#Verano2060
Èlia Gilabert
La Universidad Campesina amplía año tras año su red de proyectos y fincas colaboradoras y genera, además de redes afectivas y de cooperación, intercambio de conocimientos, experiencias e ilusión por dedicarse a la tierra.
La Universidad Campesina empezó a principios de siglo siendo la Escuela de Pastores y Pastoras. Foto: Èlia Gilabert
Está todo a punto. Un espacio exterior, en medio de una de las granjas escuela de la Universidad, con un montón de comida deliciosa, producida y preparada por el alumnado que hoy se gradúa. Y mientras estamos preparando los últimos detalles de la fiesta vemos a la gente que ya va llegando. Es muy emocionante reencontrarse con aquellas personas que han formado parte de nuestra vida durante un breve pero intenso tiempo y saber que les va bien. Hoy hemos preparado un homenaje a algunas personas que han pasado por la Universidad Campesina. Queremos reconocer el trabajo hecho y explicar esos proyectos que han nacido fruto de su paso por la formación.
Celebrarnos
Este año 2060, celebramos la fiesta de graduación de la quincuagésima segunda edición de la Universidad. Una gran fiesta a la que acuden personas de todos los sectores. Hace tiempo que dejó de ser una fiesta solo para el alumnado. Vienen personas de todas partes para festejar y dar gracias por las cosechas, cosechas de alimentos y de futuro campesinado que los va a producir.
Lo que empezó siendo una Escuela de Pastores y Pastoras con una formación de seis meses hoy es una línea de escolarización. Niñas y niños asisten a la escuela para crecer y aprender conectados con la esencia, con la tierra. Aprenden a ser personas autosuficientes y valoran el esfuerzo —y milagro— que supone que, de una semilla, nazca un forraje que pueda alimentar a una oveja, a la que van a ordeñar y cuya leche utilizarán para hacer queso. Es en este proceso donde se aprenden lenguajes, matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales, ética. Es en este proceso donde se aprende filosofía. Y, con esta propedéutica, eligen qué quieren ser de mayores.
Algunas, bastantes en realidad, eligen ser campesinas. Es un oficio que goza del respeto y reconocimiento de todas las personas. «Mamá, quiero ser campesina». «¡Qué bien, hija! ¡Qué buena elección!» Algunas de las personas que quieren dedicarse al sector primario lo siguen haciendo en la finca de sus familiares. Otras se forman en la Universidad Campesina.
¿La universidad es una red o la red es la universidad?
La Universidad Campesina es conocida por las estancias de convivencia de cinco semanas durante la formación. Es curioso como, a pesar de que dura mucho menos que toda la formación, sigue siendo durante este periodo de convivencia cuando se crean los vínculos más fuertes entre el alumnado. De la amistad y la relación de este periodo, nacen los hilos que tejen la red sin necesidad de institucionalización. El hecho de trabajar en red nos permite hacer intercambios por todas las regiones de casi todo el mundo; es una herramienta para seguir avanzando en la colectivización del conocimiento, en el reconocimiento de otros modelos y en la creatividad para hacer aquello que nadie hace en nuestra tierra. Permeabilidad e interculturalidad. Es increíble todo lo que surge cuando personas con una misma pasión comparten saberes y experiencias. Importar maneras de hacer, adaptadas, y abrir la mente a otras realidades contribuye a fortalecer el campesinado.
Los frutos
En la Universidad siempre hemos priorizado el trabajo colectivo. Con la comunicación asertiva como pilar fundamental para el buen desarrollo, entendemos que los proyectos multipersonales son ricos y favorecen la calidad de vida de sus integrantes. Tomaron buena nota del trabajo conjunto los alumnos y alumnas que crearon La Coopecampe34, un proyecto que surgió de la trigésima cuarta edición de los estudios. Fue un año en que todo el alumnado, formado por diecisiete personas, decidió crear un proyecto colectivo: una finca con vacas, cabras y ovejas para la elaboración de la leche, caballos para equinoterapia, un comedor colectivo, un espacio de retiro para artistas que van a inspirarse en medio de la naturaleza y, desde hace poco, un espacio permanente de debate sobre antiespecismo para acercar la realidad rural a aquellas personas que están preocupadas por el bienestar animal en las granjas. Es maravilloso ver trabajar a esas diecisiete personas, bien organizadas, con una estructura transversal para tomar decisiones donde lo productivo y las curas pesan lo mismo. Ya hace tiempo que colaboran con la Universidad recibiendo alumnas y alumnos en prácticas.
Hoy están aquí para explicar, una vez más, su proyecto; porque, una vez más, nos parece ejemplar; y porque nos hacen pensar. Hoy han planteado el siguiente dilema: ¿si la alimentación es una cuestión de estado y el estado es la sociedad, la sociedad debería garantizar colectivamente la agricultura?
Que la Universidad combina el conocimiento de campesinas y campesinos con la capacidad crítica y la tecnología bien entendida es otro puntal. Mateo y Gloria, que han venido a la fiesta, acabaron los estudios hace diez años y crearon su proyecto de vida en torno a una nueva tecnología que desarrollaron para llevar un registro de todo cuanto pasa en una finca agraria de manera fácil. Fue una revolución que simplificó toda la burocracia del sector. Un pequeño aparato digital que llevas en el bolsillo registra todo cuanto haces y lo traduce en ficheros ordenados en carpetas que se mandan directamente a la administración. ¡Fabuloso! Con esta solución tecnológica desapareció uno de los mayores retos del sector: la carga administrativa.
Aun así, Mateo y Gloria han explicado en su intervención que las verdaderas soluciones a la burocracia deberían ser políticas, no tecnológicas. En el comité agrario del que forman parte están trabajando en esto y presionando a su administración para que reduzca las normativas de bioseguridad y las adapte a lo concreto o permita exención de trámites en determinados casos.
Hoy, como cada año, hay un poco de nervios y ganas de que todo salga bien. Poco a poco, nos va impregnando a todas las personas una sensación de alegría, de reencuentro, de celebración. Miradas, sonrisas, complicidad. Comunidad. Ha llegado el momento. Todo está a punto para la graduación. Estamos listas para cerrar un ciclo. Para dar las gracias y recomenzar.
Èlia Gilabert
[Laia Batalla]