La renta básica convertida en instrumento para un mundo rural vivo
Ramiro Pinto
Foto: La Voz del Viento (Documental)
Alguien dijo que las civilizaciones mueren en las ciudades y nacen en los pueblos. Ha sucedido a lo largo de la Historia. Actualmente la crisis se encamina a la devaluación de la moneda debido a que no está respaldada por nada que garantice su valor, sino al revés, por una deuda en una cadena de deudas en la que la burbuja inmobiliaria será, a no tardar, un cuento de niños comparada con la financiera.
Después de haber visto el significado y alternativas que se proponen desde la Economía Solidaria, nos parece muy interesante abordar desde ésta óptica las potencialidades del derecho a una Renta Básica
LA RENTA BÁSICA
Hoy el mundo económico es un inmenso agujero negro. La posibilidad de resistir a dicha situación será el intercambio -que sólo funcionará en pequeños colectivos- y habrá que volver a mirar los frutos de la tierra en ella, y no en los supermercados. Los productos químicos y fertilizantes quedarán fuera del circuito ante la falta de liquidez y se habrá de volver a la ecología como referente de la producción primaria. No es ciencia ficción, sino un análisis concreto de la realidad concreta. O dicho de otro modo, el río siempre vuelve a su cauce. Lo cual sucede por las buenas o por las malas.
Para evitar la crisis que nos ha venido encima se ideó hace tiempo la idea de la Renta Básica. Ya en los años 50, Erich Fromm en su obra “La sociedad sana” y en “Psicoanálisis de la sociedad contemporánea” dedica un apartado a analizar la necesidad psicológica de lo que él llamó un ‘salario asegurado’, que viene a ser la actual Renta Básica. Lo planteó como un mecanismo de adaptación al mundo tecnológico que empezaba a emerger por entonces. De no hacerlo, amenazaba el peligro de que la población cayera en una neurosis colectiva a medida que avanzase el modelo industrial. Llegó a imaginar algo que supuso nunca se llegaría a ver, y para dar una idea de los tremendos cambios que se avecinaban hizo una previsión exagerada: que la gente saliera a la calle a pedir más empleo y ganar más, en lugar de lo contrario, para disfrutar plenamente y disponer de tiempo.
Durante los años 80 aparece el Colectivo Fourier en la Universidad de Lovaina, recogiendo una idea de Charles Fourier. Este socialista francés, que propugnó una economía basada en el cooperativismo, dijo que si la sociedad nos impide vivir de la naturaleza porque los ciudadanos no pueden cazar, ni pescar, ni cultivar la tierra, ni recoger los frutos de los bosques porque todo se ha convertido en propiedad privada, es la sociedad la que con sus medios económicos, concentrados en unos pocos dueños de la propiedad privada, debe garantizar como mínimo la supervivencia de las personas en un medio económico que no se lo permite libremente.
A partir de estas ideas se ha ido desarrollando y defendiendo por diversos colectivos y asociaciones la idea de la Renta Básica, hasta convertirse en un modelo económico que desarrolla la Teoría Alternativa (alter natos - otro origen). Se planteó a comienzos de los años 90 para evitar la crisis a la que se veía abocada la economía global y que se cuestionaba desde los movimientos antiglobalización.
La Renta Básica, sin ser la panacea de todos los problemas, es a la economía lo que el voto a la democracia.
Ahora, inmersos en la crisis, la Renta Básica se presenta como la única forma para salir de ella y a la vez del modelo económico actual. La Renta Básica consiste en dar una cantidad de dinero medida sobre el umbral de la pobreza a cada ciudadano y ciudadana, que viene a ser actualmente 483 euros al mes (en el caso de los menores de edad hay quien plantea que sea la mitad de dicha cuantía). Por eso es básica, ya que si fuera más podría entorpecer la capacidad del empleo, todavía necesario. Es universal y se plantea como un derecho económico de primer orden sin el cual, para quien no recibe nada, ninguna prestación, los otros derechos son humo. La Renta Básica lleva a una democratización de la economía: nadie será chantajeado con el hambre o ante la necesidad de trabajar en condiciones cada vez más infrahumanas.
Hay dos problemas que se plantean desde las inercias del pensamiento, de unos esquemas impuestos o aprendidos que no se ajustan a la realidad. Uno es pensar que nadie trabajaría. ¿Con el mínimo para vivir no se querrá hacer nada? Es claro que no, o al menos eso parece si observamos que se hacen horas extras con sueldos medios. El segundo es decir inmediatamente, como pensamiento reflejo, que no hay dinero para ponerla en marcha. La cuestión no es si hay o no hay dinero, sino cómo se organiza el dinero que hay, y elaborar una fiscalidad acorde a las necesidades de la sociedad. Es posible, es necesaria su implantación.
LA RENTA BÁSICA EN EL MUNDO RURAL
La Renta Básica en el mundo rural supondría un cambio en un modelo que se fundamenta en la economía de las grandes ciudades, quedando los pueblos como algo residual y simple despensa o lugar de esparcimiento de las y los habitantes de las grandes ciudades. Sabemos bien que la riqueza del campo se la llevan los agentes distribuidores que especulan y se enriquecen a costa del sudor del campo. Su aplicación, entonces, supondría:
- Garantizar la supervivencia de las personas en los pueblos, con o sin trabajo, que no tiene porque estar centrado exclusivamente en una economía agroganadera. Personas que hacen actividades ecológicas de todo tipo, desde agricultura a turismo rural, trabajo forestal, informático o de artesanía, podrían mantenerse en su actividad sin tener que dejar el pueblo para buscarse la vida, por regla general, en una ciudad.
- Las y los trabajadores del campo tendrían su medio de vida garantizado. Se evitaría en parte la dependencia de las personas agricultoras de las subvenciones que normalmente las atrapa en modelos productivos muy poco sostenibles. Permitiría que muchas de estas personas se atrevieran a dejar modelos intensivos para trabajar bajo cánones agroecológicos. En realidad, con una renta básica se superaría el modelo de subvenciones actual que está favoreciendo a muy pocas personas, las más ricas y con más terrenos. Los actuales fondos de la PAC podrían estar redirigidos a cubrir una parte de las rentas básicas de las gentes rurales.
- Y claro, siendo los alquileres y en general la vida más barata, en los pueblos habría un movimiento de población por ósmosis hacia ellos. Estimularía por sí sola la vuelta al medio rural y a las economías relocalizadas y a escala humana.
- Por último, y fundamental, contando con una renta de estas características se favorecería enormemente el reto más importante: la incorporación de jóvenes a la agricultura. Con la subsistencia garantizada los primeros años –siempre difíciles- podrían superarse, permitiría un ritmo pausado a estas incorporaciones, sin caer en endeudamientos y, finalmente, generando buenos medios de vida para y provechosos alimentos locales para la población de la zona.
Contando con una renta de estas características se favorecería enormemente el reto más importante: la incorporación de jóvenes a la agricultura.
La Renta Básica podemos entenderla como un Derecho
Universal, y desde ahí y después de las reflexiones anticipadas
en este artículo, cabe hacerse entonces una pregunta:
¿Cómo la aplicación de la Renta Básica puede
favorecer el paradigma de la Soberanía Alimentaria
y conseguir un medio rural vivo?
Es un debate incipiente en el que debemos profundizar.