La cultura viva del agua en Al Andalus
Antonio VIÑAS
Las voces del agua, título que da pie al documental, es un proyecto de Med-O-Med, paisajes culturales del Mediterráneo y Oriente Medio, un programa cultural y medioambiental de la Fundación de Cultura Islámica en Madrid, que surge con el objetivo de paliar la escasez de recursos en materia de conservación de la biodiversidad y del patrimonio natural y cultural en la cuenca sur del Mediterráneo y Oriente Medio.
Por el secreto del agua que es la materia de todas las cosas y el secreto de la vida, se conoce el secreto de la Esencia.
Sitt’Ayam, siglo XIII
Un surtidor de fondo, alguien mira un acontecimiento, sus dedos pasean por las páginas de un libro aparentemente en blanco. De una de ellas surgen ondas en movimiento, azul, destellos, burbujas... un hombre que lleva de su mano a un niño hacia la expresión humana del agua en la antigüedad: notas de filosofías egipcias, taoístas, griegas e islámicas dan testimonio de la simbología con la que la sagrada sustancia bordeaba sus culturas, sus vidas. En un salto temporal, la cámara se centra sobre la imagen de un caos de tráfico: luces encendidas, motores de vehículos que en su interior alojan a la sacrificada agua y los refrigera, nos traen al presente, a la megalópolis, al poder urbano de nuestra época para hacernos una pregunta: ¿qué nos queda de aquello?, ¿hacia dónde se ha vertido la conciencia de agua del ser humano de Occidente, siglo XXI?
Con esta cronología visual y reflexiva abre sus puertas este documento audiovisual que ya, desde su inicio, se aventura con una sensibilidad exquisita, y que tiene su continuidad en relatos orales que emergen del fondo mágico del libro. Estos nos conducen a una familiar geografía mediterránea en peligro de extinción, la del huerto-jardín, la máxima representación del Edén, nuestra arcadia espiritual llevada a realidad en la cultura de Al Andalus, y que aún sobrevive en la memoria colectiva de sus herederos: acequias, azudes, albercas y norias, palmeras, limoneros, higos, cilantro... Después de más de ocho siglos, a pesar del etnocidio que está suponiendo un modo de vida moderno rendido a la crematística, como estambres en la grieta de un muro se van dibujando los relatos, y nos hablan de una cultura que sentía el agua como un vehículo ceremonial, como un elemento benéfico, higiénico, social, de ornamento y contemplación. Una dimensión clarividente que se levanta en el recuerdo de quienes han sido intérpretes aventajados de la sociedad agraria de Al Andalus, mujeres y hombres de edad, vecinos de los pueblos de la Alpujarra, la Axarquía y el Valle del Ricote, en las montañas sureñas de las provincias de Granada, Málaga y Murcia.
Sus imágenes, proyectadas en las paredes de la noche de los edificios de la ciudad, como sombras de cine, nos hablan de las esencias de su abecedario aprendido en el silencio y el olvido, de un patrimonio de conocimientos ninguneados por la cultura postmoderna que constituye el pilar básico de la biología: el valor de la tierra, la sagrada agricultura, el agua alimento.
Así, María Martín, alpujarreña, humildemente nos ilustra: "El agua habla, te da paz y energía, donde hay secaná el campo se pone triste, mu serio, el agua da mucha alegría en el campo... cuando te sientas en un prado de hierba y está el agua cerca, el agua te está hablando, el agua habla". O cuando Eugenio Salguero, discurriendo sobre el dominio de la luna, afirma: "Lo que más influye es la luna ascendente y descendente... días especiales hay para todo, días fruto o días flor, cuando al cortarlas se mantienen más tiempo frescas..."
Estas formas poéticas y cultas de la ciencia popular, aparentemente superada por la dictadura tecnológica y una ciencia alejada de la de la realidad social y la sabiduría (Ortega y Gasset ya avisaba que el modelo mismo de la ciencia convertía al científico actual en un hombre-masa, un primitivo, un bárbaro moderno por su obsesiva tendencia a la especialización), están siendo centro de estudio por parte del enfoque científico de la agroecología desde la década de los 70. En estos años, tuvo lugar un renovado interés por el conocimiento ecológico y por las estrategias de las culturas rurales tradicionales. Como dice Víctor Toledo "numerosos estudios desplegados desde entonces, demuestran cómo la propia racionalidad ecológica del campesinado en el manejo de los recursos naturales es susceptible de ser utilizada a través de la imbricación con el conocimiento científico para paliar, entre otras cosas, los desequilibrios de orden natural que la agricultura moderna está produciendo. Recientemente se ha puesto en evidencia cómo la memoria biocultural de la especie humana, que sustenta la dimensión cognitiva de nuestra capacidad de adaptación al medio, se ha visto reducida con el advenimiento de la modernidad, siendo sustituida por la vida instantánea y por la pérdida de la capacidad de recordar. Una amnesia civilizatoria de corte occidental que, paradójicamente, aún no ha alcanzado a las sociedades tradicionales, a los pueblos indígenas".
Sin embargo, este conocimiento heredado y esencial, aún latente en estas personas, custodios naturales que viven en el ostracismo de la frivolidad contemporánea, no encuentran quiénes los releven, quién recoja el testigo del legado de sus ancestros. La cadena del saber popular y universal se nos rompe como el cascarón de un huevo; y un pueblo sin memoria está condenado a no ver luz en el camino y así agrandar su ceguera. Quizá, dejándonos entrar por estas "voces del agua", manifestación sencilla e íntima, emocionados, podamos rendirnos cuentas y comenzar el camino inverso, aquel en el que nos dejamos el sentido común y el reflejo de la virtud, aquellas señales de la vida en plenitud aguas abajo.
FICHA TÉCNICA
Título: Las voces del agua. La cultura viva del agua en Al Andalus
Guion: Blas Maza
Dirección de arte: Luis Echevarría
Producción: La Movie
Promotores: Fundación de Cultura Islámica y Medomed
Duración: 16,10'