David BOU
Artículo publicado originalmente en la Directa (en català)
La empresa Liquats Vegetals S. A. quiere perforar 28 pozos –algunos en zonas naturales protegidas– y extraer agua para que su fábrica de Viladrau (Osona) aumente exponencialmente la producción de las bebidas que comercializan tras las marcas Yosoy, Monsoy y Almendrola, entre otras. Entidades vecinales y ecologistas denuncian que el proyecto acabará con el caudal de la riera Major del Montseny, uno de los cursos fluviales mejor conservados de Catalunya.
Productos de la marca Yosoy, propiedad de la empresa Liquats Vegetals, en un supermercado de Barcelona | Foto: Victor Serri
El murmullo del agua se hace más intenso en el desvío de la carretera que conduce al Pont de Fàbregues de Viladrau, un pueblo de poco más de mil habitantes ubicado en la comarca de Osona. En este lugar, donde el bosque de ribera se abre y no cubre el curso de la riera Major, nos esperan tres personas preocupadas. «Esta es de las únicas rieras limpias que quedan en la comarca, tiene una población muy buena de truchas y está encuadrada dentro del Parque Natural del Montseny», explica Joan Serra Gros, presidente de la Societat de Pescadors de Viladrau, entidad que gestiona un tramo de pesca controlada sin muerte.
La riera Major brota de los manantiales situados bajo la emblemática cumbre del Matagalls, desciende por la vertiente norte del macizo, atraviesa les Guilleries y acaba desaguando en el Ter. «El sistema Sau-Susqueda proporciona el agua corriente a Girona y Barcelona; abastece a más de dos tercios de la población de Catalunya, por lo tanto, lo que está pasando aquí acabará afectando a gran parte de los catalanes», asegura Enric Tomàs, miembro de la plataforma Viladrau defensa la seva aigua.
Este vecino del pueblo ve con preocupación los planes de Liquats Vegetals, sociedad anónima instalada en el municipio desde 1991 y dedicada a la producción de bebidas vegetales de soja, avena, arroz o almendra –entre muchas otras –, que ha experimentado un crecimiento meteórico de ventas en los últimos años. Principalmente, Liquats Vegetals produce las marcas Yosoy, Monsoy y Almendrola, pero también son suyas las marcas blancas de Mercadona y Bonpreu-Esclat. Con el objetivo de aumentar su producción, la empresa ha solicitado a la Agencia Catalana del agua (ACA) –empresa pública de la Generalitat adscrita al Departamento de Territorio y Sostenibilidad– la concesión de pozos para uso industrial con el fin de extraer todavía más agua de la apreciada cuenca de la riera Major.
«Lo grave es que pretenden llegar a captar hasta 400.000 m3 anuales de agua, una absoluta barbaridad», opina Jesús Soler i Vilaró, portavoz del Grup de Defensa del Ter.
Según confirma la ACA, actualmente hay dos expedientes abiertos a la espera de resolución: el primero de 2016 y relativo a la perforación de hasta 28 nuevos pozos, a estas alturas pendiente del informe de la Oficina Territorial de Acción y Evaluación Ambiental (OTAAA) de Barcelona, puesto que gran parte de las captaciones se llevarían a cabo dentro de los límites del Parque Natural del Montseny; el segundo, iniciado este año, pide la apertura de un nuevo pozo dentro de la misma fábrica. «Son dos expedientes diferentes que se encuentran en trámite, lamentamos no poderte precisar un plazo concreto sobre cuándo podrían estar resueltos», indica la ACA. Asimismo, la OTAAA ha informado a La Directa de que está cerrando la propuesta de resolución de impacto ambiental del proyecto, después de recibir hasta 46 alegaciones por parte de entidades y personas interesadas.
«Liquats dice que no son pozos, que son simplemente prospecciones para averiguar de dónde sale más agua. Cuando lo tengan claro, usarán uno o dos y los otros los abandonarán. Lo grave es que pretenden duplicar su capacidad y captar hasta 400.000 m3 anuales de agua, una absoluta barbaridad», opina Jesús Soler i Vilaró, portavoz del Grup de Defensa del Ter (GDT), histórica asociación ecologista galardonada con el premio Medio Ambiente de la Generalitat de Catalunya en 2014. Soler lo tiene clarísimo: «El caudal de mantenimiento; es decir, lo mínimo que cualquier aprovechamiento en un río del país tiene que dejar por ley y porque lo dice la directiva marco europea, es más o menos el caudal que han pedido y pretenden utilizar. Pueden llegar a dejar seca la riera».
Liquats Vegetals, con la bandera de la sostenibilidad
«Estamos en el Montseny. ¿Por qué estamos aquí y no en un parque logístico? Por la calidad del agua, que recogemos dentro de la delimitación del Parque Natural del Montseny. [...] Somos naturales por elección y por vocación». Así es como Liquats Vegetals explica en su portal web el emplazamiento que ocupan, donde desarrollan una actividad que definen en términos de sostenibilidad, con la misión de «inspirar una alimentación saludable a través de una relación honesta con los ingredientes, las personas y el entorno».
Fábrica de Liquats Vegetals en la entrada de Viladrau, al pie de la cara norte del Parque Natural del Montseny | Foto: Aleix López
La riera Major a su paso por el término municipal de Viladrau (Osona) | Foto: Aleix López
A finales del año 2019, los ingresos de explotación de la sociedad presidida por Josep Maria Erra Serrabasa casi alcanzaban los 66 millones de euros, con un resultado positivo del ejercicio cifrado en más de 3,6 millones de euros. «Con este nivel de producción que tienen ahora, la empresa es totalmente rentable y no hay peligro de pérdida de puestos de trabajo ni de beneficios por no hacer este proyecto», considera Enric Tomàs.
Por su parte, Liquats Vegetals emitió una nota el pasado mes de septiembre en la que afirmaba que «los trámites de concesión de explotación de aguas subterráneas prevén estudios de valoración de la posible interferencia entre los pozos y la riera, condicionando la aprobación de estas explotaciones a la no afectación de la riera. De este modo, se garantiza la preservación del caudal de la riera Major». El portavoz del GDT no se fía: «en cuanto chupas agua de los acuíferos, bajan los niveles; las fuentes y los manantiales que alimentan las rieras dejan de hacerlo. Esto son habas contadas, agua hay la que hay, o baja por el río o se va en camiones hacia los supermercados, una de dos, pero para todo no da», concluye.
Anna Rovira, directora de marketing de Liquats Vegetals, asegura que la empresa «no tiene ninguna voluntad de secar el Montseny; hemos hecho un estudio sobre los recursos que hay y el nivel de infiltración en la zona de Viladrau es de aproximadamente 8,5 hm3, mientras que utilizamos en torno a 0,4 hm3 y devolvemos dos terceras partes al medio», según un estudio hidrogeológico que ellos mismos contrataron a una consultora privada. Pero, más allá del problema con el agua, ya hace años que la población de Viladrau sufre otras molestias provocadas por la fábrica ubicada en la carretera de Vic, muy cerca de la entrada al pueblo. El tráfico de grandes tráileres por un vial estrecho de doble sentido ha comportado más de un susto a los conductores de turismos, los olores que provoca la producción obligan a cerrar las ventanas de las casas e incluso el ruido ha motivado la creación de una plataforma de protesta.
Liquats Vegetals emitió una nota el pasado mes de septiembre en la que afirmaba que "los trámites de concesión de explotación de aguas subterráneas prevén estudios de valoración de la posible interferencia entre los pozos y la riera".
El conflicto principal se empezó a evidenciar en la red pública de suministro de agua de Viladrau, de la cual se abastece principalmente la empresa. Esta es una instalación antigua cuya renovación requiere inversiones y Liquats ha participado en su financiación fruto de los intereses evidentes que tiene en su buen funcionamiento. Aun así, con el aumento exponencial de su volumen de negocio, la red no es suficiente. «Ellos hacen su proceso y vuelven a echar el agua en el río "depurada"», relata Joan Serra Gros. El pescador local continúa: «Tienen una depuradora pequeña en la planta y con la ampliación de la fábrica están construyendo una grande, pero de momento siguen echando vertidos en la depuradora municipal y la otra parte la sacan en cisternas. El problema es que la depuradora municipal –que no es industrial, es de pueblo– no lo puede absorber», concluye Serra Gros.
Estos episodios provocan incidentes como el del pasado mes de octubre, cuando se produjo un vertido de bromo proveniente de las torres de refrigeración de la fábrica. La depuradora de la planta no lo pudo neutralizar, de aquí pasó a la planta municipal –que no lo pudo decantar– y finalmente fue a parar a la riera, que quedó retratada llena de espuma en unas imágenes difundidas por las redes sociales. En esta ocasión, los representantes de Liquats no tardaron en salir a los medios de comunicación para decir que el incidente no había perjudicado la biodiversidad, pero Serra Gros sostiene que «unos vertidos continuados pueden afectar muchísimo a toda la vida y fauna que lleva el río». Lo mismo piensa el representante del GDT, que carga contra la construcción en marcha de la nueva instalación: «Tener una depuradora industrial a esta altura de una riera pequeña y protegida, justo en su nacimiento, pone en peligro constante la calidad del agua, porque las depuradoras extraen un porcentaje importante de algunos contaminantes que no va a parar al río, pero nunca es el 100 % y, además, sufren accidentes».
Albert Bosch, teniente de alcalde de Viladrau y regidor de Urbanismo, medio ambiente, Guilleries y participación ciudadana, miembro del grupo municipal Independents, explica que «se trata de solucionar deficiencias estructurales para mejorar la captación». En conversación telefónica con este medio, asegura que el Ayuntamiento pretende «conseguir que la red propia cubra toda la demanda, también la de la industria. Es importante que el agua la venda el Ayuntamiento desde la red municipal porque Liquats paga un canon que sirve para mejorar las infraestructuras». Según explica, actualmente el consistorio tiene la concesión para captar aproximadamente 325.000 m3 de agua, de los cuales vende 200.000 a Liquats y el resto abastecen el pueblo. Con los nuevos planes, la captación aumentaría hasta los 555.000 m3, de los cuales 400.000 servirían al negocio privado de las bebidas vegetales.
De la mano del Ayuntamiento
La política municipal de Viladrau ha estado marcada en los últimos años por la gestión de las polémicas surgidas a raíz de la actividad de Liquats Vegetals. En 2015, la empresa vio aprobados sus planes de expansión gracias al permiso concedido por el equipo de gobierno encabezado por el entonces alcalde Franscesc Bellvehí, del grupo de l'Alternativa, actualmente denominados Independents. La luz verde al proyecto de ampliación de 16.000 m2 de la fábrica se dio con el gobierno municipal ya en funciones, porque, a pesar de que la lista encabezada por Bellvehí había sido la más votada en las nuevas elecciones, se sabía que los grupos de SOM y CDC se unirían para instaurar un gobierno de coalición.
Posteriormente, una vez fuera del gobierno, «el señor Bellvehí se hizo con el contrato de mantenimiento de la fábrica, que le ha traído muchísimo dinero», explica Enric Tomàs, miembro de la plataforma Viladrau defensa la seva aigua, que ha ido en alguna ocasión a las listas electorales de SOM, grupo adscrito a ERC. Este grupo fue el más votado en las últimas elecciones municipales de 2019, obtuvo cuatro regidores, igual que la candidatura Independents, que con veinte votos menos quedó en segunda posición. El tercero y último partido con representación en el pleno fue Junts per Viladrau, encabezado por el convergente Jaume Tordera, que en campaña había prometido facilitar el gobierno a la lista más votada y con su abstención propició la investidura de Margarida Feliu, la candidata a alcaldesa por SOM que revalidaba el cargo con un gobierno en minoría.
Cien días después de la toma de posesión, el grupo Independents presentó una moción de censura contra el gobierno municipal y arrebataron la alcaldía a los republicanos con el apoyo de Jaume Tordera, que pese a todo se ha mantenido fuera del gobierno. A partir de aquel momento, según denuncian desde la plataforma formada por vecinos y vecinas de diferentes sensibilidades políticas, empezó el último proyecto de expansión de la fábrica. La actual alcaldesa, de Independents Viladrau, Noemi Bastias, es hija de Manel Bastias, uno de los regidores que junto con el exalcalde Francesc Bellvehí autorizaron la expansión de la empresa en 2016. Asimismo, el regidor del gobierno encargado de dinamización económica, turismo, vivienda y vida asociativa, Víctor Niubó, es presidente de la Mesa del agua del municipio a la vez que trabaja en Liquats Vegetals como coordinador de proyectos.
«Los miembros del equipo de gobierno se han convertido en los portavoces de Liquats y empiezan a aplicar la táctica política de decir que mentimos y que tenemos intereses partidistas, y caen en la descalificación personal», lamenta Tomàs. Y añade: «Ni yo ni ninguna de las personas que formamos parte de la plataforma esperamos sacar ningún beneficio económico de este tema; al contrario, queremos que en los años futuros nuestros hijos y nietos vean la riera al menos como está ahora». Por otro lado, el teniente de alcalde Albert Bosch se muestra convencido de que todo el gobierno municipal tiene «vocación de trabajo por el pueblo y ninguna persona hace nada por su propio interés; esto es dudar de la honorabilidad y nosotros separamos nuestra vida personal de la vocación política».
El proceso de exposición pública de los proyectos se cerró el pasado mes de septiembre y la plataforma denuncia que se enteraron a última hora y solo pudieron presentar alegaciones cuando estaba a punto de expirar el plazo. Jesús Soler, del GDT, asegura que empresas como Liquats «hacen negocio con el agua y, a cambio, la ley exige que paguen un canon de concesión que normalmente no es ninguna barbaridad, pero que a los ayuntamientos –sobre todo a los pequeños– les va de cine porque siempre van colgados de dinero; y las empresas aprovechan esta carencia para hacer suyos los ayuntamientos».
David Bou
La Directa