Sofía Quintanero Lahoz
La historia de España ha estado profundamente marcada por la influencia de las civilizaciones que han habitado su territorio. Una de las más influyentes fue la árabe, cuya presencia en la península ibérica transformó radicalmente la cultura, la economía y, sobre todo, la agricultura. Este periodo, conocido como al-Ándalus (desde 711 hasta 1492), no solo fue clave en la innovación tecnológica agrícola, sino que también dejó una profunda huella en la lengua española.
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Uno de los testimonios más claros de esta influencia es la incorporación de más de 4000 arabismos —palabras de origen árabe— en el español moderno; especialmente en el ámbito agrícola. Estas palabras no solo denotan objetos, técnicas y prácticas que la cultura árabe introdujo en la península, sino que también reflejan una tradición y un profundo impacto en la construcción de lo que hoy conocemos como cultura española.
El legado agrícola y lingüístico: arabismos en la agricultura
Durante el periodo de al-Ándalus, la agricultura experimentó una auténtica transformación. Los pueblos del norte de África aportaron técnicas avanzadas de riego, nuevos cultivos y sistemas de captación de agua que revolucionaron el paisaje agrícola peninsular. Esta transformación, que tuvo su auge entre los siglos x y xiii, trajo consigo un sinfín de términos árabes, muchos de los cuales se siguen utilizando hoy en día.
Por ejemplo, el término acequia proviene del árabe as-saqiya, ‘canal de irrigación’. Las acequias eran esenciales para distribuir el agua de ríos y embalses a los campos, un sistema que aún hoy sigue siendo fundamental en regiones áridas como Murcia y Andalucía. Otra palabra de origen árabe es noria, derivada de na’ura, que significa ‘gruñido’, en referencia al sonido que emitía el mecanismo de la rueda al elevar el agua. Las norias constituyen una de las grandes innovaciones para el riego en zonas secas.
Además, encontramos términos como almazara, que proviene de al-ma’sara y significa ‘lugar donde se exprime’, en referencia a los molinos de aceite, que los árabes perfeccionaron para maximizar su rendimiento. Alquería, por su parte, deriva de al-qarīya, que en árabe significa ‘pueblo pequeño’ o ‘aldea’, en alusión a una finca agrícola familiar. Estos términos no solo designaban espacios y tecnologías, sino que también reflejaban la estructura social y económica de al-Ándalus.
Anécdotas de un paisaje transformado
El legado árabe no se limita al vocabulario, sino que también incluye innovaciones técnicas y transformaciones en el paisaje agrícola. Un ejemplo es la acequia, que permitía el riego de grandes áreas de cultivo a través de un sistema de canales controlado de forma meticulosa. La palabra aljibe (del árabe al-yubb, ‘pozo o cisterna’) hace referencia a los depósitos construidos para almacenar agua de lluvia o de las acequias, una técnica que sigue practicándose en muchas zonas rurales.
Otra contribución fundamental fue la creación de los qanats o viajes de agua, sistemas de túneles para captar agua de acuíferos y transportarla a la superficie. El término qanat significa ‘canal’. Su uso fue tan exitoso que muchos de estos túneles aún existen en ciudades como Madrid para abastecer de agua a la población.
Además de los sistemas de captación de agua, la cultura árabe introdujo conceptos como albarrada (del árabe al-barra, ‘muro’), que se utilizaba para designar los muros de contención construidos para evitar la erosión del suelo y maximizar el uso del agua. Los bancales (del árabe manqála, ‘terraplén’) son terrazas de cultivo construidas en terrenos montañosos para aprovechar cada rincón del terreno. Estas prácticas no solo eran innovadoras, sino que transformaron el paisaje agrícola de regiones como las Alpujarras en Granada.
La palabra alhóndiga (del árabe al-fundaq, ‘almacén o posada’) originalmente designaba un lugar donde los mercaderes podían almacenar sus productos y alojarse. Con el tiempo, este término pasó a significar ‘mercado de abastos’ en castellano; aunque, en algunas regiones, como en Granada, todavía se conserva el sentido original.
Revolución verde: nuevas especies y costumbres alimenticias
En al-Ándalus se decía que «una huerta es un tesoro si el que la labra es un moro», subrayando el valor de las técnicas agrícolas árabes. Durante el periodo andalusí, los árabes introdujeron muchas especies vegetales que cambiaron para siempre la dieta y la agricultura en la península. Entre ellas, destacan el arroz (del árabe al-ruz), la berenjena (del árabe al-badinjan), el algodón (del árabe al-qutn) y la alcachofa (del árabe al-khurshuf). Además, introdujeron frutas como el limón (laymún en árabe), la naranja (naranj) y la toronja (turunj). Estas frutas no solo se aclimataron a nuestras condiciones ambientales, sino que dieron origen a nuevos términos en castellano, manteniendo su denominación original en árabe. El albaricoque (al-barqúq) y la palmera datilera también cambiaron la fisionomía de muchas regiones agrícolas. Aunque la vid y el olivo ya se cultivaban en la península antes de la llegada de la población árabe, esta perfeccionó las técnicas de cultivo y poda, mejorando tanto la calidad como la cantidad de los productos.
El uso de sistemas de riego permitió también intensificar el cultivo de la vid, que tradicionalmente se daba en secano. El término almiar (del árabe almízar, que significa ‘almacén’) designaba los lugares donde se guardaban las uvas y el alfolí (al-fulú), usado para almacenar grano, también es un ejemplo de esta influencia.
El impacto de la cultura árabe no solo se limitó a la agricultura, sino que también afectó a la vida cotidiana y el lenguaje en general. Como curiosidad lingüística, la palabra algarabía originalmente significaba «lengua árabe»; pero, con el tiempo, pasó a emplearse en referencia a un «lenguaje ininteligible o confuso». Este uso refleja el contacto cultural entre habitantes árabes y cristianos y cómo la convivencia entre dos lenguas llevó al desarrollo de expresiones que aún perduran en el español moderno.
Hoy en día, ese legado sigue presente en la lengua, el paisaje y las prácticas agrícolas de muchas regiones españolas, recordándonos la profunda influencia de al-Ándalus en la historia de España. Esta herencia no solo nos muestra el valor de la diversidad cultural, sino también cómo las innovaciones del pasado siguen teniendo un impacto en el presente.
Sofía Quintanero Laho
Investigadora y coordinadora de proyectos en AlmaNatura