Procedimientos para reconectar alimento y afecto. Un juego en forma de oráculo
Ana Rita Teodoro y Alina Ruiz Folini
Traducción del portugués de Eva García Moreno
Artículo publicado en el n.º 29 del Jornal Mapa
¿Hacia dónde discurre el encantamiento de la tierra y del paisaje? ¿Dónde se fijó la imagen del desierto? ¿Tendemos a una visión opaca y monocultural? ¿Cómo reconectar alimento y afecto? La visión empañada por monocultivos intensivos y superintensivos que se propagan por nuestros campos: olivos, almendros, paneles solares, frutos rojos… Rescatemos la mirada atenta, diversa y translúcida del paisaje. ¿Cómo rehacer nuestra relación con los alimentos: domesticar o cuidar? ¿Producir o acompañar? La ambición es reducir el consumo vacío del paisaje y rescatar la unión de los sentidos en los pensamientos, sueños y deseos. Para ello, escuchamos otras historias, la voz de otros seres e investigamos las razones construidas para desvincularnos de aquello que consumimos. Así, tal vez, podremos tejer de nuevo una convivencia de narrativas en diversidad.
A raíz de estas preocupaciones, inventamos un juego en forma de oráculo en el que se hace una pregunta a un ser vegetal. El objetivo se centra en la observación atenta de la soberanía del ser vegetal: su forma, color, textura, sabor, olor, historia… Mediante la conversación y la especulación colectiva, con la atención ahí centrada, tratamos de encontrar posibles respuestas y nuevas perspectivas para el presente.
Procedimientos para leer seres vegetales
Cualquier espacio es válido para iniciar el oráculo: puede ser una cocina, un lugar en el campo, alrededor de una mesa o directamente en el suelo. Es necesario estar en presencia de seres vegetales y al menos dos personas. Se elige a una persona para que formule la pregunta y escoja al ser vegetal que se va a leer (se leen uno por uno ). Se elige a otra persona para iniciar la lectura.
1. Plantear una pregunta
Es importante que la pregunta formulada al oráculo implique una predilección por quien la hace. Puede ser una pregunta directa, sencilla y bien formulada, o una pregunta-nube, vaga, que incluya un conjunto de otras preguntas y afectos relacionados. La pregunta se plantea con el fin de conectar abiertamente con el presente. La lectura no predice el futuro, solo describe el presente y abre perspectivas.
Pruebe a preguntarle a un tomate: ¿cuál es la relación entre transparencia y opacidad? Y compruebe, en la convivencia, lo que el fruto sabe sobre ello. Pregunte a un jengibre: ¿cómo conducir un proceso de transmisión sin producir estructuras machistas? Y observe las formas de organización que el jengibre experimenta. Pregunte a un erizo de castaña: ¿cuáles son las estrategias de autocuración para este momento de crisis de cuidados? Observe la piel peluda del interior del erizo y, si tuviera tiempo, dele unos días para que se presenten las respuestas. Pregunte a una granada: ¿qué significa el transporte, la movilidad y la carga para una persona que migra para sobrevivir? ¿Tiene derecho al placer?
La pregunta no debe intentar «extraer» una respuesta determinada de una cierta verdura o fruta, sino ensayar una convivencia sensorial y delirante, que permita a cualquier lector perderse en lo que todavía no conoce.
2. Reconocer al ser vegetal
Cierre los ojos, visualice la pregunta y reconozca con las manos el ser vegetal que tiene entre ellas.
Es posible que este ser vegetal que ahora toca evoque otros de la misma familia. O sea, todos los que ya pasaron por su lado o que están por ahí en el mundo a la espera de ser tocados y comidos. Si sostiene una remolacha entre las manos, puede imaginar que todas las remolachas del mundo empiezan a vibrar atraídas por el pensamiento que va de usted a ellas. Alguien puede pronunciar su nombre en voz alta –REMOLACHA– y con eso hacer presentes a todas las remolachas que existen, que existieron y que existirán.
Déjese envolver por las sensaciones que entran por sus manos: textura, peso, olor, rugosidad, temperatura, corte, volumen…, pero también por recuerdos personales y colectivos, imágenes, historias, saberes específicos.
Una vez hecho el reconocimiento táctil, pose el ser vegetal. Intente reconocer varias verduras por el tacto y luego elija únicamente una para proceder a la lectura
3. La lectura
Es el elegido para iniciar la lectura quien comienza, sin ser soberano en el discurso. La lectura desencadena una conversación en voz alta y puede provocar en las personas presentes un cierto estado de somnolencia o de excitación. Esto sucede si se está dispuesto a evitar dar respuestas obvias y a perderse en los ínfimos pormenores perceptibles de este ser vegetal.
Tocar, saborear, oler, manipular, comer el ser vegetal puede formar parte del proceso de lectura; pero ¡no se precipite! Posponga el consumo con su compleja belleza.
Una vez alguien preguntó a un caqui cómo reconectar afecto y alimento. Sin ningún tipo de aviso, el caqui se movió y dejó caer su peso rotundamente, en un gesto asombroso en el que se abrió por completo y se despedazó en tres partes en dirección hacia quien hacia la lectura. Lleno de agua y fibras de color naranja. Las personas que consultaban caqui entendieron entonces que este era un conector entre las bocas y la vida que existe bajo la tierra. Que esta fruta viajó desde las raíces, a través de la salvia y después por las ramas de los árboles, para concentrar su fuerza en un fruto y, después, en la lengua hablada.
En ese episodio se hicieron muchas conexiones… El fruto se ofrece para ser comido; parece desear tanto como es deseado. Las fuerzas afectivas entre el humano y el ser vegetal se corresponden, eventualmente, en una medida equilibrada.
Si fuera posible, procure especular sobre historias personales durante la lectura, pero también sobre las ignorancias colectivas y negaciones históricas. Agudice su curiosidad y afronte lo que no sabe: de dónde viene, cómo nace, qué lo compone, quién lo recogió del árbol, qué marcas dejó y deja en la tierra y en otros seres. Y, finalmente, reflexione sobre cómo esas constataciones afectan (o no), transforman (o no) cuerpos, lenguas, espacios y tiempos.
Si por fin se decide a consumir el vegetal consultado, deje que su soberanía se integre y se dirija a la integridad del cuerpo.
Ana Rita Teodoro y Alina Ruiz Folini