Colegio de Educación Infantil y Primaria Virgen de los Ríos, Caldearenas (Huesca)
Natalia Arévalo Tosaus y Rosana Larcorz Berges
Ante la crisis ecosocial imperante en la actualidad, la escuela debe apostar por una educación integral que prevenga la catástrofe, anticipe alternativas y fomente la esperanza ante un futuro incierto para que nuestro alumnado empatice y tome partido activo de las necesidades sobre el cuidado de nuestro entorno y, por tanto, del planeta.
Telesilla molestando en la naturaleza. Foto: CEIP Virgen de los Ríos
Educación sostenible: el futuro de la escuela rural
Dado el entorno único de la escuela rural, debería ser primordial trabajar la educación sostenible en la sociedad y para el medio ambiente. Las comunidades rurales están en estrecho contacto con la naturaleza y dependen directamente de los recursos naturales, lo que les permite observar de primera mano los efectos del cambio climático. Esta proximidad ofrece una oportunidad invaluable para integrar la educación socioambiental en el currículo escolar de manera práctica y significativa.
La educación ecosocial en las escuelas rurales puede incluir proyectos de conservación, el estudio de la biodiversidad local, la gestión sostenible de recursos y la promoción de energías renovables, juntamente con la comunidad educativa.
Las señas de identidad del Colegio de Educación Infantil y Primaria Virgen de los Ríos de la pequeña localidad de Caldearenas (Huesca) permiten organizar una variedad de proyectos y actividades que van más allá del aula, incluyendo excursiones, talleres y eventos culturales. Unos de estos proyectos que partió de la voz del alumnado, junto con las familias y profesorado, tuvo como protagonista el impacto medioambiental que supone para la naturaleza la unión de las pistas de esquí de Astún y Formigal por Canal Roya.
Ya ye prou!
El proyecto comenzó con la propuesta «La crisis ecosocial y pedagogías del mañana», que desarrolló la sección de Escuelas del Área de Educación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en colaboración con la Cooperativa Garúa.
Ya Ye Prou! combinó educación ecosocial, arte y escenarios de futuro en torno al conflicto de Canal Roya. Uno de los objetivos era sensibilizar de los daños que supondría la realización de este proyecto en el ámbito medioambiental y la biodiversidad, plasmando sentimientos y aprendizajes que transmiten una manera de estar en la Tierra desde el cuidado y el respeto a la naturaleza, concretamente, con su entorno y en conjunto con nuestra sociedad.
El proyecto se desarrolló a lo largo de 9 sesiones, dentro y fuera del aula. El hilo conductor y su producto final —construir un teleférico con materiales reciclados, bombas de semillas y dibujos de la flora y fauna que habita en el valle— se decidieron de forma participativa; también el nombre «Ya ye prou!» («Ya basta»). Además del propio valle, el alumnado conoció las demandas de las diferentes plataformas, asociaciones y población, y las manifestaciones llevadas a cabo en Huesca, Sabiñánigo, Jaca, Zaragoza… Por supuesto, se visitó Canal Roya, guiados por una educadora medioambiental de la asamblea Salvemos Canal Roya para explicar la situación y la biodiversidad de la zona. Finalmente, se construyeron las creaciones y se preparó la performance y la exposición en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía y se viajó a Madrid para presentarlo.
Este proceso ha permitido a los estudiantes no solo comprender y sensibilizarse sobre la crisis ecosocial, sino también participar activamente en la creación de soluciones sostenibles, integrando el aprendizaje teórico con experiencias prácticas significativas.
La escuela se debe convertir en un centro de encuentro y colaboración para todos los integrantes de la comunidad, lo que resulta esencial para construir una escuela más inclusiva, colaborativa y significativa.
Natalia Arévalo Tosaus y Rosana Larcorz Berges
Caneto, un pueblo vivo. O Chinebro, una escuela con futuro
Escuela O Chinebro
La escuela de Caneto vista por los niños y las niñas
La escuela de Caneto, en la comarca de Sobrarbe (Huesca), nace de la iniciativa de unas familias por volver al origen rural en el que habían sido criadas y otras familias amigas que buscaban un entorno lejos de las prisas de la ciudad en las que ver a sus criaturas crecer en contacto con el medio natural y rural. Este sueño, que fue lográndose con los años y mucha ilusión, empezó a ser reconocido por el departamento de educación hace ahora 5 años. Este proceso se vio truncado por el cambio de gobierno en la presente legislatura, que nos cerró la escuela de un día para otro sin previo aviso y por sorpresa para todos y todas. Tras dos meses con la escuela cerrada, habiendo dejado a 21 niños y niñas sin posibilidad de continuar su escolarización reglada y viéndose las familias implicadas en una lucha mediática, política y judicial por el bienestar de sus hijos e hijas, se consigue la reapertura de la escuela y la concesión de unas medidas cautelares que garanticen su continuidad tal y como se había mantenido hasta ahora. Estas medidas se han afianzado hace unas semanas y dan tregua y estabilidad a la situación escolar hasta la futura resolución del juicio.
En este contexto mediático en el que se encuentra O Chinebro, la escuela de Caneto, no podemos dejar de visibilizar el entorno local en el que se encuentra. Caneto es una aldea repoblada en los años 80 que consolida su población —actualmente de 50 habitantes y con la mitad de población infantil— por el impulso de la escuela. Caneto, al contrario de lo que sucede en la mayor parte del mundo rural, donde se van perdiendo servicios y cerrando escuelas, ve cómo se llenan de vida y alegría su par de calles y su decena de casas con la veintena de niños y niñas que llegan a la escuela cada día, la mayoría vecinos de la misma aldea y otras familias de pueblos vecinos.
Las familias que llegan hasta O Chinebro en Caneto, lo tienen claro. Buscan una escuela en la que se apueste por el contacto con el medio natural y se aprenda a partir de lo vivido y sentido, que los aprendizajes que contienen los libros aparezcan primero en su cuerpo, los experimenten y los comprendan después. Apuestan por una escuela que se integre en el territorio en el que vive y donde sus vidas formen parte de la vida en la escuela y sean tenidas en cuenta como personas que la integran.
No se puede perder de vista a eso mismo: las personas que la integran. Independientemente de la edad, cuidar los procesos vitales, emocionales y relacionales dentro de la escuela es fundamental como base segura y afectiva en el proceso de aprendizaje en cualquier etapa educativa. Y esto es importante también en O Chinebro. No solo por ser uno foco prioritario en el acompañamiento al alumnado, sino también entre las personas adultas que rodean el proyecto educativo. Inmiscuirse en procesos grupales y asamblearios en un mundo adulto educado en un entorno social global individualista, donde lo personal prevalece sobre lo colectivo, es, desde luego, un gran reto para esta comunidad educativa que trata de ofrecer el mejor ejemplo para sus hijos e hijas dentro del entorno educativo.
Ojalá, que no sea por desear, que de esta pequeña escuelita de un recóndito lugar de Huesca salgan niños y niñas con la fuerza suficiente para defender una vida más justa, solidaria y en paz que hagan de este mundo un lugar más amable que habitar y donde se siga valorando el poder de lo humano, lo sencillo y lo local.
Escuela O Chinebro
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