Adriana Espinosa González

Abandonar los combustibles fósiles es una cuestión de supervivencia para el planeta y para todas sus especies, incluidas la humana. También es una cuestión de justicia social. Las organizaciones ecologistas hace años que demandamos la transición energética. El problema viene cuando las instituciones públicas cooptan y pervierten el discurso ecologista para ponerlo al servicio de los intereses de la clase económica dominante.

 

 

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Mina de lignito en Polonia. Foto: Anna Uciechowska CC BY-SA 3.0).

«Esta Ley nos acercará a nuestras ambiciones climáticas», declaró la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, al publicarse la propuesta para una Ley europea de Materias Primas Fundamentales en marzo de 2023. [1] «Las materias primas son esenciales para la fabricación de tecnologías clave para nuestra doble transición, como la generación de energía eólica, el almacenamiento de hidrógeno o las baterías». [2] En tanto que son «esenciales», el objetivo de este reglamento sería garantizar el suministro de estos minerales a la Unión Europea, reduciendo su dependencia de potencias como China. En otras palabras, conseguir la «autonomía estratégica» de la Unión.

«Sin minerales no hay transición», viene a decir la Comisión Europea, instando al resto de instituciones a darse prisa en adoptar la norma. Y ambas partes, los Estados miembros (reunidos en el Consejo de la UE) y el Parlamento Europeo, secundaron la idea. El acuerdo interinstitucional sobre el texto llegó en noviembre del año pasado bajo el decidido impulso del Gobierno de España, que ostentaba la presidencia española de la UE. Así concluía el que ha sido uno de los procesos legislativos más precipitados de la historia comunitaria (acuerdo en seis meses, frente a los dos años aproximadamente que suele tardar una directiva o reglamento en aprobarse). El tema era esencial y urgente, las partes fueron todas a una, ¿dónde está el problema?

Una ley a medida de la industria extractiva y de armamento

El primer problema es la vieja historia de la política institucional. La Ley de materias primas está al servicio de los intereses de la industria, en este caso especialmente, de la extractiva y de aquellas que procesan o utilizan materias primas minerales (por ejemplo, la industria de armamento, un fuerte devorador de minerales y metales). [3] El reciente informe El lobby profundo de la industria minera, [4] publicado por Amigos de la Tierra, revela que las empresas mineras, las transformadoras de materias primas (como automoción, producción de baterías y tecnología) y sus grupos de presión han invertido más de 21 millones de euros al año en acciones de lobby, han patrocinado actos y han llevado a cabo cerca de mil reuniones con autoridades de alto nivel de la Comisión desde diciembre de 2014 hasta 2023.

El incomparable poder económico que la industria puede dedicar y dedica a influir en los procesos legislativos da, por supuesto, sus frutos. La propuesta publicada por la Comisión en marzo de 2023 ya estaba diseñada para incluir la lista de deseos de las multinacionales. Tanto es así que cuando se publicó la propuesta, el lobby metalúrgico Eurometaux (que integra a Anglo American, Boliden, Rio Tinto, Umicore, Atlantic Copper y Glencore) emitió un comunicado en el que daba la bienvenida a la propuesta e instaba a su rápida implementación. [5]

El texto de la Comisión giraba en torno a dos objetivos que se han consolidado en la versión final: aumentar la extracción de minerales dentro y fuera de la Unión Europa y priorizar al máximo los «proyectos estratégicos», es decir aquellos destinados a extraer, procesar o reciclar (esto último con menor ímpetu) las materias primas calificadas por la norma como estratégicas.

Rebajas ambientales e impunidad por violaciones de derechos humanos

Entre otras muchas cuestiones, la propuesta de marzo de 2023 ya incorporaba tres demandas de las asociaciones empresariales que van en la línea apuntada arriba y que han permanecido en el texto final. Por una parte, incluía que los citados proyectos estratégicos podrán ser considerados de «interés público superior», una calificación que permite que se aprueben aunque se demuestre que ocasionarán daños al medio ambiente incluso en espacios naturales protegidos.

A esta rebaja de los propios estándares ambientales europeos se suma una mayor rebaja del ya de por sí debilitado marco de los derechos humanos. Así, el texto de la Comisión establecía que las empresas podrán demostrar su respeto por los derechos humanos mediante un sistema de certificación. Se confía así en mecanismos de autorregulación que están al margen de cualquier control público y cuya ineficacia ha sido ampliamente probada, en lugar de establecer normas vinculantes sobre el deber de las empresas de respetar los derechos humanos, así como mecanismos de justicia para las víctimas. [6] Hay que tener en cuenta que la ley, también en sintonía con la industria, profundiza en el expolio de recursos minerales del sur global, al adoptar mecanismos para ampliar y diversificar las fuentes externas de suministro ajenas a China. Se consolida, por tanto, un cheque en blanco para que las multinacionales que extraen y procesan minerales operen en el exterior sin control alguno sobre los daños ambientales y las violaciones de derechos de comunidades y pueblos indígenas que ocasionan.

El procedimiento legislativo no hizo sino profundizar este sesgo. Por ejemplo, durante la tramitación en el Parlamento y Consejo se incluyeron en la lista de «materias primas estratégicas» el aluminio y el titanio. Este último no es precisamente clave para la transición energética, pero sí para la tecnología militar. [7] Las infraestructuras de energía renovable sí necesitan aluminio, pero es un mineral muy abundante y se ha afirmado que en su inclusión tuvieron mucho que ver países con peso de esta industria como Francia y Alemania. [8]

Lo que la industria no quiere que sepas

Rebajar los estándares sociales y ambientales se justifica en una palabra: «necesidad». La Unión Europea nos dice que la transición energética y digital disparará la demanda en los próximos años y el reciclaje no bastará para cubrirla. Habrá que hacer, por tanto, sacrificios. Al margen de todos los mitos y medias verdades que hay en este planteamiento, esta narrativa sobre materias primas se asienta en el dogma del supuesto aumento irrefrenable de la demanda de minerales.

Amigos de la Tierra, como otras organizaciones ecologistas, llevamos años demandando reducir la huella material de la Unión Europea, que duplica los límites considerados seguros y sostenibles. [9] En concreto, según el cuadro de Indicadores de Materias Primas de la UE 2020, la UE consume un 25-30 % de la producción global de metales, a pesar de tener solo el 6 % de la población mundial.

Sin embargo, la Comisión Europea ha hecho caso omiso de las múltiples peticiones de incluir escenarios de reducción o mitigación de la demanda en sus estudios. También las ha ignorado en los procesos de consulta previos a la publicación de la propuesta de reglamento, donde la cuestión de rebajar la demanda fue relegada a un anexo escondido.

Alternativas para una transición energética más justa y sostenible

El modelo de transición energética planteado por la Unión Europea perpetúa y profundiza el actual sistema colonialista y desigual. Así se desprende del informe Minerales para la transición energética y digital en España: demanda, reciclaje y medidas de ahorro,[10] publicado recientemente por Amigos de la Tierra. El estudio calcula cuántos minerales harán falta en España para implementar los planes de transición energética de aquí a 2050, concluyendo, entre otras cosas, que dicha demanda superaría la fracción global de minerales que nos corresponde por nivel de población.

El informe también cuantifica en qué grado se podría reducir esta demanda si aplicamos medidas como reducir el número de vehículos privados en circulación y aumentar el transporte público, ya que determina que el coche eléctrico será el principal causante de este aumento en la demanda de minerales. También implica alargar la vida útil de las tecnologías de energía renovable (aerogeneradores, placas fotovoltaicas, etc.), de las baterías y coches eléctricos y, por supuesto, aumentar y acelerar el reciclaje de estos minerales.

Con estas y otras medidas detalladas en el informe, se podría reducir la demanda de minerales en un 34 % de media (y en un 50 % para el caso de metales como el litio) y se lograría que los metales reciclados cubriesen hasta el 67 % de esta demanda. En conjunto, todas estas medidas lograrían reducir los requerimientos de extracción primaria casi en un 50 % de media. Es decir, se reduciría casi a la mitad la necesidad de obtener minerales a partir de minas en España y en el resto del mundo.

En resumen, la Unión Europea ha presentado su nueva legislación sobre materias primas fundamentales como un elemento imprescindible para lograr la inaplazable transición energética. Sin embargo, la intención de dichas políticas no es tanto atender la emergencia climática como favorecer a la industria extractiva y servir a otros planes como a la creciente militarización de Europa. Hay propuestas basadas en ciencia y en datos que permitirían una transición ecológica más justa y sostenible. Otra cosa es la voluntad política y es que, como alguien dijo alguna vez, «pueden, pero no quieren».

Adriana Espinosa González
Responsable de recursos naturales y residuos, Amigos de la Tierra

[1]    Propuesta de Reglamento Europeo del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se establece un marco para el suministro seguro y sostenible de materias primas fundamentales, Bruselas, 16.3.2023, COM(2023) 160 final.

[2]    Comunicado de la Comisión Europea, 16 de marzo de 2023: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_23_1661

[3]    «Blood on the Green Deal. How the EU is boosting the mining and defence industries in the name of climate action», Observatoires de Multinationales, Corporate Europe Observatory, noviembre 2023. https://multinationales.org/en/investigations/blood-on-the-green-deal/

[4]    El lobby profundo de la industria minera, cómo la industria condiciona el reglamento europeo sobre materias primas fundamentales, Amigos de la Tierra, febrero 2024. https://www.tierra.org/el-lobby-de-la-industria-minera-como-la-industria-condiciona-la-ley-de-materias-primas-criticas-de-la-ue/

[5]    Critical Raw Materials Act: «Making Europe´s metals supply the Green Deal´s foundation», 16 marzo 2023.

[6]    Ver al respecto «Diligencia debida, una norma obligatoria vaciada de contenido», Juan Hernández Zubizarreta / Erika González / Pedro Ramiro, Ctxt, 26/7/2023. https://ctxt.es/es/20230701/Firmas/43623/derechos-humanos-responsabilidad-corporativa-Union-Europea-diligencia-debida.htm

[7]    «Blood on the Green Deal. How the EU is boosting the mining and defence industries in the name of climate action», Observatoires de Multinationales, Corporate Europe Observatory, noviembre 2023.

[8]    «EU pressured to recognise aluminium as ‘strategic’ raw material», Financial Times, 23 de junio, 2023, https://www.ft.com/content/e1ee11c4-e3f5-4590-aef7-24108a7621d7

[9]    Comparando los datos de Eurostat, según los cuales la huella material de la UE será de 13,7 toneladas per cápita en 2020 con los mejores estudios disponibles, que indican un nivel sostenible de entre 5 y 8 toneladas per cápita (https://www.mdpi.com/2079-9276/4/1/25)

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