¿Hacia una agroecología interseccional?
Francesco Facchini
Alterbanc se concibe como una colaboración entre colectivos marginalizados por el capitalismo y el régimen alimentario corporativo, especialmente personas que sufren inseguridad alimentaria y pobreza alimentaria, y pequeños proyectos agroecológicos.
Acaba de llegar el camión verde de Ecocentral, Patxi lo aparca y baja corriendo. Sus movimientos rápidos al abrir la puerta trasera señalan el estrés de tener que comerse los atascos de Barcelona, ya que todavía le quedan tres entregas más para acabar el reparto de Alterbanc, pero eso no le borra la sonrisa. Al bajar, la puerta desvela el contenido del camión, cajas y cajas de verduras y frutas ecológicas producidas en los alrededores de la metrópolis. Todavía se distingue el olor del campo. Estoy con tres activistas más de la Xarxa de Porta —en el distrito de Nou Barris— y empezamos a bajar ese tesoro, para llevarlo dentro del Ateneu La Bòbila. Al día siguiente, las activistas, en su mayoría mujeres migradas, lo repartirán de forma gratuita entre unas veinte unidades familiares. «Durante la pandemia había alrededor de setenta familias», me dice Ruth mientras levantamos juntas una caja repleta de brócolis. Ruth dejó Perú y a sus dos hijos hace tres años y trabaja en Barcelona cuidando a una persona sin movilidad. Me cuenta que, cuando inició la pandemia, estaba sin trabajo; pero una amiga le habló de la Xarxa de Suport Mutu, y ella decidió empezar a participar porque, como dice, «es un grupo que ayuda a otras personas, no como en los bancos de alimentos, Cáritas o Cruz Roja, que tú vas a hacer una cola, recoges alimentos y te vas, como si fuera un supermercado, sino que esto es algo recíproco. Tú das tus fuerzas y a la vez también puedes recibir alimentos».
Mi participación en la Xarxa de Porta forma parte del trabajo de campo para mi proyecto de doctorado en el Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales (ICTA) de la UAB. Estoy estudiando dos casos, uno en Barcelona y uno en Sevilla, en que redes de apoyo mutuo surgidas para hacer frente a la crisis de la pandemia tejieron alianzas con iniciativas agroecológicas. En este texto compartiré algunas de las reflexiones iniciales que resultaron del intento de entender estas experiencias a partir de una perspectiva interseccional, es decir, analizando diferentes factores sociales como el género, la etnia o la clase social.
Alterbanc y RAMUCA
Creado en la primavera de 2020, al principio de la dramática propagación de la pandemia de COVID-19, Alterbanc se define como un banco de alimentos agroecológico que tiene como objetivo redistribuir productos orgánicos y frescos a personas marginalizadas a través de redes de apoyo mutuo basadas en la solidaridad y la participación. Alterbanc busca fondos —donaciones individuales y subvenciones públicas y privadas— para comprar frutas y verduras frescas a proyectos de producción agroecológica periurbana y pagar por el trabajo logístico proporcionado por la empresa de distribución Ecocentral.
Las redes de apoyo, en catalán Xarxes de Suport Mutu, también recogen alimentos excedentes en mercados locales y tiendas de proximidad y los colocan junto con las frutas y verduras ecológicas de Alterbanc en cajas que se distribuyen entre sus integrantes. Alterbanc se presenta como un modelo alternativo orientado a la agroecología en contraposición a la ayuda alimentaria convencional, un ejemplo con el que desean demostrar, especialmente a la administración local, que puede haber otra forma de abordar el problema de la inseguridad alimentaria.
La Red de Redes de Apoyo Mutuo de Sevilla (RAMUCA) también surgió en los primeros días después de la declaración de la pandemia. RAMUCA tenía como objetivo crear una red de apoyo mutuo y un fondo de solidaridad para apoyar a las personas afectadas por la crisis, incluidos trabajadores precarios o informales que perdieron sus empleos o personas mayores que tenían miedo de ir a comprar alimentos. La iniciativa se extendió rápidamente desde el centro a otros barrios de la ciudad, lo que llevó a la creación de veintiocho grupos de apoyo mutuo en pocas semanas, que se conocieron como ‘ramuquitas’. Varios taxistas también apoyaron la red, entregando alimentos, medicamentos o ropa. También se estableció un grupo de alimentos, en su mayoría compuesto por mujeres involucradas en el movimiento agroecológico local, para recopilar demandas y ofertas de ayuda y canalizar las donaciones en consecuencia. Cada ramuquita estableció una conexión con una tienda de alimentación, donde se recogía la donación de la persona que quería colaborar. El dinero se destinaba a comprar verduras frescas y alimentos básicos en la tienda, mientras que se invitaba a la persona o la familia que necesitaba apoyo a recogerlo. Los proyectos agroecológicos también contribuyeron a la red con donaciones de alimentos. La actividad de RAMUCA terminó poco después del período de confinamiento de la pandemia, cuando las activistas se unieron a otras organizaciones sociales locales en una denuncia pública de la falta de respuesta y eficiencia del gobierno local y otros actores institucionales para abordar los problemas sociales exacerbados por la crisis, incluida la inseguridad alimentaria.
Coaliciones interseccionales
Tanto RAMUCA como Alterbanc representan ejemplos de coaliciones que tejieron alianzas entre una gama muy diversa de actores, creando plataformas donde diferentes luchas se entrelazan y se abordan simultáneamente.
La convergencia entre esta diversidad de organizaciones sociales, actores económicos e individuos permitió un encuentro entre movimientos sociales y luchas.
En Hospitalet del Llobregat, el grupo de apoyo que colabora con Alterbanc opera dentro de una estructura de red que conecta a diversos actores sociales, incluyendo asociaciones de vecinos, grupos de mujeres migrantes, entidades que representan al pueblo gitano, colectivos por el derecho a la vivienda y actores económicos como iniciativas locales de economía solidaria, tiendas de alimentos ecológicos y convencionales, y cooperativas y proyectos agroecológicos. En Sevilla estas colaboraciones incluyen el apoyo a mujeres afectadas por la violencia de género, la defensa de los derechos de los inmigrantes y la participación en las luchas de las trabajadoras sexuales en Sevilla. Una iniciativa destacada que surgió de estas colaboraciones es Feminismos de los Sures, una alianza que reúne a jornaleras, cuidadoras, trabajadoras sexuales y diferentes organizaciones feministas para promover un feminismo de base y desafiar sus versiones convencionales e institucionalizadas María José, portavoz del colectivo, me cuenta: «Somos unos feminismos desde abajo, desde la base; y no desde la base asamblearia, sino desde la base de las currantas que están a pie de tajo».
Si bien el objetivo principal de las iniciativas era abordar la inseguridad alimentaria, la convergencia entre esta diversidad de organizaciones sociales, actores económicos e individuos permitió un encuentro entre movimientos sociales y luchas. Las preocupaciones por la sostenibilidad de los sistemas alimentarios planteadas por activistas y productoras agroecológicas no solo se encontraron con la necesidad de alimentar a personas con inseguridad alimentaria para garantizar la justicia alimentaria, sino también con la lucha por una vivienda digna, los derechos de las trabajadoras sexuales, la lucha contra la violencia de género y el reconocimiento de los derechos de las personas migradas y racializadas.
Podemos pensar en estas convergencias utilizando el concepto de ‘coaliciones interseccionales’. El término ‘interseccionalidad’ surgió de las críticas y luchas de feministas afroamericanas en los Estados Unidos (Collins 2015; Crenshaw 1991; hooks 1986; Davis 1983 y Combahee River Collective 1977). Estas activistas cuestionaron los sesgos de clase y raza que dominaban los discursos feministas convencionales, principalmente centrados en las experiencias de mujeres blancas de clase media en occidente. Partiendo de la suposición de que «no existe tal cosa como una lucha de un solo tema porque no llevamos vidas de un solo tema» (Lorde 1984: 183), la interseccionalidad apunta a «cómo las identidades vividas, los sistemas estructurales, los sitios de marginación, las formas de poder y los modos de resistencia se cruzan de manera dinámica y cambiante» (May 2020: 21). La interseccionalidad se considera una teoría, método y estrategia para comprender y cambiar sistemas superpuestos de opresión basados en la raza, la clase, la etnia, la sexualidad y el género.
Las redes de apoyo adoptan formas interseccionales de activismo al movilizarse específicamente para atender mujeres, ancianos, migrantes y otros grupos racializados, familias con bajos ingresos y desempleados. Entienden que la intersección de múltiples estructuras de opresión hizo que estos sectores sociales fueran particularmente vulnerables ante la COVID-19 y sus consecuencias en la inseguridad económica y alimentaria. En el ámbito político, estas coaliciones muestran un enfoque interseccional al abogar por políticas que aborden múltiples formas de opresión, como la falta de acceso a alimentos saludables y sostenibles para grupos sociales marginalizados y la marginación de pequeños proyectos agroecológicos por parte del régimen alimentario corporativo en el caso de Alterbanc.
Sin estar exentas de contradicciones, iniciativas como Alterbanc y RAMUCA intentan extender discursos y prácticas de alimentación sostenible entre grupos sociales marginalizados por la intersección de diferentes ejes de opresión. Estas experiencias apuntan a la necesidad tanto de reflexionar sobre los sesgos socioeconómicos del movimiento alimentario como de desarrollar prácticamente la interseccionalidad en las transiciones agroecológicas, con el fin de avanzar hacia sistemas alimentarios que sean justos e inclusivos, además de sostenibles.
Francesco Facchini
Referencias
Collins, P. (2015). Intersectionality’s definitional dilemmas, Annual Review of Sociology, 41(1). 1-20. https://doi.org/10.1146/annurev-soc-073014-112142
Combahee River Collective (1977). A black feminist statement. En B. Guy-Sheftall (ed.) Words of Fire: An Anthology of African American Feminist Thought. New Press.
Crenshaw, K. (1991). Mapping the margins: intersectionality, identity politics and violence against women of color, Stanford Law Review, 43(6), 1241-99. https://doi.org/10.2307/1229039
Davis, A. (1983). Women, race and class. Vintage Books.
hooks, b. (1986). Sisterhood: political solidarity between women, Feminist Review, 23(1): 125-38. https://doi.org/10.1057/fr.1986.25
Lorde, A. (1982). Learning from the 60s
-https://www.blackpast.org/african-american-history/1982-audre-lorde-learning-60s/
May, V. M. (2020). What Is Intersectionality? Matrix Thinking in a Single-Axis World. In: Pursuing Intersectionality, Unsettling Dominant Imaginaries. Routledge. https://doi.org/10.4324/9780203141991-7
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