Una acción ciudadana que, territorio a territorio, ha detenido en casi toda Europa el avance de los OMG
Liliane SPENDELER
La declaración de Zonas Libres de Transgénicos (ZLT) ha sido y sigue siendo un muy buen instrumento de resistencia frente a lo que nos quieren imponer las multinacionales del sector agroalimentarios: cultivos y alimentos modificados genéticamente. Remontemos el tiempo para rememorar los primeros pasos de esta lucha y, a la vez, darnos cuenta de lo vigente que es todavía en nuestros días.
UN POCO DE HISTORIA
Los movimientos europeos de lucha contra los transgénicos nacieron en la década de los 90 a la vez que las primeras autorizaciones de cultivo en Estados Unidos y llegaron después a Europa en 1996, cuando se aprobó el primer maíz modificado genéticamente para su cultivo en territorio europeo. La presión de multitud de organizaciones y de la opinión pública paralizó desde el año 1999 nuevas aprobaciones, lo que se llegó a denominar la moratoria de facto. La Comisión Europea la levantó unilateralmente en 2004 y 2010 aprobando nuevos transgénicos para consumo y cultivo respectivamente. A principios de los años 2000, la Unión Europea también tuvo que hacer frente a una queja de Estados Unidos interpuesta ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por el bloqueo de Europa en aprobar los productos transgénicos, lo que causaba un daño importante a las importaciones de Estados Unidos, sobre todo de maíz.
Es este contexto el que propició que la propuesta de las Zonas Libres de Transgénicos viera la luz: en aquel entonces, se podía cultivar dos tipos de maíz modificado genéticamente e importar un tipo de maíz y uno de soja; ningún país había prohibido los transgénicos en su territorio y planeaba la amenaza de una sentencia de la OMC que exigiera levantar toda traba a la entrada masiva de transgénicos en la Unión Europea. Los primeros pasos los dieron 9 regiones de Francia, Austria, Alemania, Grecia, Italia, Reino Unido y España (País Vasco), al pedir a la Comisión Europea, en una carta de noviembre de 2003, el derecho a declararse libres de transgénicos, basando su argumentación en el peligro de la contaminación genética para la calidad y excelencia de sus productos agrícolas. A raíz de ello nació un movimiento donde administraciones locales y regionales y organizaciones y la ciudadanía aunaron esfuerzos para sembrar el mapa europeo de zonas libres de transgénicos.
UNA MECHA QUE PRENDE RÁPIDAMENTE EN TODA EUROPA
Una de las primeras y más emblemáticas iniciativas fue la creación de la Red Europea de Regiones Libres de Transgénicos, agrupando los municipios, provincias y regiones que habían dado el paso. La idea se extendió muy rápidamente en Europa y en enero de 2005, pueblos, ciudades o regiones de 25 países habían tomado alguna medida en contra de los transgénicos; en Francia, más de mil alcaldes habían declarado su respectiva ciudad libre de transgénicos; en el Reino Unido, unas 44 comarcas habían pedido una protección especial de su territorio; en Italia, unas 500 ciudades se habían posicionado en contra del uso de OMG en la agricultura; en Grecia los 54 gobiernos regionales habían declarado su territorio libre de transgénicos; en Austria 6 provincias habían solicitado a sus parlamentos una medida similar.
Hoy en día, nueve países de la Unión Europea han prohibido el cultivo de OMG y muchos coinciden con los que, desde muy pronto, vieron florecer zonas libres de transgénicos en su territorio. A pesar de que la declaración de ZLT no tenga un reconocimiento legal por parte de la Comisión Europea, el simbolismo que conlleva es tan fuerte que influye las decisiones de ámbito estatal. Y sin duda ha contribuido también en los últimos años a que la Comisión Europea no acelere nuevas autorizaciones.
La resistencia es más que nunca necesaria, y la declaración de una zona libre de transgénicos es una herramienta, aunque simbólica, muy importante de cara a decisiones tomadas en despachos alejados de la opinión pública, tanto a nivel estatal como europeo.
PASOS IMPORTANTES EN EL ESTADO ESPAÑOL
España no se ha quedado al margen, aunque de manera más modesta que otros países europeos. En la actualidad, Asturias, País Vasco, Islas Baleares e Islas Canarias se han declarado libres de transgénicos. Por su parte el Parlamento Gallego instó a la Xunta a que «no contemple la producción de cultivos transgénicos destinados a consumo humano y animal».
En cuanto a municipios, cerca de 200, repartidos en prácticamente todas las comunidades autónomas, han aprobado algún tipo de moción que expresa simbólicamente su condición de zona libre de transgénicos.
Es de justicia reconocer aquí la labor organizaciones, plataformas, etc., en definitiva multitud de personas que han ejercido presión sobre los responsables locales y regionales en aras de proteger una producción local de calidad, así como su salud y su derecho a decidir.
DECLARAR ZONAS LIBRES DE TRANSGÉNICOS: VÁLIDO MÁS QUE NUNCA
En la actualidad, se siguen dando pasos en este sentido. El goteo continuo de nuevos municipios libres de transgénicos, así como la reciente noticia de que Andalucía se pueda declarar próximamente libre de transgénicos aportan mucha esperanza, en un contexto que sitúa a España a espaldas del resto de países europeos. El único país que cultiva OMG a escala comercial, alberga más de la mitad de todos los cultivos experimentales de la UE, cuenta con un gobierno dispuesto a favorecer abiertamente este tipo de productos, y sin duda será el primer país donde se utilicen los nuevos cultivos que la UE apruebe, si se da el caso.
La resistencia es más que nunca necesaria, y la declaración de una zona libre de transgénicos es una herramienta, aunque simbólica, muy importante de cara a decisiones tomadas en despachos alejados de la opinión pública, tanto a nivel estatal como europeo.
Tenemos el ejemplo de cómo otros países terminaron prohibiendo los transgénicos después de haber cubierto el mapa de zonas libres de transgénicos. Sólo depende de nosotras el seguir el ejemplo.
PARA SABER MÁS
http://www.gmo-free-regions.org
http://www.tierra.org/spip/spip.php?article433