Activista del Sindicato de Obreros del Campo – Sindicato Andaluz de Trabajadores
Mariana Cantero
(Artículo publicado en el número 464 de La Directa)
Nacido en Senegal y de familia campesina, se reivindica como hombre del campo. De hecho, conoció la ciudad a los diecisiete años, cuando se trasladó al norte del país para estudiar filología en lenguas hispanoamericanas. Trabajó como profesor en su país de origen, pero, descontento con las condiciones laborales que le ofrecía la enseñanza privada católica en Senegal, se fue a Almería, donde llegó en 2001.
Spitou Mendi. Foto: La Directa
«Al ver tanta mano de obra sumisa y obediente, gente que no habla el idioma y sólo sabe decir que sí con la cabeza, me dije que había que hacer algo». Es entonces cuando, en un locutorio, vio un anuncio de una asamblea general de trabajadoras. Así conoció el Sindicato de Obreros del Campo – Sindicado Andaluz de Trabajadores/as (SOC-SAT). El año 2006, después de trabajar cinco años en el campo, asumió el cargo de portavoz territorial del sindicato. Ahora hace un año que está retirado del cargo formal, pero continúa vinculado a la organización.
Denunciáis la situación laboral de las trabajadoras del campo…
Sí, porque la situación es dramática. No tienen derechos, trabajan de sol a sol. El convenio estipula que se tienen que cobrar 46 € por ocho horas de trabajo, unas condiciones que nadie tiene. Muchas veces los patrones declaran cinco días de contrato cuando la gente trabaja treinta. Hay quien trabaja durante años y no tiene derecho a paro. La Seguridad Social lo acepta, no hay bastantes inspecciones, así que dejan a las trabajadoras en manos de los explotadores.
Normalmente se usa la figura de la persona temporera para justificar situaciones de precariedad…
Tenemos que olvidar, desterrar, el concepto de temporero. No hay temporeros. Quien trabaja nueve o diez meses no lo es. La campaña empieza en septiembre y acaba en junio, a veces empieza incluso en julio. Al final es todo el año, pero los contratos son hasta la finalización de la campaña, y esto abre la vía del despido cuando el patrón lo quiere o encuentra alguien sin papeles que cobra menos.
¿Estas prácticas son generalizadas?
Los pequeños agricultores a veces no tienen capacidad de competir con los grandes, pero, si sólo pueden pagar a dos personas trabajadoras como es debido, es lo que tendrían que hacer. Hay cooperativas con más medios, pero en general tampoco cumplen las condiciones laborales establecidas por la ley. Tienen más cuidado con la contratación y los días cotizados, pero no hay nadie que la cumpla del todo.
Tenemos que olvidar, desterrar el concepto de temporero. No hay temporeros. Quien trabaja nueve o diez meses no lo es. La campaña empieza en septiembre y acaba en junio. A veces, empieza incluso en julio.
¿Hay connivencia por parte de la administración?
Las organizaciones agrarias COAG, ASAJA y UPA hablan con subdelegación del gobierno, que los ampara y toma partido. Ya hemos denunciado esta complicidad. Pero los agricultores tienen derecho a voto, mientras que muchos de sus trabajadores no lo tienen, porque son ilegales.
El sindicato denunció los abusos sexuales a los cuales estaban sometidas un grupo de mujeres trabajadoras del campo en Huelva. ¿Esta situación se reproduce en otros lugares de Andalucía?
En Almería hay muchas mujeres trabajando al campo. Están presentes en todos los sectores de la agricultura, desde la cosecha hasta el almacenamiento. Sufren situaciones laborales de abuso, quizás en algún caso abusos sexuales, pero no tan visibles ni generalizadas como en Huelva. Allá, desde el comienzo de los llamamientos a contingentes de trabajadoras, cuando pedían polacas o chicas del Este en 2002-2003, se sabía que había algo. Cuando estos países entraron a la Unión Europea dejaron de venir estas mujeres. Entonces fueron a Marruecos a buscar gente que no hablara español, y hasta han llegado a exigir que sean madres de familia para asegurarse que volverán a su país. La realidad es que muchas no han vuelto y están en Almería ejerciendo la prostitución para enviar dinero a sus familias. Este drama que hemos denunciado es habitual en estos sectores, porque los patrones buscan gente necesitada a propósito. Por eso mismo no esperaban que se hiciera público. Ha sido muy buena noticia el coraje de estas mujeres, ha costado mucho que salga a la luz. Ahora el tema ya está en manos de los juzgados.
¿Tenéis portavoces mujeres?
¿Y esta pregunta? [risas] Tenemos mujeres muy valientes, pero en el sector donde estamos no tenemos portavoces mujeres. De hecho, no hay mucha gente que quiera ocupar estos cargos, porque hay que exponerse, hay que hacer públicas las quejas generales. Además, se tiene que viajar mucho y esto no siempre es compatible con ciertos horarios.También en Almería se tienen que tener idiomas, porque hay gente de todas partes. Hemos intentado formar a mujeres para que lleguen a ser portavoces, pero no lo hemos conseguido.
La precariedad y la alta movilidad también dificultan la lucha sindical…
Sí. De hecho, cuando empezamos con ‘papeles para todo el mundo’ el interés era general. Había más gente indocumentada en 2001-2002. Esta lucha se fue apagando. Cuando se obtienen los papeles la gente se marcha a Barcelona o Madrid para buscar un trabajo menos precario. Esto dificulta la tarea sindical, porque puedes preparar bien un cuadro sindical para el relevo y que después se vaya. En Almería la gente no se integra, se va.
¿Las reformas laborales os han afectado?
Sí. Yo creo que antes de las reformas estábamos mal, pero solían conseguirse contratos más estables. El problema es que desde hace relativamente poco el despido es mucho más económico. Las personas migradas, cuando las despiden, se van sin nada. Por eso nuestra tarea es comunicar cómo son las leyes, que las trabajadoras sepan que tienen derechos.