Chile, un caso de referencia

María Paz Aedo

Una nueva propuesta, el hidrógeno verde, aparece para resolver los problemas energéticos del planeta. El caso de Chile, reconocido internacionalmente como el país «más competitivo» en esta materia, nos ayuda a entender los riesgos de apostar por nuevas tecnologías que son fuente de más desigualdad y deterioro socioambiental.

 

DALCAHUE CHILOE YASSIR SAA

Dalcahue, Isla Grande de Chiloé. Foto: Yassir Saa @saayassir

Energía que depende de más energía [1]

La proliferación de propuestas para la generación eléctrica a partir de energías renovables no convencionales (ERNC) ―entre las que se cuentan la energía solar, eólica, geotérmica y mareomotriz―, se enmarca en la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a partir de la electrificación en los procesos productivos (IRENA, 2021). Sin embargo, existen múltiples actividades para las cuales la electrificación no es una solución total, como el transporte de materiales o los procesos de la agricultura industrial. En este escenario, el hidrógeno llamado «verde» (ya que su proceso de producción está libre de combustibles fósiles) está siendo posicionado a escala global, como alternativa para cumplir las metas de descarbonización y satisfacer la demanda de energía que la electrificación no será capaz de cubrir.

Resumiendo lo que nos explica el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), podemos afirmar que el hidrógeno no es una fuente energética, sino un vector: es decir, un medio que permite almacenar y liberar la energía cuando y donde se requiera. El hidrógeno se obtiene al romper la molécula del agua, separándolo del oxígeno, mediante cualquier fuente de energía primaria. Hasta ahora, este proceso se ha hecho utilizando combustibles fósiles, pero la novedad que presenta el llamado hidrógeno verde (H2V) es que realiza este proceso mediante electrólisis, utilizando energía eléctrica generada por fuentes renovables (solar, eólica, hidráulica). La energía aportada se acumula como energía química en la molécula de hidrógeno, pudiendo almacenarse y utilizarse de forma controlada.

 
   Frente al entusiasmo que despierta el H2V como alternativa para satisfacer la demanda energética y alcanzar las metas de descarbonización, las alertas sobre sus potenciales impactos socioecológicos resultan menos visibles.   
 

Sin embargo, su baja densidad en estado gaseoso y líquido hace que el hidrógeno sea menos eficiente que el gas natural o la gasolina (Cabaña, 2022). De hecho, «los sistemas de electrólisis más eficientes tienen pérdidas de «solo» el 30  de la energía eléctrica usada en el proceso, aunque lo normal es que suban hasta el 50 %» (Turiel, 2021). La dificultad de almacenar y distribuir el hidrógeno y las pérdidas que se producen en su proceso de obtención hace que existan muchas dudas sobre su eficiencia real. Además, la instalación de los proyectos de hidrógeno verde no solo requiere de sus propias instalaciones e infraestructuras de producción y transporte, sino también de la instalación de proyectos de energía renovable ex profeso y a gran escala, lo que supone un uso intensivo de materiales y extensivo de superficie. Pero frente al entusiasmo que despierta el H2V como alternativa para satisfacer la demanda energética y alcanzar las metas de descarbonización, las alertas sobre sus potenciales impactos socioecológicos resultan menos visibles.

Central de Paso Degañ 6 YASSIR SAA

Central de paso Degañ, Isla Grande de Chiloé. Foto: Yassir Saa @saayassir

Energía en un marco de globalización

El H2V está siendo enarbolado por empresas y gobiernos de todo el orbe como una de las principales alternativas para alcanzar cero emisiones. Este alineamiento del apoyo económico y político al hidrógeno está siendo impulsado por los costos decrecientes de la energía renovable y los electrolizadores; los rendimientos decrecientes de los combustibles fósiles; los compromisos climáticos en relación con la descarbonización del tejido productivo; la disponibilidad de fondos públicos para la reactivación económica tras la pandemia de covid-19; y la crisis energética derivada de la guerra con Ucrania.

El Global Hydrogen Review (IEA, 2022:215) afirma explícitamente que «la crisis energética mundial precipitada por la invasión de Ucrania a principios de 2022 se ha convertido en un importante impulsor adicional para los proyectos de hidrógeno, junto con financiación para estimular la recuperación económica de la pandemia y para manejar la inflación». Por estas razones, un importante impulso a la promoción del hidrógeno verde proviene de Europa. El gobierno alemán, por ejemplo, está promoviendo el desarrollo de un proyecto hidroeléctrico en el río Inga, en el Congo, que además produciría hidrógeno por hidrólisis. Según el investigador Antonio Turiel, esta represa produciría «el doble de potencia, 44 GW, que la gigantesca presa de las Tres Gargantas en China, y sería así la mayor del mundo». Este proyecto híbrido busca no solo abastecer la matriz energética del Congo, sino exportar su producción de hidrógeno verde a Europa. Por sus dimensiones y por los términos de intercambio norte-sur global, el proyecto resulta ambiental, social y económicamente controversial. De hecho, «significaría la relocalización de 37.000 personas fuera de sus pueblos» (Rechargenews.com, 2020).

Con todo, los proyectos no están avanzando tan rápidamente como sus promotores esperan. Según cifras del Hydrogen Council (2022), al año 2021 se presentaron 680 propuestas de proyectos a gran escala, por valor de 24. 000 millones de USD, pero solo alrededor del 10 % (22.000 millones de USD) han llegado a concretarse como decisiones finales de inversión (FID). Este desfase, según el IEA (2022: 218), es atribuible a la falta de reglas para certificar el impacto ambiental del hidrógeno y, por tanto, el desarrollo de políticas compatibles con esta industria. Esta afirmación evidencia que los potenciales impactos ambientales de la industria no cuentan con una adecuada regulación y da cuenta de la brecha que existe entre la premura de la promoción y el resguardo de una discusión profunda, informada y democrática sobre este tema.

trawunancud 35 YASSIR SAA

Trawn (encuentro) Ancud, 2022, Isla Grande de Chiloé. Foto: Yassir Saa @saayassir

En América del Sur, las iniciativas para la promoción del H2V también están siendo enmarcadas en los objetivos de la descarbonización y la reactivación económica. Sin embargo, en esta región el entusiasmo con el H2V no solo está relacionado con la urgencia de descarbonizar la matriz energética y satisfacer la demanda interna, sino con la oportunidad que representa su exportación para satisfacer la demanda energética del norte. Sobre esta base, el H2V se está posicionando como una nueva commodity, un producto de exportación derivado de la extracción de recursos naturales. Y en el sur, la reactivación económica no tiene que ver con recuperar un pasado exitoso, sino con dar un «salto al desarrollo», que permita dejar atrás las condiciones de vulnerabilidad y pobreza. Pero si este «salto» está axiomáticamente asociado al incremento del producto interno bruto (PIB), para las subordinadas economías del sur las posibilidades de desarrollo se acotan al posicionamiento de algún producto «estrella» en el mercado internacional. Algunos hablan del H2V como un nuevo El Dorado, fantasía de riqueza inagotable que cuando se trata de las relaciones norte-sur, replica las relaciones de subordinación y colonialidad.

Los casos de Colombia y Uruguay

Gobiernos de todo el espectro político están diseñando «hojas de ruta» para el desarrollo del H2V en sus territorios, que asumiendo de hecho las virtudes y ventajas del H2V, explicitan la importancia de generar contextos favorables a la inversión y generar capacidades para su producción.

Tal es el caso de Uruguay, cuya hoja de ruta recoge que «el hidrógeno verde y sus derivados representan una oportunidad de facturación para Uruguay de 2100 millones de dólares anuales a 2040, impulsada por los mercados de exportación, así como por el uso de hidrógeno para la descarbonización profunda de su economía (en los sectores transporte, pulpa y papel, transporte marítimo y agricultura)». Bajo esta premisa, este gobierno «ubica al hidrógeno verde como un instrumento prioritario en su programa de sostenibilidad y está comprometido a impulsar la regulación correspondiente, la racionalización de los permisos, un conjunto de incentivos atractivos y el análisis de la infraestructura necesaria para su desarrollo y su eventual promoción a futuro» (2021: 10).

El posicionamiento del H2V como nueva commodity del sur global se entiende mejor si se considera que el entusiasmo por su promoción ocurre también en países que ya cuentan con una importante presencia de energías renovables en su matriz energética. En Colombia, donde las fuentes renovables prácticamente duplican a las fósiles en cuanto a la capacidad energética instalada, también el hidrógeno verde está siendo promovido como eje de la descarbonización. Según la Dirección Ejecutiva de Hidrógeno, «el país cuenta con una industria sólida y con compromisos ambientales ambiciosos, como el de reducir el 51 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a 2030 y alcanzar la carbononeutralidad en 2050, por lo que se prevé que la demanda de hidrógeno alcance las 1.852 kilotoneladas en 2050».

 

En Chile, existe una Estrategia nacional de hidrógeno verde, elaborada por el Ministerio de Energía durante el gobierno de Sebastián Piñera (2020), con foco en el fomento de la producción, la reducción de barreras y la generación de condiciones favorables a la inversión extranjera directa. En la introducción del documento, es posible reconocer explícitamente este enfoque de mercado: «Esta oportunidad (el H2V) puede tener un gran impacto en nuestra marca país, agregando un valor verde a los productos creados en Chile (…)» (Estrategia Nacional, 2020: 3). La transversalidad de los apoyos que concita esta nueva commodity resulta evidente al observar la composición de este Consejo a cargo del diseño de la Estrategia: dos exministros y un expresidente que no formaban parte ni del equipo ni de la línea política del entonces gobierno [2]. Las particularidades de este caso y su relevancia en el escenario internacional es lo que veremos a continuación.

Chile: ventajas comparativas para una economía «verde»

En 2018, el World Energy Council de 2018 consideraba a Chile como el mercado emergente más atractivo para inversores en energías renovables. Parte de las «ventajas comparativas» del país se explican en términos geográficos: el sol del desierto más seco del mundo y los fuertes vientos del extremo sur tienen un alto potencial para la generación de energía solar y eólica, lo que permitiría reducir los costos de la electrólisis en la producción de H2V. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Corporación de Fomento Productivo (CORFO) de Chile, los costos de producción del H2V para el año 2025 serían de entre 2,7 $/kg y 1,6 $/kg, y se situarían entre los más bajos del mundo.

Este relato ha movilizado acciones muy concretas: en los últimos 7 años, el país ha atraído 16 billones de dólares de inversión en energía renovable y 4,9 billones de dólares solo en 2019 (Bloomberg’s Climatescope). Encabezando la lista de inversión en energías renovables en Latinoamérica, en 2020 Chile recibió un 41,6 % de toda la inversión extranjera directa para un total de 32 proyectos, por delante de Brasil y México, con 31 y 10 proyectos anunciados, respectivamente (PNUMA, 2019). Al observar el origen de las inversiones, entre 2015 y 2020 destacan corporaciones con sede en España, Italia e Irlanda. Durante este periodo, Dublin-based Mainstream Renewable Power lideró las inversiones en 14 proyectos, mientras que, en 2020, la compañía italiana Enel se convirtió en la principal compañía inversora en número de proyectos, seguida de la española OPDE. En términos de inversión de capital, destaca la empresa Solarcentury del Reino Unido, con tres proyectos solares en Antofagasta y Tarapacá.

Sin embargo, las ventajas de Chile en el mercado internacional del hidrógeno no se reducen a las particularidades geográficas. Para entenderlo es precisa una pequeña digresión.

Chile fue intervenido política y económicamente en las décadas de los 70 y 80 por la llamada Escuela de Chicago, responsable de la instalación de un régimen liberal a ultranza durante la dictadura militar (1973-1989). Casi una década después, tras el fin de la Guerra Fría, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Tesoro de Estados Unidos vinieron a establecer un paquete global de 10 medidas económicas conocidas como el Consenso de Washington, que en su mayoría ya habían sido probadas y amparadas en Chile por la Constitución de 1980.

En 1990, el fin de la dictadura en Chile no abrió paso a una ruptura con este Consenso ni con la Constitución. Los sucesivos gobiernos democráticos se han sostenido en un «mito fundacional»: un consenso neoliberal asumido y promovido por todo el espectro político en materia de producción, crecimiento y desarrollo (Hidalgo, 2011).

Este consenso, considerado referencial para América Latina, implicó abandonar las premisas de industrialización que históricamente habían sostenido las izquierdas y enfocarse en la generación de «ventajas comparativas» frente a otros países exportadores de materias primas o commodities. Estas ventajas consisten, fundamentalmente, en rebajar los costos de producción y ofrecer condiciones favorables a la inversión. Para lograrlo, es preciso externalizar los costos sociales y ecológicos de la producción; mantener los estándares ambientales, los impuestos y los salarios tan bajos como sea posible; subsidiar o dar garantías a las inversiones; y evitar la fiscalización. En 2019, los impactos insostenibles de estas tendencias se expresaron en una revuelta popular, que parecía haber sacudido las bases de lo que se conocía como el «milagro económico» chileno, desvelando sus múltiples contradicciones y dolores. Sin embargo, la revuelta no se tradujo en un cambio constitucional ni de modelo económico.

 
   Hacia el 2035, se prevé que las exportaciones de hidrógeno verde duplicarán el uso doméstico; y que hacia 2050, la cantidad exportada prácticamente triplicará el volumen destinado al consumo nacional.  
 

Volviendo a la demanda global de hidrógeno verde, lo que ha hecho atractivo a Chile para la inversión son las «ventajas comparativas» que ofrece desde hace 40 años su economía neoliberal, conocida como la más radical del mundo. En el ranking Climatescope 2020 de Bloomberg New Energy Finance, Chile es considerado «el país más atractivo del mundo para el desarrollo de energías limpias dentro de 108 países emergentes, además de 29 países desarrollados. En consecuencia, la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha planteado que, por las favorables condiciones naturales para producción de energías renovables, Chile podría producir el hidrógeno verde más competitivo del planeta y a gran escala» (García Bernal, 2021).

Por eso, aunque Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde prevé que el H2V reemplace el consumo de combustibles fósiles en sectores de difícil descarbonización (minería, industria y transporte pesado), su principal objetivo es la exportación: hacia el 2035, prevé que las exportaciones duplicarán el uso doméstico de hidrógeno; y que hacia 2050, la cantidad exportada prácticamente triplicará el volumen destinado al consumo nacional.  A la fecha, Chile se ha situado como uno de los seis países con más proyectos de hidrógeno verde en el mundo, junto con Australia, Alemania, Holanda, China o Arabia Saudí. A fines de 2021, CORFO anunció la selección de seis propuestas de su primera convocatoria para desarrollar plantas de H2V, «con una capacidad de electrólisis de 388 MW, tienen un tamaño equivalente a lo que actualmente está en operación a nivel mundial», según afirmó el entonces vicepresidente ejecutivo de la entidad.

Pero si la exploración de nuevas fuentes de energía no reconoce los impactos socioecológicos de los megaproyectos, más allá de la reducción de emisiones de carbono; ni tiene en cuenta las desigualdades y subordinaciones presentes en los intercambios norte-sur, puede generar nuevos procesos de extractivismo, mercantilización y concentración de la propiedad en grandes corporaciones nacionales e internacionales [3] (Bertinat et al., 2020). Esto es lo que pasa cuando entendemos la transición energética como reemplazo de fuentes fósiles por fuentes libres de emisiones, sin tocar las bases de la crisis económica, ecológica y social en curso: especialmente, las dinámicas colonialistas y el axioma del crecimiento sostenido.

Huella material de las energías «limpias»

La Corporación de Fomento de la Producción en Chile (CORFO) ha estimado una capacidad solar de 1,700 GW y casi 200 GW de viento en el territorio nacional, capaz de cubrir varias veces las necesidades energéticas actuales del país. Aunque el viento y el sol no emiten gases de efecto invernadero (GEI), las energías renovables que usa la producción de hidrógeno verde requieren diversas cantidades de espacio, materiales y otras energías para su funcionamiento, instalación y mantenimiento. Es en estas tres dimensiones donde subyacen potenciales impactos socioambientales: entre otros, impactos sobre la calidad del suelo, deterioro ecosistémico, pérdida de biodiversidad y daño a los medios de vida de las comunidades humanas, (Romero-Toledo, 2019; Yañez y Molina, 2008). Otro impacto no visibilizado es la construcción de líneas de transmisión eléctrica, las que fragmentan los ecosistemas por su extensión y generan agudos conflictos sociales en las comunidades que habitan los territorios atravesados por torres y cableados, pero que no se benefician ni necesitan la producción de energía a gran escala. Un caso emblemático es el de la provincia de Chiloé, al sur de Chile, donde las proyecciones de los megaproyectos de energía ya aprobados alcanzan los 473 MW, mientras que la demanda energética de la isla es 70 MW (Sannazzaro et al, 2017, citando a Kirtz. et al, 2015).

Además, es preciso tener en cuenta los impactos directos que pueden generar las plantas de electrólisis y osmosis inversa sobre los ecosistemas. No solo la cantidad de agua, electricidad, terreno y materiales de construcción, sino también lo necesario para el tratamiento de residuos, como las salmueras. El análisis de huella de materiales (Material Footprint Analysis) es una técnica contable que permite rastrear y cuantificar en detalle estos impactos, calculando los materiales requeridos para una actividad, tanto directamente como a lo largo de su cadena productiva (Fischer-Kowalski, 1998). Con esta metodología, el Centro de Análisis Socioambiental (Cabaña et al., 2022) ha analizado el sistema integrado por tres procesos que requiere la producción de H2V, considerando la infraestructura requerida en: (a) la generación de electricidad a partir de fuentes renovables, para (b) la desalinización del agua de mar (osmosis inversa) y (c) la obtención del hidrógeno a partir de la electrólisis.

En esta investigación, se optó por no incluir otras áreas de la industria del hidrógeno verde, tales como la energía requerida para la construcción y transporte de los insumos y los productos, que eventualmente podrían requerir infraestructura portuaria, tuberías o carreteras. Esta decisión se tomó debido a la incertidumbre sobre la localización y usos del hidrógeno que se producirá en Chile durante la siguiente década. Y se definió el año 2030 como límite de tiempo para prever los cálculos de materiales requeridos, para una potencia instalada hipotética de 25 GW de producción de hidrógeno verde, sin considerar los usos no energéticos, como la producción de amoniaco). Bajo estas premisas, se crearon tres escenarios:

1. 50 % solar, 40 % eólico, 10 % hidroeléctrico

2. 75 % solar, 25 % eólico

3. 100 % solar

En términos de superficie, en los tres escenarios planteados, el territorio a ocupar supera las 300.000 hectáreas. El de mayor extensión es el escenario N.°2 (75 % solar, 25 % eólico) con 435.136 has, seguido del escenario N.° 1 con 404.941 has y del N.° 3 con 304.224 has. Los escenarios N.° 1 y N.º 2 superan en más de un tercio la totalidad de la superficie cultivada de la industria frutícola en Chile. Y si la comparamos con la superficie total de la ciudad de Santiago, capital del país, el suelo proyectado en los tres escenarios supera entre 4,74 y 6,78 veces su tamaño.

En cuanto a materiales requeridos, destaca la necesidad de agua y áridos. En un segundo nivel de relevancia se encuentran los metales, cemento y vidrio, para dejar en un espacio menor a los minerales, plásticos y químicos.

Gráfico 1: Demanda de materiales para la producción de H2V en tres escenarios

H2Vgrafico

Fuente: Varios autores, Centro de Análisis Socioambiental (CASA), 2022

En definitiva, la instalación de la capacidad de generación renovable necesaria para producir 25 GW de hidrógeno verde ocupará un territorio de cientos de miles de hectáreas y requerirá de importantes cantidades de agua, minerales, tierras raras y otros recursos. En particular, el uso de hierro, acero y vidrio será de magnitudes muy elevadas, mientras que el uso de agua desalinizada trae aparejado un problema muy importante en materia de disposición de la salmuera generada por el proceso de ósmosis inversa.

Conclusiones

Confiar en que una nueva fuente de energía por sí misma nos permitirá sortear la crisis climática, energética y económica, tiene más de fe y apuesta que de estrategia colectiva, democrática y razonable. La especulación permea las decisiones de inversión, del mismo modo que el crecimiento del PIB como axioma incuestionable a las decisiones políticas. Mientras estas premisas se mantengan como corrientes principales, proliferarán las decisiones reduccionistas y cortoplacistas en todos los ámbitos de decisión frente a la crisis. De hecho, la promoción y proyecciones del H2V no están siendo acompañadas de una discusión profunda de sus potenciales impactos. Menos aún, de un cuestionamiento a la reproducción de relaciones de subordinación y dependencia del sur global frente a la demanda de energía y materiales del norte global.

Una pregunta fundamental, que no se ha abordado en profundidad en la discusión y la toma de decisiones sobre H2V, es el «para qué» de la producción en la escala y los volúmenes previstos. Es preciso desvelar los reduccionismos del debate e indagar con rigor qué energías necesitamos, dónde, para quiénes y a qué costos. Algunos usos del hidrógeno resultan muy cuestionables (amoníaco para fertilizantes nitrogenados, explosivos); y no tensionan los altos e ineficientes usos energéticos de las sociedades donde se concentra la demanda de energía. Además, es urgente abordar una omisión significativa: las limitaciones que presenta la comercialización y utilización del H2V, especialmente su transporte, almacenamiento y distribución [4].

La urgencia de alcanzar las metas de descarbonización no exime la responsabilidad de indagar y considerar rigurosamente todos estos elementos. Es preciso evaluar y transparentar la información sobre la demanda de recursos, el flujo de materiales, el uso de superficie, el destino de la producción y los impactos socioeconómicos y socioecológicos en las comunidades donde los proyectos se instalan. También se requiere contar con institucionalidades y marcos regulatorios que no rebajen sino que establezcan muy altos estándares para la producción, almacenamiento, transporte y distribución de esta y de cualquier otra forma de energía.

En Chile, la industria del H2V está proyectada sobre el desierto de Atacama en el norte y Tierra del Fuego en el extremo sur. Allí los ecosistemas no son exuberantes, sino calmos. Silenciosos y extensos, albergan las microbiotas más ricas del planeta, especies endémicas y comunidades humanas que atesoran tradiciones culturales invaluables, como los pueblos selk´nam y kaweskar en el sur, changos, colla y licanantay en el norte, por nombrar algunos. También allí han ocurrido gravísimas devastaciones y vulneraciones de derechos. En Tierra del Fuego, los pueblos originarios han sido mutilados, perseguidos, aculturados e invisibilizados como «extintos». En el norte, las comunidades indígenas y no indígenas padecen cáncer y otras afecciones graves, asociadas a la contaminación del agua, el aire y el suelo que genera la industria minera y termoeléctrica. Son pueblos y territorios que han sobrevivido a la colonización y a los megaproyectos. Allí, no es admisible un solo sacrificio más.

Finalmente, es importante tener en cuenta que el optimismo presente en la discusión y las decisiones sobre H2V desvía la atención de las conversaciones que necesitamos para una transición socioecológica justa, situada y pertinente a la diversidad de comunidades, ecosistemas y modos de vida. Desde la perspectiva de la justicia climática y el derecho a la energía, es preciso fomentar no tanto las soluciones de gran escala como las múltiples iniciativas de producción energética que están emergiendo en los pueblos y comunidades, con miras a promover sistemas más autónomos, descentralizados, justos y orientados al bienestar de las comunidades y los territorios.

María Paz Aedo

Centro de Análisis Socioambiental



[1] Este artículo ha sido elaborado a partir de la investigación de Cabaña et al. (2022), «Hidrógeno verde», con el patrocinio de la Fundación Heinrich Böll, Oficina Cono Sur.

[2] Cabe destacar que el consejo asesor para el diseño de la estrategia contó con el «apoyo y fundamento analítico» de la consultora McKinsey & Company para la elaboración del documento. Esta consultora colabora con el Hydrogen Council, consejo integrado mayoritariamente por corporaciones transnacionales del sector minero, transporte y energético.

[3] De hecho, el 65 % de la generación eléctrica en Chile se encuentra en manos de 4 empresas: Enel, Aes Gener, Colbún y Engie (Coordinador Eléctrico, 2019).

[4] Aunque ese debate excede el alcance de este artículo, cabe destacar un detallado artículo de Michael Liebreich, colaborador senior de BloombergNEF, sobre estos puntos: https://about.bnef.com/blog/liebreich-the-unbearable-lightness-of-hydrogen/

 

Referencias

Cabaña, G. (2022). Las mil promesas del hidrógeno verde. Revista Nueva Sociedad. Disponible en: https://www.nuso.org/articulo/las-mil-promesas-del-hidrogeno-verde/

Cabaña. G., Glatz, P., Leiva, B. y Mascaró, F. (2022). Hidrógeno verde. Documento de trabajo. Fundación Heinrich Böll, Oficina Cono Sur.

Ministerio de Industria, Energía y Minería, Gobierno de Uruguay (2022). Hoja de ruta del hidrógeno verde. Con el patrocinio del Banco Interamericano del Desarrollo, BID.

García-Bernal, N. (2021). Industria del Hidrógeno Verde en Chile. Documento de Asesoría parlamentaria. Disponible en: https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/32540/1/BCN___Hidrogeno_verde_en_Chile_Sept21.pdf

Hidalgo, Paulo (2011). El ciclo político de la Concertación (1990-2010). Santiago de Chile: Editorial Uqbar.

Hydrogen Council (2022). Hydrogen Insights 2022. Disponible en: https://hydrogencouncil.com/en/hydrogen-insights-2022/

IEA (2022). Global Hydrogen Review. Disponible en: https://iea.blob.core.windows.net/assets/c5bc75b1-9e4d-460d-9056-6e8e626a11c4/GlobalHydrogenReview2022.pdf

IRENA (2021), World Energy Transitions Outlook: 1.5 °C Pathway, International Renewable Energy Agency, Abu Dabi.

IRENA (2019). Hydrogen: A Renawable Energy Perspective. Reporte para el 2nd Hydrogen Energy Ministerial Meeting en Tokyo, Japón.

Fischer-Kowalski, M. (1998). «Society's Metabolism: The Intellectual History of Materials Flow Analysis, Part I, 1860– 1970». Journal of Industrial Ecology 2(1).

PNUMA, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2019). Carbono cero: la oportunidad, el costo y los beneficios de la descarbonización acoplada de los sectores de la electricidad y el transporte en América Latina y El Caribe. Disponible en: https://www.unep.org/es/resources/informe/carbono-cero-america-latina-y-el-caribe

Recharge News (2020). World's largest hydro dam 'could send cheap green hydrogen from Congo to Germany. Disponible en: https://www.rechargenews.com/transition/worlds-largest-hydro-dam-could-send-cheap-green-hydrogen-from-congo-to-germany/2-1-871059  

Romero-Toledo, Hugo. 2019. «Extractivismo en Chile: la producción del territorio minero y las luchas del pueblo aimara en el Norte Grande». Colombia Internacional (98): 3-30. https://doi.org/10.7440/colombiaint98.2019.01

Sannazzaro, J., Campos, M., Gajardo, P., Santibáñez, P. y Mondaca, E. (2017). El caso de implementación del proyecto de electrificación de las islas del Archipiélago de Chiloé y la desechada autonomía energética. Documento de trabajo, Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH) y Sur Territorio.

Turiel, A. (2020). «Asalto al tren del hidrógeno», en The Oil Crash. Disponible en: https://crashoil.blogspot.com/2020/10/asalto-al-tren-del-hidrogeno.html

Yáñez, Nancy y Raúl Molina. 2008. La gran minería y los derechos indígenas en el norte de Chile. Santiago de Chile: Lom Ediciones.

 

Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia al navegar por la web.

Si continúas navegando, aceptas su uso. Saber más

Acepto
El sitio web de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas (www.soberaniaalimentaria.info) utiliza cookies para mejorar la experiencia de los usuarios, facilitando la navegación por nuestra web. Estamos haciendo todo lo posible por facilitar el uso de dichas cookies, así como su gestión y control al utilizar nuestros servicios.

¿Qué son las cookies?

Las cookies son pequeños archivos de texto que se almacenan en el dispositivo del usuario de Internet al visitar una página web. Es el operador del sitio web el que determina qué tipo de información contiene dicha cookie y cuál es su propósito, pudiendo además ser utilizada por el servidor web cada vez que visite dicha web. Se utilizan las cookies para ahorrar tiempo y hacer la experiencia de navegación web mucho más eficiente. No obstante, pueden ser usadas con varios propósitos diferentes que van desde recordar la información de inicio de sesión o lo que contiene un pedido de compra.

¿Cómo utiliza Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas las cookies?

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas tan solo utilizará las cookies que nos dejes utilizar. Tan solo leeremos o escribiremos cookies acerca de tus preferencias. Aquellas que hayan sido instaladas antes de modificar la configuración permanecerán en tu ordenador y podrás borrarlas haciendo uso de las opciones de configuración de tu navegador. Podrás encontrar más información al respecto más adelante.

1. Cookies propias

Se trata de cookies técnicas que recogen información sobre cómo utiliza el sitio web (por ejemplo, las páginas que visitas o si se produce algún error) y que también ayudan a Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas a la localización y solución de problemas del sitio web. Las cookies técnicas son imprescindibles y estrictamente necesarias para el correcto funcionamiento de un portal web y la utilización de las diferentes opciones y servicios que ofrece. Por ejemplo, las que sirven para el mantenimiento de la sesión, la gestión del tiempo de respuesta, rendimiento o validación de opciones.

Toda la información recogida en las mismas es totalmente anónima y nos ayuda a entender cómo funciona nuestro sitio, realizando las mejoras oportunas para facilitar su navegación.

Dichas cookies permitirán:

  • Que navegues por el sitio.
  • Que www.soberaniaalimentaria.info recompile información sobre cómo utilizas la página web, para así entender la usabilidad del sitio, y ayudarnos a implementar las mejoras necesarias. Estas cookies no recogerán ninguna información sobre ti que pueda ser usada con fines publicitarios, o información acerca de tus preferencias (tales como sus datos de usuario) más allá de esa visita en particular.
Si tienes dudas o quieres hacernos alguna pregunta respecto de las cookies que utilizamos, puedes remitirnos tu consulta al correo electrónico info@soberaniaalimentaria.info

2. Cookies de terceros

Existe una serie de proveedores que establecen las cookies con el fin de proporcionar determinados servicios. Podrás utilizar las herramientas de estos para restringir el uso de estas cookies. La siguiente lista muestra las cookies que se establecen en la página web www.soberaniaalimentaria.info por parte de terceros, los fines para los que se utilizan y los enlaces a páginas web donde se puede encontrar más información sobre las cookies:

·       Cookies analíticas:

Las cookies de Google Analytics se utilizan con el fin de analizar y medir cómo los visitantes usan este sitio web. La información sirve para elaborar informes que permiten mejorar este sitio. Estas cookies recopilan información en forma anónima, incluyendo el número de visitantes al sitio, cómo han llegado al mismo y las páginas que visitó mientras navegaba en nuestro sitio web.

http://www.google.com/intl/es/policies/privacy        

·       Cookies técnicas:

AddThis es una empresa tecnológica que permite a los sitios web y a sus usuarios compartir fácilmente el contenido con los demás, a través de iconos de intercambio y de los destinos de bookmarking social. Las cookies AddThis se utilizan con el fin de habilitar el contenido para ser compartido. AddThis también se utiliza para recopilar información sobre cómo se comparte contenido del sitio web. Las cookies ayudan a identificar de forma única a un usuario (aunque no de forma personal, sino en cuanto a dirección) para no repetir tareas dentro de un periodo de tiempo especificado.

http://www.addthis.com/privacy

Disqus es un servicio gratuito que permite añadir comentarios a diferentes elementos de este sitio web. Disqus guarda en cookies tu identificación anterior en este sitio web o en otro para que no sea necesario iniciar sesión cada vez que utilices el mismo navegador.

https://help.disqus.com/customer/portal/articles/466259-privacy-policy

Cómo desactivar las cookies

Para cumplir con la legislación vigente, tenemos que pedir tu permiso para gestionar cookies. En el caso de seguir navegando por nuestro sitio web sin denegar su autorización implica que aceptas su uso.

Ten en cuenta que si rechazas o borras las cookies de navegación algunas características de las páginas no estarán operativas y cada vez que vayas a navegar por nuestra web tendremos que solicitarte de nuevo tu autorización para el uso de cookies.

Puedes modificar la configuración de tu acceso a la página web. Debes saber que es posible eliminar las cookies o impedir que se registre esta información en tu equipo en cualquier momento mediante la modificación de los parámetros de configuración de tu navegador:

Configuración de cookies de Internet Explorer

Configuración de cookies de Firefox

Configuración de cookies de Google Chrome

Configuración de cookies de Safari

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas no es titular ni patrocina los enlaces indicados anteriormente, por lo que no asume responsabilidad alguna sobre su contenido ni sobre su actualización.

El usuario puede revocar su consentimiento para el uso de cookies en su navegador a través de los siguientes enlaces:

Addthis: http://www.addthis.com/privacy/opt-out

Google Analytics: https://tools.google.com/dlpage/gaoptout?hl=None

Google, Twitter, Facebook y Disqus: A través de los ajustes de cada navegador más arriba indicados para la desactivación o eliminación de cookies.