Irene García Roces y Patricia Dopazo Gallego
Ilustración: Intimidez a punto de nieve
Han sido años de estudio, de sumergirnos en los viejos libros de las brujas campesinas, curanderas, indígenas y mestizas, de mezclar, probar, remezclar, equivocarnos y acertar con las cantidades, temperaturas y utensilios. Hoy, dejando a un lado nuestras inseguridades, queremos compartir una fórmula para extender la soberanía alimentaria feminista. No nos cansamos de beberla ¡y seguimos aprendiendo en cada trago!
Nuestro plan implica además reivindicar la brujería y las brujas como mujeres que no tuvieron miedo a existir, valientes, agresivas, inteligentes, inconformistas, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarias.
Toda bruja ha de saber que los hechizos nunca son únicos ni cerrados, sino dinámicos, abiertos a la creatividad e imaginación de cada una, a las condiciones de su espacio y su territorio, así como de cada persona o colectivo. Un buen hechizo es aquel en el que cualquiera pueda sentirse incluida, aquel dispuesto a repensarse, a cuestionarse, a confirmarse... manteniéndose siempre abierto a toda sospecha.
INGREDIENTES
- El único recipiente en el que puede cocinarse esta poción es el anticapitalismo. No aceptes imitaciones. Recomendamos untarlo con antidesarrollismo para que muestre todo su potencial.
- La base material de nuestro brebaje la constituyen los alimentos frescos, ecológicos y producidos localmente, enriquecidos con las realidades, lugares y formas de hacer que existen en los diversos mundos. Fomentamos así, desde nuestras brujerías, la autonomía de quienes viven en el campo y ayudamos a rescatar los conocimientos y las prácticas de manejo de nuestras abuelas, que siempre cuidaron la vida. Queremos que sean locales porque esto genera una relación estrecha entre el cuerpo y la tierra, entre naturaleza y cultura; y de temporada, para acompañar las estaciones y los ciclos naturales, aliados de la brujería. Como brujas, todas estas recomendaciones nos resultan familiares, sin embargo, es importante embrujar con ellas al conjunto de la sociedad.
- Cualquier soberanía incluye la soberanía sobre nuestros propios cuerpos, como recuerdan las compañeras del feminismo comunitario latinoamericano. Nuestro cuerpo es nuestro principal territorio y las mujeres tenemos que poder decidir sobre él, pero también sobre los espacios y territorios que habitamos. Reivindicamos espacios libres de violencia heteropatriarcal y el derecho a la autodefensa.
- Para elaborar este brebaje hace falta tiempo. El sistema capitalista sufre de una enfermedad cultural que es la falta de tiempo, relacionada con el culto a la aceleración de los ritmos, la compartimentación de la vida cotidiana, la centralidad del trabajo asalariado y de un ocio mercantilizado. Las mujeres la sufrimos especialmente, ya que el sistema heteropatriarcal nos obliga, a la vez, a hacer frente a las necesidades de la vida y a las necesidades del mercado y esto implica dobles y triples jornadas laborales.
- Soberanía implica otro ingrediente básico, sistemáticamente negado a las mujeres, la autonomía (no confundir con el individualismo). Asumir nuestra interdependencia y ecodependencia no necesariamente implica renunciar a nuestra autonomía. Y en esta búsqueda también es necesario cuestionar el papel del Estado, los límites y posibilidades que nos aportan lo común y la autogestión.
Si no podemos conseguir estos ingredientes de forma directa, debemos hacerlo en espacios de resistencia al mercado capitalista, como los mercados del sur global, lugares coloreados, de encuentro, en los que se establecen relaciones horizontales entre quien compra y quien vende, en los que se crean redes en las que las mujeres tienen una presencia fundamental y en los que el dinero en muchos casos es desplazado por el trueque (esto puedes incorporarlo cuando vayas adquiriendo destreza en la brujería, no te presiones).
ELABORACIÓN
Muy importante la fase de desprivatizar y desfeminizar lo relacionado con los cuidados y la alimentación. Esta parte debe hacerse con atención y esmero y no se recomienda cortar, ya que pueden no eliminarse las raíces del problema; para ello es necesario, apoyando ambos pies con firmeza en la tierra, arrancar con delicadeza y decisión, utilizando ambas manos. Simultáneamente hay que discutir cómo nos hacemos cargo colectivamente de estas cuestiones.
Es necesario además incluir y trabajar otras formas de organización que superen los hogares y familias nucleares heteronormativas que perpetúan relaciones heteropatriarcales grumosas, como el amor romántico. Un truco es organizarse, tejer y entretejer redes, colectivos, etc. fomentando el apoyo mutuo y la autogestión sin caer en guetos.
Si, una vez demos por terminada la elaboración, observamos una clara textura colectiva, quiere decir que el proceso ha sido un éxito. Si por el contrario nuestra fórmula tiene una textura más individualista, hay que desecharla. No recomendamos beberla y no nos responsabilizamos de los efectos que produzca.
Nuestro plan es que esta pócima se extienda poco a poco, como si de una maldición se tratase, propagando sus efectos de rebeldía, alegría y transgresión. Te animamos a que compartas y difundas tus avances y descubrimientos.
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El número completo, dedicado a los cuidados, puede descargarse en www.localcambalache.org