La voz de las plataformas
Revista SABC
Viñedos en una zona donde hay proyectado un macroparque solar de 250 ha. Foto: Plataforma Sol Sostenible
Para acercarnos a la vivencia cotidiana de quienes se han organizado para defender su territorio frente a los megaproyectos energéticos, entrevistamos a la Plataforma Sol Sostenible de Monòver (Alacant), un municipio de tradición vitivinícola cuyo Ayuntamiento ha recibido demandas de centrales fotovoltaicas para cubrir una superficie total de 1400 hectáreas, incluyendo terrenos agrarios en producción.
¿Las acciones de vuestra plataforma están generando conflicto entre la población de la zona?
No estamos desarrollando acciones de mucha visibilidad, pero aun así sí que ha habido ciertos conflictos, desconfianzas o discusiones y sentimos que a bastante gente le cuesta posicionarse y exponerse. Hay familiares de las personas beneficiarias que apoyan estos proyectos, otras que no quieren visibilizarse y no se posicionan públicamente, y otras que no quieren ir en contra del Ayuntamiento.
Mucha gente repite frases de la administración («la transición energética es irrenunciable», «hay que cerrar Cofrentes», «la agricultura no tiene futuro y mejor poner placas», «vamos a tener unas centrales fotovoltaicas muy sostenibles y vamos a ser un referente a nivel estatal», «las empresas tienen voluntad de hacer las cosas bien», «puede conllevar beneficios económicos para el pueblo»…), sin reflexionar mucho más sobre el tema ni informarse sobre el impacto de estos proyectos en el corto, medio y largo plazo. Hace falta mucha información, reflexión y debate para abarcar un asunto tan complejo y participar activamente en el modelo energético que queremos para nuestro territorio.
Ha habido ciertos conflictos, desconfianzas o discusiones y sentimos que a bastante gente le cuesta posicionarse y exponerse.
En lo personal, ¿de qué manera os afecta este activismo urgente, exigente e inesperado? ¿Os supone mucha carga y presión emocional?
Sí…, nos ha generado primero mucha estupefacción, ansiedad e indignación. También un importante grado de frustración y tristeza, al ver la falta de movilización de la gente en el pueblo y ciertas posturas ambiguas de algunos políticos locales.
Las personas más activas en la plataforma compartimos problemas de ansiedad e insomnio en los momentos de mayor actividad, aunque consideramos que esta postura que mantenemos es para el bien común, más allá de un interés personal o individual, y que es nuestra responsabilidad seguir defendiendo nuestro territorio.
¿Os habéis planteado qué modelo energético queréis para vuestra comarca? Para que ese modelo funcionara, ¿harían falta cambios en la sociedad?
Consideramos que sería esencial un plan estratégico verdaderamente participativo, crear comunidades energéticas locales, tanto públicas como privadas, que generasen la energía que necesitamos en el territorio e incorporar el excedente a la red, pero con una producción máxima que no duplique el consumo de nuestro municipio.
Es necesario repensar las localizaciones de estas plantas fotovoltaicas en zonas que no tengan un valor agrícola y priorizar, por ejemplo, el suelo industrial, zonas ya degradadas o tejados de edificios donde se considere que es posible instalarlas (teniendo en cuenta temas de patrimonio, por supuesto). Este modelo sería más horizontal, se distribuiría el beneficio a más personas y generaría muchos más puestos de trabajo tanto en la instalación como en el mantenimiento. Esta propuesta supone mucho trabajo y un cambio en la cultura de la participación, que sin duda sería beneficioso para la ciudadanía, pero parece que a las administraciones les cuesta confiar y apostar verdaderamente por ello.
¿Qué pensáis del decrecimiento?
Es un debate que resulta extraño que no se explore más, considerando que todo este cambio de modelo energético viene dado por el cambio climático y el pico del petróleo. No tiene sentido cambiar el modelo de producción energética por otro que también depende de los combustibles fósiles y no renovables (en la extracción, fabricación y transporte de los materiales necesarios para construir la tecnología para su generación), sin pasar por un debate sobre la necesidad de reducir nuestro consumo. Es el elefante en la habitación del que nadie quiere hablar, pero que va a aplastarnos si no lo abordamos de manera justa, sostenible y democrática.
Consideramos que esta postura que mantenemos es para el bien común, más allá de un interés personal o individual, y que es nuestra responsabilidad seguir defendiendo nuestro territorio.
¿Conocéis en la plataforma el origen de los materiales que se necesitan para fabricar estas tecnologías y el impacto de su extracción?
Mínimamente, pero sí es un tema que nos preocupa, por lo que intentamos confrontar la idea de «energías limpias» o «energías verdes» con el impacto que tienen en los territorios donde se extraen. Volvemos a caer en las mismas trampas del capitalismo, vistiendo de verde tecnologías aplicadas en el norte, que agreden los territorios y las vidas de otras personas en otras partes del planeta.
¿Pensáis que esta experiencia de activismo puede hacer que se valoren más las economías rurales tradicionales de vuestro territorio (agricultura, ganadería extensiva, transformación alimentaria artesanal...)?
Para algunas personas que ya estaban concienciadas o son sensibles con lo local, lo tradicional, el medio ambiente, lo social y la vida, sí. Para otras continuará siendo un tema menor y colateral, porque lo importante seguirá siendo el beneficio económico, sobre todo si es propio.
¿Podéis identificar ya algunos aprendizajes respecto a la política institucional? ¿Está reforzando de alguna manera este proceso la importancia de la acción política de base?
No hay cultura de movilización en los pueblos y somos pocas..
Nos ha defraudado mucho comprobar el bajo nivel de conocimiento y compromiso en algunos casos. En otros, no; y eso da confianza. En algunos casos, se oyen voces ambiguas o las acciones que se emprenden no resultan tan contundentes como podrían ser, aunque en muchos otros, dentro de los ayuntamientos e incluso en los partidos hay voces discordantes.
Creemos que la administración debería ser más garantista con la protección del territorio, ya que esta situación viene dada precisamente por la aprobación de un decreto (14/2020) que facilita la tramitación de estos proyectos y pone en clara indefensión a los municipios y a la ciudadanía. Sentimos que hay una dejadez de funciones en este sentido, ya que se dejan en manos de las empresas las propuestas de localización de estas plantas y el modelo de transición, en vez de proyectar planes territoriales para garantizar la sostenibilidad y la justicia de este cambio de modelo.
Sin embargo, también vemos como la acción política de base, aunque imprescindible y muy necesaria en este caso, necesita de más base, porque no hay cultura de movilización en los pueblos y somos pocas.
¿Nos faltan estructuras comunitarias para resistir estos ataques?
Totalmente. Necesitamos redes ciudadanas con las que podamos interactuar, cooperar y fortalecernos. Actualmente la morfología asociativa local suele estar muy atomizada, incluso enfrentada, y eso genera vulnerabilidad tanto para resistir estos ataques como para construir comunidades resilientes en general. No existe esta cultura de la participación y de la unión popular, vivimos en una cultura de resignación y confrontación partidista y sectorial, y es una pena.
Más allá del impacto sobre la economía, la biodiversidad y el paisaje, ¿hay también una dimensión emocional, afectiva o espiritual en la motivación para la defensa y cuidado de vuestro territorio?
Por supuesto. Las personas que habitamos los territorios, sobre todo en el entorno rural, estamos vinculadas a esta tierra, su paisaje y su historia de una manera intangible, puramente emocional y afectiva; no solo las que vivimos del campo, sino también quienes vivimos en el campo. Queremos construir aquí nuestro futuro y el de nuestra familia. Para nosotras es un tema importante y lo tenemos presente continuamente. El territorio forma parte de nosotras y nosotras del territorio.
Comunidades energéticas
Frente a los modelos oligopólicos, competitivos y capitalistas, muchos colectivos están trabajando en las llamadas comunidades energéticas. En el documento Estado actual de la energía comunitaria en el Estado español y recomendaciones para fortalecerla, de Amigos de la Tierra, encontramos un buen análisis de la cuestión y tres ejemplos muy inspiradores, como la gestión para remunicipalizar pequeñas hidroeléctricas al servicio de comunidades rurales.
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