrado que pueden estar perfectamente al servicio de la Soberanía Alimentaria, han sido denostados y desvalorizados.
• De esta manera, frente a la crisis del agua, las agriculturas de la Soberanía Alimentaria pueden, con diversas fórmulas, desintensificar el consumo de agua y plantear un uso más racional y eficiente en muchos territorios.
• Debemos hacer un ejercicio de formación y difusión de las muchas experiencias agrarias que demuestran que producir alimentos y hacer soberanía alimentaria sin regadíos intensivistas es posible.