#Verano2060
Luna López
Erosión del suelo como consecuencia del monocultivo del olivar. Es muy difícil recuperar ciertas zonas. Fotos: Javier Pulpillo Ramírez
Antes de empezar este diario quiero situarme. Aquí Luna, hija de Juana y Fausto, ambas murieron demasiado pronto a causa de la revolución. Vivo en Rus, municipio libre de la campiña jiennense. Actualmente, trabajo en una de las colectividades agrarias cuyas funciones decidimos en asamblea dependiendo de las necesidades del momento.
17 de enero de 2059
Hoy es 17 de enero. Hoy es el día de mi cumpleaños. Lo hemos celebrado junto con el de Alejandra en el Ateneo de la Juventud. Han venido compañeras y compañeros de todos los barrios del pueblo a festejar este giro al sol. Tengo 24 años. Pedro Antonio me ha regalado este diario. Estoy deseosa de llenar sus páginas con mi día a día en los ratos que me apetezca escribir. Hace frío, pero qué calor atesoro en mi pecho.
10 de febrero de 2059
«Una sociedad que merezca la pena ser vivida». Este era uno de los lemas de nuestras viejas, también es el nuestro.
Precisamente, para construir esa sociedad que mereciera la pena ser vivida, nuestras mayores no solo tuvieron que poner el cuerpo, sino que también tuvieron que poner en práctica otro modelo societario que acabara con el impacto climático y social del capitalismo.
La socialización que tanto se reclamaba llegó. Todo empezó en las zonas rurales, aquí se notaba mucho más el impacto capitalista de la economía en las formas de vida. El vaciamiento de nuestros territorios, la falta de recursos, el impacto de un capitalismo verde que se pretendía como solución y no era más que un contínuum.
No estoy muy puesta en historia; pero, si no llega a ser por la acción directa y la autodefensa ante la violencia estructural, hoy día todo sería mucho más difícil.
27 de febrero de 2059
Comunismo libertario. Muchas creemos que es un buen horizonte al que mirar.
24 de marzo de 2059
Es primavera.
Estoy primavera.
Soy primavera.
Hemos salido al campo con el Grupo Excursionista Isaac Puente. Todo está radiante. No hay palabras que puedan describir la belleza del monte en esta época del año, aún quedan rastros de las ruinas de Zagahón, un antiguo cortijo del siglo pasado. Al volver a casa, al atardecer, he estado sentada en la puerta de casa con María, Alfreda, Javiera y Milena. Hemos hablado de la pequeña Paca, la hija de Catalina y Amira, que en realidad es hija de todas, pues sabemos que el sostén es la base de todo vínculo y hemos entendido que la familia trasciende la sangre.
Paca tiene diez años y sabe distinguir a la perfección cualquier especie de ave que aviste a lo lejos. Tiene una habilidad que supera a la de cualquiera. En la escuela están aprendiendo sobre semillas y fauna, ella parece que nació sabiendo.
1 de abril de 2059
En la colectividad hemos empezado con las labores del campo. Son bastante variadas. Hemos tenido que hacer un proceso bastante duro para superar el monocultivo de olivar y volver a un cultivo más sostenible con la tierra. Fueron muchas las parcelas de las que tuvimos que arrancar olivos. Hoy en día, tenemos campos de viña, garbanzo, lenteja, cebada, trigo, avena…, algo se me olvidará. Parece mentira que a este entorno antes lo llamaran mar verde, ahora el paisaje es tan heterogéneo. Menos mal.
Por lo que cuenta Rodrigo que le contó su padre, los cultivos que hemos implantado se asemejan a los que se cultivaban a principios del siglo xx.
5 de abril de 2059
Me ha dicho Alejandra que están sacando de los semilleros todo tipo de hortalizas y que han empezado a plantarlas en las zonas de huerta. Tengo ganas de que llegue el verano para comer sandía.
Me sorprende tanto que antes se hablara de seguridad alimentaria. Soberanía, aquí se respira soberanía. Sabemos lo que comemos.
La simiente de la tierra.
8 de abril de 2059
Este año se están plantando en las hectáreas dedicadas al cultivo arbóreo melocotones, almendros, pistachos, higueras y cerezos.
He ido con Sofía y Juan a la alberca antigua de la huerta de Cebaillas, hemos metido los pies en ella; hacía frío, pero teníamos ganas de refrescarnos un poco, de compartir un rato de lectura y de charla, de contarnos nuestras cosas. Nos hemos llevado un libro de poemas de Isabel Tejada titulado Manual para nadie, lo encontramos en una de las bibliotecas del pueblo. Hemos leído algunos poemas entre las tres. Hay uno que dice así:
La poda
en el bonsái es esencial
a la hora de abordar el crecimiento de la tristeza
manteniendo de esta forma su belleza y su armonía
No le corresponde a la poda la intención de abreviar
De hacer de lo podado algo quieto y apacible
Más bien consistirá en invertir todo el tiempo
y toda la atención posibles
en perpetuar su voluntad de seguir
Las podas deben ser periódicas
si lo que queremos es fortalecer nuestro árbol
y preservar su estado de salud
Por eso debemos conocer muy bien nuestra tristeza
para saber cómo y cuándo podar
No hay límites en el bonsái
y no se puede pensar en el bonsái
sin pensar en la poda
En las yemas de la herida
En la serie de cortes precisos que habremos de realizar
poniendo a prueba nuestra fe
Nuestra esperanza de que la tristeza reaccionará
y brotará nuevamente
ahora sí
en la dirección deseada.
¡Cuánta belleza!
12 de abril de 2059
A veces, siento una grieta que me recorre el cuerpo. Una tan grande como las que producía en la tierra la falta de cubierta vegetal en la plantación del olivar. Llevo pensando desde el martes en el poema que leí junto a Juan y Sofía: «y no se puede pensar en el bonsái / sin pensar en la poda».
Estoy triste. Desde que murió Lorenzo estoy triste. Lorenzo, el hombre de las manos grandes y con un solo ojo por el que contemplaba el mundo. Pienso en la necesidad de podar esta tristeza, también de compartirla, de expandirla hasta que se quede el recuerdo constante y cotidiano de su paso por nuestras vidas. Javiera dice que habla con sus muertas como si aún estuvieran entre nosotras y que eso le hace sentir compañías que la cuidan y miman desde ¿un universo paralelo? No, yo sé de lo que ella habla, esta cosmovisión que portamos lleva siglos con nosotras. Intuimos las heridas de nuestras antepasadas, las portamos, también sus resistencias.
Además, pienso que el podar va más allá. Sé que no es como hace años cuando la gente no tenía techo, alimento, ocio o cuidados asegurados, cuando la sociedad era una lucha competitiva por la supervivencia. Me estremece pensar en los índices de personas con enfermedades mentales que provocaba todo aquello.
Sin embargo, a veces estoy rasgada. No puedo evitarlo. Un gesto, una mirada, una historia, un rechazo. La toma de decisiones colectiva, la individual. El recuerdo de pa y ma a los que apenas conocí.
Respirar y podar.
20 de mayo de 2059
Ayer África vino a casa entusiasmada, no era para menos, nos contó que había visto una alondra ricotí en una de las zonas que reconvertimos en estepa de matorral bajo. Primero —nos contó—, vio un pequeño nido en el suelo con hojas, ramitas, pelos y plumas y cuatro huevos pequeños dentro. No sabía de qué era el nido. Estuvo un tiempo observando y fue cuando vio a la alondra.
¡Ay!, pienso en el daño que causó el monocultivo de olivar en nuestra provincia, es algo recurrente cada vez que trabajo la tierra.
Está siendo todo un esfuerzo la recuperación de un entorno biodiverso, no solo en lo referente al suelo, sino también a las especies que habían desaparecido de esta zona. Qué importante la vuelta a la territorialización de la agricultura, qué equivocados estaban en rentabilizar estas tierras a base de no entender su idiosincrasia. Es un proceso que se está viviendo en toda la península, el cambio poco a poco está dando resultados.
Hoy estoy feliz por las noticias de África, además, no es la única especie que está volviendo a verse, también avisaron hace unas semanas de que las poblaciones de avutarda común, cernícalo primilla, aguilucho cenizo y curruca tomillera están en ascenso. Recuperar las zonas de estepa ha sido tan necesario.
Atrás quedan tiempos de sobreexplotación de acuíferos a causa del uso mercantilista de la tierra.
30 de mayo de 2059
Hoy Mile y Javiera han ido a la plaza de abastos y han traído fresas a casa. Mientras las comíamos, Amira le contó a Paca que su madre había trabajado en los campos de Huelva en el año 2020, le contó que las condiciones de trabajo de su madre eran muy duras, que antes las fresas no se comían con alegría. Han pasado 40 años desde entonces. Huelva, al igual que Jaén, ha cambiado mucho. En realidad, todo está cambiando.
Qué necesaria fue la acción directa para acabar con la explotación en todos los territorios, para acabar con el ecocidio. Es terrorífico el impacto medioambiental que aún nos repercute, hay zonas que tardarán siglos en recuperarse.
6 de junio de 2059
Recogida de ajos.
10 de junio de 2059
Creo que fue en junio de 2022 cuando, cuentan las compañeras, colmataron la laguna del Aguijón. Era algo común este tipo de prácticas en acuíferos para la posterior plantación de olivos. Un desastre medioambiental que, gracias a la acción de decenas de colectivos, se ha vuelto reversible. El caso es que tras el colmatado pasaron varios años hasta que, finalmente, se pudo volver a recuperar la laguna.
Son muchas más las lagunas que han podido salvarse; no todas, desde luego. Ha sido irreversible para muchas zonas a las que no se llegó a tiempo.
21 de junio de 2059
Esta mañana me he despertado temprano gracias a los rayos de sol que entraban por la ventana. Llevo un par de días un tanto inquieta y no soy capaz de conciliar el sueño del todo, aun así, los desayunos me están sentando bien. Ya estamos recogiendo las sandías de la huerta, también los melones, qué ganas tenía.
Es temporada de salmorejo, gazpacho y pipirrana. Las huertas están dando un fruto exquisito. En la plaza de abastos hay aguacates que vienen de las colectividades malagueñas.
Creo que la inquietud viene de la asamblea que tendremos el mes que viene. Quizá es esta calor, que se hace notar, aunque tenemos la sensación de que, a diferencia de hace veinte años, la temperatura no está aumentado, sino que se mantiene similar a años pasados.
30 de junio de 2059
Estoy con la regla, hoy no tengo fuerzas para ir a trabajar. Tengo que ir a ginecología.
20 de julio de 2059
La conquista de la renta básica universal ha sido importante, un hito, y lo sabemos. Ha posibilitado que toda persona tenga un ingreso mínimo para poder vivir, sin importar el punto de partida de cada cual. Hay quienes creían que sería imposible conseguirla e incluso los debates estaban cargados de tópicos, había tanta reticencia… Pensaban que la gente no querría trabajar, como si el problema fundamental de nuestra sociedad pasada fuera ese. Y lo hemos conseguido. Y se ha demostrado que todo eran falacias, que el problema era un modelo pensado exclusivamente desde la explotación de los cuerpos y la tierra. Sin embargo, en Rus y en otros muchos municipios, mayormente rurales, queremos superar este debate. Si bien sabemos que estamos en un momento transitorio hacia una sociedad en la que no haga falta el dinero, también sabemos que aún quedan algunos pasos hasta llegar ahí. Cada vez necesitamos menos el dinero y esto debemos abordarlo.
Creemos necesario que el debate se extienda, que hablemos de la abolición del dinero, sin medias tintas. Creemos que hay que dejar de lado de una vez la teoría laboral del valor. Para ello hemos convocado una asamblea extraordinaria. Llevamos semanas debatiendo sobre esto mismo. Creemos que estamos en un momento interesante para dar pasos hacia un modelo que prescinda del poco control del Estado que aún perdura. La organización territorial que nos hemos dado es bastante sólida y debemos dar un paso más.
La asamblea será el viernes, dentro de tres días. Tenemos esperanza.
22 de julio de 2059
No dejo de pensar en el viejo lema «cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades».
Mañana es la asamblea extraordinaria para debatir sobre una posible ponencia que se redacte en Rus y se aborde en el comité regional.
5 de agosto de 2059
El fin de semana tuvimos la asamblea extraordinaria. Por mayoría, queremos romper con la teoría del valor-trabajo. Habrá ponencia. Hay más municipios que también están trabajando en esta misma línea.
15 de agosto de 2059
¿Creerían en el pasado que llegaríamos a trabajar cuatro horas al día? Quizá es como todo, hay quien sí y hay quien no. Aquellas personas que creyeron que sí fueron las que han hecho posible que hoy esta jornada de trabajo sea una realidad.
¿Y sobre la tecnología al servicio de la vida? ¿Se creerían nuestro presente? No era cuestión de decrecimiento, sino de una economía al servicio de la vida.
20 de septiembre de 2059
A veces los sueños me llevan a una vida lejana. Anoche empezó la fiesta de mozos del pueblo, una tradición que se remonta al siglo xvii, cuando la peste negra asoló la población y murieron la mayoría de los jóvenes del municipio. Es una de nuestras riquezas culturales más antiguas, si bien ha cambiado mucho a lo largo de los siglos. Hay quién dice que es un carnaval, pero es mucho más que eso. Es una forma colectiva de recordar un episodio traumático, de tomar la calle y colectivizar el dolor, de recordar que la naturaleza se nos escapa, que es mucho más que el ser humano. Me alegra que vuelva a sus raíces paganas y cada vez se deje más de lado la parte religiosa, que es casi marginal.
Ayer por la noche nos quedamos hasta tarde un puñado de compañeras y compañeros bebiendo licor que habían hecho en la colectividad de Los Almendros. Rodrigo nos estuvo contando sobre el proceso revolucionario que llevó a la recampesinización, parece mentira que también tuviera que ser una pandemia, y su posterior gestión necropolítica, la que llevara a una mayor concienciación y la unión de la población desde la transversalidad, aunque no solo, claro, ¡cuántos factores influyeron! ¡Cuánta gente puso el cuerpo en el camino! Rodrigo cuenta, a sus ochenta y ocho años, el daño que causó esa mentalidad mercantilista de la tierra, del agua, del aire, de la vida en su totalidad.
Decía que los sueños a veces me llevan a una vida lejana, quizá fue la charla que nos dio Rodrigo la que me llevara a soñar esta noche con incendios devastadores, con desertificaciones, con lagos contaminados, con seres anclados en la propiedad privada y el egoísmo. He despertado angustiada, sé que aún queda mucho por hacer en nuestro presente, que aún quedan restos de aquel pasado que se me antoja distópico.
Hoy voy a intentar trabajar despacio.
17 de noviembre de 2059
Nota del día: abrazar la contradicción.
20 de diciembre de 2059
Quedan pocos días para terminar el año y no dejo de pensar en todas las cosas que hemos construido en tan poco tiempo. Desde luego, queda mucho por delante; sin embargo, en los próximos meses sé que van a darse ligeros cambios. Necesitamos más construcción comunitaria, sabernos en la interdependencia.
Este nódulo de relaciones multidireccionales que nos atraviesan, desde todos los territorios y comunidades, desde cuerpos humanos y no humanos, nos revela pasos para seguir desplazando viejas formas de pensar que aún nos penetran: el rizoma frente la dicotomía.
Quizá sea mi reflexión para acabar este año y empezar el próximo. Estamos en la recogida de la aceituna, igual que el año pasado por estas fechas, igual que el que viene.
Luna López
[Araceli Pulpillo]