Entrevista a Ousmane Tiendrébéogo
Combat Monsanto
Burkina Faso, un pequeño Estado que se cuenta entre los más pobres del mundo, se lanzó de manera discreta al cultivo de transgénicos. Los acuerdos comerciales, que se hicieron públicos en el año 2003, entre el Gobierno de Burkina Faso y Monsanto generaron grandes controversias entre los campesinos y las asociaciones locales pero el avance transgénico parece imparable.
Frente a esta amenaza, las comunidades campesinas organizan frecuentes movilizaciones en cuyas pancartas leemos: “No al dictado de las multinacionales”, “Cultivar bio es verdaderamente proteger nuestro medio ambiente”, “Los acuerdos de asociación económica y los OGM no son soluciones para África, incluso están en contra de nosotros: stop-reflexiona-resiste”. En ellas participa activamente Ousmane Tiendrébéogo, campesino y Secretario General de SYNTAP (Sindicato Nacional de trabajadores Agropastorales).
Soy Ousmane Tiendrébéogo, campesino. En el año 2003, junto con otras asociaciones, nos dimos cuenta que no existía nadie que estuviera defendiendo nuestros intereses como campesinos y campesinas, por ello decidimos crear el SYNTAP, cuya misión principal es luchar para mejorar nuestras condiciones de vida.
Una de nuestras prioridades es la lucha contra los transgénicos (Algodón BT y sorgo biofortificado) puesto que suponen una gran amenaza para las comunidades rurales. Y nos oponemos radicalmente a los transgénicos por varios motivos que nos ha tocado vivir. El primero es el económico. La introducción del algodón BT ha supuesto una catástrofe para la economía campesina. Las semillas se han encarecido -con las convencionales gastábamos 2,45€ por hectárea, con las transgénicas el coste es de 82,30€- pero no hemos obtenido un aumento del rendimiento como nos prometieron. De hecho el rendimiento ha sido peor puesto que el algodón BT produce menos grano y, además, la fibra pesa menos. Con la cosecha de algodón convencional se podían cargar hasta 12 Tn en un camión y nos pagaban 1.800.000 CFA (2.744 €), ahora en el mismo camión sólo cargamos 6 Tn de algodón transgénico y nos pagan 900.000 CFA (1.372 €), es decir la mitad. Y ello nos ha supuesto una verdadera quiebra económica puesto que no llega para pagar los créditos que las mismas empresas nos concedieron para comprar sus semillas, abonos, etc. Endeudados, nos vemos obligados a vender nuestras tierras, que seguramente pasará a manos de multinacionales para monocultivo de exportación o agrocarburantes.
Otro motivo es el medioambiental. Hemos visto cómo rebaños de cabras han enfermado y han muerto por pastar en campos donde se ha cultivado algodón transgénico. Hemos querido analizar las hojas de algodón y hemos solicitado a las autoridades que lo hagan. Pero, por falta de medios y de órganos independientes, las muestras fueron enviadas ¡a los laboratorios de la propia Monsanto! y como era de esperar no encontraron nada sospechoso.
La situación es muy preocupante puesto que, en la actualidad, el Algodón BT (introducido en el año 2008) representa el 70% de la producción total de algodón burkinés, debido al monopolio existente en el país. El sector del algodón está controlado por 3 sociedades algodoneras (SOFITEX, Faso Coton y SOCOMA) que se distribuyen geográficamente el territorio. SOFITEX, la más potente, ha promovido activamente e impuesto el cultivo del algodón BT entre el campesinado.
No hay medios de prensa que nos inviten, nos escuchen y difundan nuestros mensajes y la administración se busca cualquier pretexto para no recibirnos.
En este escenario hemos de considerar el aspecto político de Burkina Faso, dominado desde hace 24 años por el clan Campaoré. Monsanto firmó un acuerdo con el Gobierno en el que se establecía que el 50% de las ganancias de la venta de semillas se las quedaba el Estado. Asimismo, el Gobierno está muy interesado en atraer a los grandes financiadores internacionales como EE.UU, que condicionan sus Ayuda al Desarrollo a la incorporación de los transgénicos.
Ante estas amenazas nos hemos organizado y movilizado para denunciar los transgénicos. Y con muchas dificultades para realizar movilizaciones y campañas de sensibilización ya que en Burkina Faso la policía política sigue siendo activa y las y los campesinos temen al régimen de Campaoré. Asimismo, la censura contra el SYNTAP y el movimiento contra los transgénicos es terrible. Actualmente no hay medios de prensa que nos inviten, nos escuchen y difundan nuestros mensajes y la administración se busca cualquier pretexto para no recibirnos. Es por ello que también estamos en contacto con redes y movimientos internacionales para tener un apoyo e intercambiar experiencias para la lucha contra los transgénicos.
Lo que está sucediendo en Burkina Faso no es sólo una cuestión de los burkineses. Monsanto y las firmas de biotecnología están usando nuestro país como un caballo de Troya para introducir los transgénicos en África del Oeste. Burkina Faso se ha convertido en un laboratorio. Por ejemplo, una Fundación apoyada por las empresas biotecnológicas y las Fundaciones Gates y Rockefeller está experimentando con el sorgo biofortificado. El Sorgo es el alimento de base de casi 300 millones de personas en África. Un sorgo transgénico patentado pondría en grave peligro la seguridad y la soberanía alimentaria en el continente africano.
Es por todo ello que debemos unirnos para luchar contra la invasión de los transgénicos y defender a las y los campesinos y a la soberanía alimentaria.
PARA SABER MÁS
https://www.combat-monsanto.org/