Homenaje a uno de los principales antecesores: Aleksandr Vasílievich Chayánov
Александр Васильевич Чаянов (1888, Moscú - 1937, fusilado en Kazajistán)
Malaquías Jiménez
Aleksandr Vasílievich Chayánov fue un economista ruso, de ideas socialistas, no bolchevique. Participó en la Revolución rusa de 1917, pero posteriormente fue apartado y denigrado por sus propuestas de apoyo a la agricultura familiar, frente a las tesis oficiales de gran agricultura industrial en manos de cooperativas fieles al régimen. Hasta tal punto estuvo perseguido que lo condenaron a trabajos forzosos y fue fusilado por orden directa de Stalin.
Participó como viceministro de Agricultura en el gobierno provisional resultante de la Revolución de Febrero de 1917 (antecesora y preparatoria de la gran revolución de octubre), pero dimitió a los quince días al comprobar que el nuevo presidente (príncipe Gueorgui Lvov) no estaba dispuesto a sacar a Rusia de la Gran Guerra ni, sobre todo, a expropiar y redistribuir las tierras, parte esencial de su propuesta de «tierra para trabajar, trabajo para el pueblo».
A partir de la Revolución de Octubre, con Lenin en el poder, Chayánov se dedicó a estudiar economía agraria y a asesorar desde el Instituto de Investigación Científica de la Economía Agrícola al comisario para la Agricultura y al propio Lenin. Escribió una simpática novela llamada Viaje de mi hermano Alexis al país de la utopía campesina, donde cuenta, a través de un figurado periodista americano, cómo sería una feliz sociedad futura en el entorno de Moscú, basada en el trabajo creativo del campesinado y el respeto a la tierra, donde se hubieran prohibido las ciudades —puesto que todo el mundo viviría en el campo— y con la economía y la política nacional orientadas por la cultura campesina.
La singularidad de la economía campesina
En 1925 —al año de morir Lenin y ya con Stalin en el poder—, publicó su obra más famosa: La organización de la unidad económica campesina, donde describe, con precisión científica economicista, cómo la agricultura campesina familiar es más eficiente, más sostenible y está más acorde con la felicidad humana que la gran agricultura industrial promovida por las colectivizaciones obligatorias de la revolución. Expone también que la agricultura no cumple las normas básicas de la economía general, puesto que quienes la practican no buscan maximizar su tasa de ganancias, sino cubrir lo más cómodamente posible sus necesidades. Por otro lado, explica por qué cuando bajan algunos precios agrarios, se mantienen o incluso se incrementan las producciones, lo cual parece una herejía desde el punto de vista de la economía meramente capitalista. En este enfoque no está muy lejos de Marx, quien, en El Capital, reconoce la singularidad de la economía campesina. Ambos autores están de acuerdo en que este planteamiento de agricultura familiar autogestionada pervivirá siempre que la familia campesina sea dueña y gestora de la tierra que trabaja.
Su punto de partida es que la mano de obra es el elemento técnicamente organizativo que define la capacidad productiva (una vez garantizadas ciertas condiciones de capital, tierra y recursos) y que, puesto que en la agricultura familiar no se recurre casi nunca a fuerza de trabajo contratada, el tamaño de la familia es el factor principal de la actividad económica. En este modelo se considera la familia como grupo de producción-consumo, e incluso se llega a determinar la relación adecuada entre el tamaño de la finca y el tamaño de la familia en una ecuación aplicable solamente a la región rusa de Samara en 1920:
ha de cultivo = 0,36 n2 – 0,52 n - 2,6
(donde n es el número de miembros de la familia)
En esta obra, Chayánov demostró la vigencia del papel económico de la familia campesina y el carácter necesariamente heterogéneo del sector agropecuario, aspectos que solo recientemente los planificadores y economistas se han visto obligados a reconocer a pesar de la ola neoliberal y homogeneizante de la economía agraria.
Campesinado y colectivizaciones
Sus propuestas estaban en flagrante contradicción con la política de colectivización total de Stalin, quien en 1929 escribió que era «incomprensible que las teorías anticientíficas de economistas 'soviéticos' como Chayánov puedan circular libremente en la prensa».
En 1930 fue arrestado en relación con el caso del Partido de los Campesinos Trabajadores, por una acusación inventada por la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos). En un juicio secreto, en 1932, fue condenado a cinco años de trabajos forzados en Kazajistán. El 3 de octubre de 1937 fue detenido nuevamente, «juzgado» y fusilado el mismo día. Su esposa, Olga Emmanuilovna Gurevich, pasó 18 años en campos de trabajo y murió en 1983 tras haber luchado por rehabilitar políticamente (absolver) a su marido, lo que no se hizo realidad hasta el 16 de julio de 1987 en el Tribunal Supremo de la Unión Soviética.
La verdadera rehabilitación de Chayánov ha sido la que le ha hecho la ciencia económica agraria mundial. La economía clásica y neoclásica trata al campesinado con los mismos dogmas de Stalin y las teorías neoliberales de la escuela de Chicago: la gran propiedad es siempre la más eficiente, mientras que Chayánov escribe sus alegatos a favor de la economía campesina familiar en la Rusia de 1925.
Entre los muchos seguidores de Chayánov destaca el referente de la agroecología J.D. Van Der Ploeg. En el resumen de su libro El campesinado y el arte de la agricultura (Icaria, 2016) refleja claramente las lecciones del economista ruso: «El control activo del campesinado sobre los diferentes balances de su economía hace de la agricultura una constelación más productiva, proporciona más empleo y ofrece mayor autonomía y espacio de autogestión que la agricultura controlada por los mercados y/o las relaciones capital/trabajo».
Las propuestas sobre la unidad económica campesina, evidentemente, no pueden ser directamente trasplantables a la Europa del siglo xxi, pero son una prueba más de que la situación de la economía capitalista actual no es una imposición divina ni una fuerza de la naturaleza, sino el resultado de una determinada propuesta ideológica que favorece a unos pocos y perjudica a unos muchos. Y, por supuesto, siempre hay otra forma de hacer las cosas.
Malaquías Jiménez
Agente de desarrollo rural en La Manchuela
PARA SABER MÁS
Roger Bartra, Introducción a Chayánov. Disponible en PDF
Aleksandr Chayánov, Viaje de mi hermano Alexis al país de la utopía campesina. Disponible en e-book.
La organización de la Unidad Económica Campesina solo está publicado en castellano por la editorial Nueva Visión de Buenos Aires (1974). Disponible en PDF en español y en inglés.