#Verano2060

La Cabra

cartel conferencia

Ilustración del cómic Mu, de Troubs.

¿Puede una herramienta ser a la vez necesaria y contraproducente? Hemos, por fin, aprendido que sí, alimentando un pensamiento más complejo y más ligado al cuidado de la vida y a qué hacer en una época de transición radical de nuestras economías. Puede que entonces, en este 2060, ya estemos preparadas para abrir un debate clave: ¿para qué necesitamos el Estado?


Los sistemas sociales y naturales están cargados de interrelaciones y son herederos de un medio, de un contexto. Y en esa madeja suceden contradicciones que hay que enmarcar en un momento y en un proceso. Retomando la pregunta inicial, cuando, por ejemplo, como agricultor ecológico en el valle del Jerte, decido aplicar cobre en una parcela propensa a cierta proliferación de hongos, realizo una acción a la vez necesaria en un enfoque cortoplacista (recoger frutos sanos en la próxima campaña) y desde el primer instante contraproducente para otros procesos más amplios (cuidar la vida en el suelo, equilibrar mi pequeño «jardín» con microorganismos endógenos).

¿Qué determina entonces la valía de una intervención que es «necesaria y contraproducente»? La salud de un socioecosistema, entendiendo por salud su capacidad de autorreproducción, su bienestar y su dignidad en el caso de la especie humana. Para aterrizar la bondad o utilidad de una herramienta o de un satisfactor deberé pensar en estos fines y en las condiciones que me llevan a ello. ¿Es el Estado «saludable»? Es una herramienta, ante todo, no un fin. Una herramienta que ha sido adversa históricamente para promover la distribución radical o al menos igualitaria del poder; adversa también a la hora de aplicar la sostenibilidad como concepto fuerte y, sin embargo, tan pregonada desde la publicación del Informe Brundtland en 1987 por Naciones Unidas. Ahora que parece que hemos ganado poder desde abajo, ¿podemos hacer que sea diferente?

Estado y economías comunales en los extremos

El Estado puede invocar derechos, redistribuir cargas, atender a exclusiones, delimitar usos de la violencia, autorizar ciertas voces. En el caso del comienzo de la transición ecológica, y de la agroecológica en particular, el problema inicial fue acudir al estadocentrismo como forma de política pública. Nos costó entender que, sin músculo social, sin cooperativismo en los territorios, no hay agroecología. Lejos del Estado quedan hoy en día las prácticas de economías impregnadas por lo social-solidario, donde el dinero no desplaza el cuidado de las personas, donde el cooperativismo en un territorio es la garantía de los buenos manejos asociados al gobierno de los comunes, donde el cierre de ciclos es una constante para que agricultura y ganadería ya no estén tan separadas. A esta manera de proceder lo venimos llamando agroecología en 3C: cuidar personas, lazos y casas (territorios y planeta); cooperar para ganar en autonomía social; cerrar circuitos para no desarrollar sistemas que demandan energías y materiales muy ajenos a cada lugar ni los alimentos de sus condiciones naturales de producción.

Estado y economías comunales o comunitarias, como en el caso de la agroecología en 3C, se repelen, pero en este debate es conveniente verlos como situados en los extremos de una frágil cuerda para preguntarnos si es posible recorrerla enlazando parcialmente los extremos. Una escuela infantil o un espacio cultural gestionados directamente por padres y madres, pero con un apoyo decidido de una institución regional, es un ejemplo de ello. Nuevas instituciones sociales surgidas ante los conflictos sobre el agua, como la expansión de comunidad de regantes en cada biorregión, se mueven entre la autonomía ciudadana y los acuerdos de gestión a escala estatal. Son iniciativas que entremezclan el hacer de los comunes tradicionales y formas de políticas públicas que hablan de cogestión del territorio. Son los nuevos comunes.

La gestión desde el Estado (participativa) no está siempre reñida con la cogestión o la autogestión con base comunitaria y territorializada. Lo está cuando el Estado se coloca mirándose a sí mismo, o cuando ideamos políticas públicas donde la gente ni es escuchada ni se la espera en las decisiones clave. Así lo vimos con los titulares de la década de los veinte, del tipo Pacto Verde o De la Granja a la mesa que proponía la Unión Europea. Allí no había cuestionamiento de la gran distribución ni de las multinacionales que controlaban insumos. Tuvo que venir la política REDEVER (Relocalización para Decidir en Verde) a poner las cosas en su sitio, una política gestada en biorregiones que trazaron sus planes económicos y que habría de apoyar la Unión Europea. Poco servía una transición hacia una agricultura ecológica convencionalizada: si los insumos los controlaba Bayer-Monsanto, nuestra dieta se inspiraba en la publicitada comida chatarra y el mercado a defender no era el de proximidad o el que respeta ciclos naturales, hubiésemos estado incrementando la huella de carbono y la hídrica, así como la hemorragia del medio rural.

 
   El Estado puede ser un paraguas, pero no más, un lugar de transición, pero no un espacio para quedarse o para sostener per se.   
 

El Estado —conviene aclarar— es una maraña de instituciones, algunas más próximas y que en cierto momento incentivaron procesos cooperativos como pueden ser las ciudades y pueblos (estrategias municipalistas) o las mancomunidades en las zonas rurales (impulso de biorregiones como espacios económicos para producir y distribuir). Frente al Estado vertical, ensimismado en su maquinaria, violento con opciones alternativas por el hecho de serlo, los nuevos comunes fueron una herramienta para cultivar sociedad y extender un contagio cooperativo. Han hecho posible construir visiones y cosmovisiones donde integramos cuidar personas, cuidar lazos, cuidar hogares (casa, territorio, planeta). El Estado puede ser, en ese caso, un paraguas, pero no más, un lugar de transición, pero no un espacio para quedarse o para sostener per se.  

Cultivar sociedad no solo pasa ya por construir nuevas economías y hacerlas palpables para la población, esto ya lo tenemos. ¿Qué representa cultivar sociedad? ¿Qué papel puede tener en ello el Estado? Los pueblos y redes vecinales se han fortalecido con propuestas como las comunidades energéticas y el Estado puede incentivar, entonces, que no sean los oligopolios los que se cuelen bajo la forma de «autoconsumos privados». El impulso a una dieta menos cárnica y más favorable a un mundo rural vivo se ve favorecido por los consejos alimentarios ciudadanos y comarcales, por políticas de compra pública y por la prohibición de una ganadería industrial y ajena a la recuperación de razas autóctonas. La salud precisa de hospitales y estos de formación y redistribución estatal de recursos; pero ello no es óbice para sostener modos de salud comunitaria o salubridad frente a enfermedades físicas y mentales. El dinero público, finalmente, sirve para gravar grandes fortunas e implantar una renta máxima, mientras la ciudadanía abraza economías no especulativas ancladas en monedas sociales o prácticas de apoyo mutuo.

Continuamos siendo realistas. Por eso fabricamos lo posible sin denostar las aspiraciones a lo que todavía no tiene su sitio en este presente, pero estamos alumbrando. ¿Qué Estado pues? Un Estado como paraguas —insisto— y con base u horizonte de ser acompañante de lo social. La sostenibilidad parte desde abajo, de lo articulado en un territorio, donde se cierran ciclos políticos y materiales.

Despiece: La conexión entre el Estado y los nuevos comunes

Las nuevas políticas públicas han de construirse desde un Estado:

  • Participativo y transicionista: con empuje social desde abajo; gran parte de los procesos municipalistas o de las financiaciones a experiencias fracasan por ser continuistas con el modelo convencional: el mercado ya no va a resolver, las instituciones públicas todavía aparecen preñadas de fórmulas autoritarias muy caducas y alérgicas a la agroecología; las economías comunitarias requieren una preponderancia de la comunidad o de las articulaciones de producción y consumo para legitimar y no obstaculizar cambios radicales;
  • Relocalizador y no meramente reformista: implementando medidas que cuestionen la industria mundializada que sigue produciendo identidades y consumos inspirados en un mercado global de comida chatarra; preocupado y activo frente a cuestiones interseccionales de clase, género, rural-urbano, indígena-moderno, etc.; impulsando por ello esas «reformas no reformistas» de las que hablaba André Gorz; es decir, metas visibles y que sí desafíen la senda oligopólica, depredadora y ultraconservadora que toma la política y la economía en la actualidad.
  • Inspirador e inspirado en prácticas de no violencia: frente al discurso de «¡es la guerra, estúpido!» que se extendió ante colapsos energéticos y alimentarios, la apuesta tiene que ser prevenir conflictos, generar espacios y prácticas de relocalización que pasen definitivamente de la seguridad alimentaria a la soberanía alimentaria.

Al servicio de lo comunitario

Lo público-estatal habrá de respetar, alentar y beber lo que pueda surgir de lo público-comunitario, lo público-municipalista, lo público-participativo, y no al revés. Como señalara Luis González Reyes (2019):

Lo hago porque, como señala Emilio en su texto, el Estado tiene todavía muchas herramientas (y muchas las conservará aunque no tenga las mismas capacidades) y porque no es irrelevante quién lo maneje y con qué sensibilidad. También porque nuestras mentalidades son profundamente estatocéntricas y es probablemente socialmente irreal hacer transiciones sin contar con esa institución.
[…] el motor de cambio son los procesos autogestionados que parten y se insertan en la sociedad. Lo que puede hacer el Estado es catalizarlos, lo que no es poco ni es una tarea fácil, pero no tanto crearlos.

La estrategia política y socioeconómica, pues, tiene que ser triple: 1) seguir cultivando sociedad y alimentando un contagio cooperativo como base fundadora de cualquier propuesta; 2) escalar otras economías y contrapoderes hacia arriba y hacia los lados, y ahí es posible buscar un Estado que hable de cogestión y 3) promover políticas públicas transformadoras (no reformistas, ni legitimadoras, ni meros parches) que detengan y prevengan la barbarie y acompañen procesos agroecológicos, es decir, con una gramática de participación, en el marco de una sustentabilidad fuerte.

En dicha estrategia, cada herramienta ha de sopesarse no aisladamente, sino en la medida en que contribuye a sostener la tríada personas-lazos-casas desde la extensión del mencionado contagio cooperativo. Son tiempos de seguir cultivando lazos arraigados a territorios concretos. Como siempre. Porque lo otro, lo moderno o posmoderno asociado al marketing político de un suicidio más amable, me sigue sin interesar, no lo puedo consentir, no permite ensanchar el presente y albergar otras esperanzas.

La Cabra

[Ángel Calle]

Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia al navegar por la web.

Si continúas navegando, aceptas su uso. Saber más

Acepto
El sitio web de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas (www.soberaniaalimentaria.info) utiliza cookies para mejorar la experiencia de los usuarios, facilitando la navegación por nuestra web. Estamos haciendo todo lo posible por facilitar el uso de dichas cookies, así como su gestión y control al utilizar nuestros servicios.

¿Qué son las cookies?

Las cookies son pequeños archivos de texto que se almacenan en el dispositivo del usuario de Internet al visitar una página web. Es el operador del sitio web el que determina qué tipo de información contiene dicha cookie y cuál es su propósito, pudiendo además ser utilizada por el servidor web cada vez que visite dicha web. Se utilizan las cookies para ahorrar tiempo y hacer la experiencia de navegación web mucho más eficiente. No obstante, pueden ser usadas con varios propósitos diferentes que van desde recordar la información de inicio de sesión o lo que contiene un pedido de compra.

¿Cómo utiliza Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas las cookies?

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas tan solo utilizará las cookies que nos dejes utilizar. Tan solo leeremos o escribiremos cookies acerca de tus preferencias. Aquellas que hayan sido instaladas antes de modificar la configuración permanecerán en tu ordenador y podrás borrarlas haciendo uso de las opciones de configuración de tu navegador. Podrás encontrar más información al respecto más adelante.

1. Cookies propias

Se trata de cookies técnicas que recogen información sobre cómo utiliza el sitio web (por ejemplo, las páginas que visitas o si se produce algún error) y que también ayudan a Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas a la localización y solución de problemas del sitio web. Las cookies técnicas son imprescindibles y estrictamente necesarias para el correcto funcionamiento de un portal web y la utilización de las diferentes opciones y servicios que ofrece. Por ejemplo, las que sirven para el mantenimiento de la sesión, la gestión del tiempo de respuesta, rendimiento o validación de opciones.

Toda la información recogida en las mismas es totalmente anónima y nos ayuda a entender cómo funciona nuestro sitio, realizando las mejoras oportunas para facilitar su navegación.

Dichas cookies permitirán:

  • Que navegues por el sitio.
  • Que www.soberaniaalimentaria.info recompile información sobre cómo utilizas la página web, para así entender la usabilidad del sitio, y ayudarnos a implementar las mejoras necesarias. Estas cookies no recogerán ninguna información sobre ti que pueda ser usada con fines publicitarios, o información acerca de tus preferencias (tales como sus datos de usuario) más allá de esa visita en particular.
Si tienes dudas o quieres hacernos alguna pregunta respecto de las cookies que utilizamos, puedes remitirnos tu consulta al correo electrónico info@soberaniaalimentaria.info

2. Cookies de terceros

Existe una serie de proveedores que establecen las cookies con el fin de proporcionar determinados servicios. Podrás utilizar las herramientas de estos para restringir el uso de estas cookies. La siguiente lista muestra las cookies que se establecen en la página web www.soberaniaalimentaria.info por parte de terceros, los fines para los que se utilizan y los enlaces a páginas web donde se puede encontrar más información sobre las cookies:

·       Cookies analíticas:

Las cookies de Google Analytics se utilizan con el fin de analizar y medir cómo los visitantes usan este sitio web. La información sirve para elaborar informes que permiten mejorar este sitio. Estas cookies recopilan información en forma anónima, incluyendo el número de visitantes al sitio, cómo han llegado al mismo y las páginas que visitó mientras navegaba en nuestro sitio web.

http://www.google.com/intl/es/policies/privacy        

·       Cookies técnicas:

AddThis es una empresa tecnológica que permite a los sitios web y a sus usuarios compartir fácilmente el contenido con los demás, a través de iconos de intercambio y de los destinos de bookmarking social. Las cookies AddThis se utilizan con el fin de habilitar el contenido para ser compartido. AddThis también se utiliza para recopilar información sobre cómo se comparte contenido del sitio web. Las cookies ayudan a identificar de forma única a un usuario (aunque no de forma personal, sino en cuanto a dirección) para no repetir tareas dentro de un periodo de tiempo especificado.

http://www.addthis.com/privacy

Disqus es un servicio gratuito que permite añadir comentarios a diferentes elementos de este sitio web. Disqus guarda en cookies tu identificación anterior en este sitio web o en otro para que no sea necesario iniciar sesión cada vez que utilices el mismo navegador.

https://help.disqus.com/customer/portal/articles/466259-privacy-policy

Cómo desactivar las cookies

Para cumplir con la legislación vigente, tenemos que pedir tu permiso para gestionar cookies. En el caso de seguir navegando por nuestro sitio web sin denegar su autorización implica que aceptas su uso.

Ten en cuenta que si rechazas o borras las cookies de navegación algunas características de las páginas no estarán operativas y cada vez que vayas a navegar por nuestra web tendremos que solicitarte de nuevo tu autorización para el uso de cookies.

Puedes modificar la configuración de tu acceso a la página web. Debes saber que es posible eliminar las cookies o impedir que se registre esta información en tu equipo en cualquier momento mediante la modificación de los parámetros de configuración de tu navegador:

Configuración de cookies de Internet Explorer

Configuración de cookies de Firefox

Configuración de cookies de Google Chrome

Configuración de cookies de Safari

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas no es titular ni patrocina los enlaces indicados anteriormente, por lo que no asume responsabilidad alguna sobre su contenido ni sobre su actualización.

El usuario puede revocar su consentimiento para el uso de cookies en su navegador a través de los siguientes enlaces:

Addthis: http://www.addthis.com/privacy/opt-out

Google Analytics: https://tools.google.com/dlpage/gaoptout?hl=None

Google, Twitter, Facebook y Disqus: A través de los ajustes de cada navegador más arriba indicados para la desactivación o eliminación de cookies.