Lucía LÓPEZ MARCO
Biela y Tierra es una iniciativa impulsada por Edurne Caballero y Ana Santidrián con la que van a recorrer cerca de 3000 km en bicicleta visitando más de 50 iniciativas desarrolladas en el medio rural ligadas a la alimentación sostenible.
Hay proyectos que son pura poesía: derrochan pasión por todos los costados y quedas enamorada a primera vista. Eso me pasó con Biela y Tierra. En estos tiempos en los que parece que solo hay prisas, nos invaden los coches y los medios nos venden que no hay vida más allá de las ciudades, Ana y Edurne han decidido armarse de sus bicicletas para mostrar al mundo que nuestros pueblos rebosan vida.
BIELA Y TIERRA: VIENTO Y LLUVIA
La Asociación Trashumancia y Naturaleza cuenta que cada oveja trashumante traslada cada día unas 5000 semillas a lo largo de 20 km de recorrido. Si Ana y Edurne fueran pequeñas rumiantes, con los 15 millones de semillas que dejarían tras de sí a lo largo de los cuatro meses de recorrido pedaleando contra viento y marea, convertirían el camino que van a surcar las finas ruedas de sus velocípedos en un inmenso jardín.
Igual que las ovejas, Ana y Edurne viven muy pegadas a la tierra: Edurne lleva mucho tiempo trabajando en proyectos relacionados con la agroecología y conociendo iniciativas que dan vida al territorio. Ana, por su parte, viene de un pueblo de la provincia de Burgos y cree firmemente en el poder de la comunicación en positivo para acabar con el problema de la despoblación, que es, sin duda alguna, uno de los mayores retos a los que se enfrenta su provincia natal y el resto de las zonas que van a visitar. No hay que olvidar que más del 80 % de la población vive en menos del 20 % del territorio y que el medio rural desempeña un papel fundamental en la producción de alimentos y conservación de nuestros ecosistemas, así como en la transmisión de nuestra cultura y del conocimiento tradicional.
Pero ellas no solo van a sembrar. Sobre todo, van a regar las semillas que están brotando dispersas y silenciosas, lejos de las urbes, en las provincias de Zaragoza, Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Asturias, Cantabria, Bizkaia, Gipuzkoa, Huesca y Teruel. Quieren conocer, tocar, aprender, mancharse, reír, descubrir y dar voz a las manos que cuidan la tierra y tejen el territorio. Sus herramientas, sin embargo, no son la azada y la regadera, sino su cámara y su ordenador, con los que pretenden mostrar al mundo todos esos proyectos que brotan y crecen en el medio rural, pero de los que rara vez se habla en los medios convencionales.
BIELA Y TIERRA: LATIDO Y ESPERANZA
Un viaje de tal envergadura no se cierra en un día, más bien se digiere pausadamente, como lo hacen nuestras queridas ovejas: volviendo al punto inicial y mascándolo lentamente. Ana está a punto de defender su tesis doctoral y sintió el latido de querer escapar hace unos meses. Lo que tenía claro era que quería hacerlo acompañada de su bici. Edurne, por su parte, quería dejar el trabajo y visitar proyectos en el medio rural. Y así surgió la simbiosis: recorrer en bici el centro-norte peninsular visitando iniciativas relacionadas con la agroecología y la soberanía alimentaria, porque ¿qué mejor metáfora para visibilizar que nuestra alimentación es el motor del cambio que necesitamos que hacerlo subidas al sillín de una bici?
Después de rumiar el proyecto, comenzaron a compartirlo en sus círculos cercanos. Enseguida recibieron el apoyo de colectivos que les ayudaron a repensar la idea, siendo esencial la colaboración de Sole López y Cristina Vázquez de LaDársena Estudio. De ahí salió su primera acción: la realización de un vídeo contando el proyecto, que circuló a la velocidad de la luz. «La gente nos comenzó a escribir porque querían colaborar con nosotras, y nos pilló un poco desprevenidas. Así que hicimos un listado de cosas que íbamos a necesitar en el viaje por si había gente que las tenía y no les daba uso y nos las podían donar. Y como también nos preguntaban si íbamos a sacar un crowdfunding, pues al final decidimos hacerlo», comenta Edurne. La primera ronda del micromecenazgo, con el que buscan conseguir un mínimo de 10.045 €, está en marcha hasta el 21 de abril en goteo.org.
BIELA Y TIERRA: MANO Y SEMILLA
El objetivo de Biela y Tierra es dar a conocer los distintos proyectos que visiten, bien mediante vídeos en su canal de YouTube, bien a través de entradas en su blog y colaboraciones en diferentes medios de comunicación, incluyendo los locales. Quieren estrechar las manos de quienes mantienen vivo el territorio para unir fuerzas y darle la vuelta a la narrativa, porque «se habla mucho de despoblación, pero hay muchas iniciativas muy interesantes que demuestran que el medio rural está muy vivo; lo que pasa es que hay una invisibilización total. Yo soy de Burgos, mi pueblo está a 18 km de la capital y solo hay un autobús semanal de ida a la ciudad y otro de vuelta. No se sabe lo que hay en el territorio y eso que casi el 100 % de las materias primas está en los pueblos, aparte de todo el patrimonio histórico, cultural…», dice Ana.
El viaje al centro de la tierra de Edurne y Ana no se queda solo en contar quiénes son esas personas a las que visitan, qué hacen, cómo lo hacen y por qué están donde están, sino que además quieren organizar talleres en el territorio. No solo quieren regar, también quieren intercambiar semillas, y su semilla es la de la sensibilización. «Queremos que el mensaje llegue», me cuenta Edurne. «Queremos sensibilizar a la población sobre la importancia de la agroecología y el papel esencial del medio rural; porque sin medio rural, no hay ecología. Queremos reflexionar con la gente sobre cómo está nuestro planeta y qué podemos hacer. También nos gustaría hablar de soberanía alimentaria y ecofeminismo».
BIELA Y TIERRA: PAISAJES Y PAISANAJES
La aventura de Ana y Edurne comenzará a principios de junio, y seguirán a lomos de sus bicicletas hasta finales de septiembre. En total, a lo largo de unos 3000 km de recorrido, visitarán más de 80 iniciativas de producción y transformación sostenible de alimentos, que están en marcha, llenando de vida un territorio que se niega a vaciarse. Periódicamente, durante su viaje, nos demostrarán que los proyectos que van a visitar aportan multitud de beneficios, conservando paisajes y fijando población; al tiempo que crean conciencia sobre la necesidad de fomentar el consumo local y de cercanía, de mitigar los efectos del cambio climático a través de nuestros hábitos, la importancia de las mujeres rurales y las dificultades a las que se enfrentan… Si queréis soñar con ellas, podéis ayudarles a empujar los pedales colaborando en su crowdfunding.
Ana y Edurne: Biela y tierra. Viento y lluvia. Mano y semilla. Latido y esperanza. Dos faros para alumbrarnos en la oscuridad de quienes no quieren que veamos que sin medio rural no hay paisaje, ni cultura, ni tejido social. Que sin medio rural, no hay futuro.
Lucía López Marco