Conversatorio sobre tecnologías y sector agrario

Revista SABC

En este número reflexionamos sobre un tema muy amplio y complejo, por eso en este conversatorio hemos querido reunir a cuatro personas de diferentes edades, experiencias y territorios; pero, especialmente, con visiones distintas sobre las tecnologías en el medio rural.

 

 
Tamara

Emma Rojas

Soy pastora de un rebaño de oveja ripollesa en el Moianès, Catalunya. Hace años que trabajo en esta explotación de alrededor de 400 ovejas de carne. Mi día a día es muy mecánico y parecería que no cabe ninguna tecnología; sin embargo, no es así, las hay. La verdad es que los programas de gestión facilitan un poco nuestra tarea, pero dejas de ejercitar tu mente porque confías en lo que te dice el ordenador.

Soledad

Pedro Prieto

He estado 40 años trabajando en telecomunicaciones y unos 20 también con temas de energía. Mis padres eran de un pueblo de Extremadura que fue inundado por el pantano de Valdecañas. Cuando dejé el trabajo me establecí por esa zona y tengo un huerto ecológico y un encinar al que llega ganado trashumante. Uso bastante tecnología, practico el  riego por goteo con un equipo solar fotovoltaico y, colectivamente, puse en marcha una planta solar fotovoltaica de cerca de 1 megavatio.

Paula

Patricia Mora

Llevo más de 20 años trabajando en proyectos europeos de I+D de eficiencia energética. Ahora tengo mi propia empresa en Extremadura y hemos estado implicados en desarrollo de automatizaciones. Es verdad que todo es tecnología, pero mi leitmotiv es el medio ambiente y la mejora de procesos agroalimentarios. Creo firmemente que hay que cambiar el paradigma que tenemos de «usar el mundo», y esa idea es la que he ido aplicando a todo lo que hacemos.

Paula

Toño Romé

Soy agricultor de cereales en extensivo, en secano y en regadío en Azuara, Zaragoza. Heredé una explotación de mi padre y para que sea rentable va adquiriendo un tamaño considerable, 80 hectáreas de regadío y 200 de secano, de terrenos comunales del Ayuntamiento. En mi labor como responsable de jóvenes de UAGA y de COAG estatal, siempre estoy a favor de informar a los jóvenes de todas las nuevas tecnologías disponibles para minimizar costes, abonos químicos, sacar más producciones y que salgan las cuentas.

 

  Las nuevas tecnologías (AgTech) ya están en el campo. ¿Se llega a ellas por interés real o por influencia de la Administración o las empresas?

Toño: Hay un poco de las dos cosas. Cuando aparecieron las cosechadoras o el motor de explosión, la vida en el campo cambió mucho y ahora un GPS te ayuda a minimizar costes de insumos, a regar lo necesario, etc. Un tractor con nuevas tecnologías contamina menos, pero lo compras porque vas tan exprimido que lo que necesitas es que tus horas sean lo más rentables posible. Y, hay que decirlo, en el campo existe la envidia a los agricultores que viven bien, que pelean para ver quién tiene el tractor más grande, algo muy masculino.

Emma: Tengo 25 años y no sé lo que es el AgTech. La cuestión, sobre todo en la ganadería extensiva, sería que no tuviéramos que llegar por necesidad a la tecnología porque es un oficio ancestral. Las tecnologías nos ayudan, pero también ponen trabas a nuestro trabajo constantemente, especialmente, porque es un sector muy envejecido. Por ejemplo, los trámites burocráticos ahora son telemáticos y eso obliga a instalar ciertos programas, actualizar el ordenador, etc. Muchos agricultores tienen que contratar a gestores, lo cual supone un dinero extra.

Pedro: En mi pueblo, están enviando a sus hijos a estudiar fuera, pero la despoblación continúa porque no vuelven y lo que se ha conseguido es que el pueblo esté totalmente endeudado con la tecnología. Sinceramente, ¿esa va a ser la solución? Esa tecnología implica debilidad, implica falta de soberanía, el día que no lleguen los combustibles fósiles nos precipitamos en un abismo. Es terrible que no podamos pensar una agricultura que no esté basada en eso.

   Es terrible que no podamos pensar una agricultura que no esté basada en los combustibles fósiles. (Pedro)   
 

  ¿Qué tecnologías conocéis y os parecen relevantes hoy en día para el medio rural y el sector agrario a pequeña escala?

 

Emma: Yo conozco el GPS para pastoreo porque algunas compañeras lo usan. Se coloca en animales tranquilos pero dominantes, para controlar a distancia en emergencias o cuando te ausentas, y la verdad es que va muy bien.  En mi trabajo usamos un programa de ordenador para introducir todo tipo de datos referentes a las ovejas, partos y corderos, ya que estamos en un programa de mejora genética de la raza autóctona ripollesa. Además, esto nos proporciona un historial y una evaluación genética de cada animal, aunque a veces es más útil la memoria y conocer bien a tus animales. Hay que combinar las dos cosas.

Toño: Aquí en el CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón), junto a la Administración y a las cooperativas, los propios agricultores estamos mejorando e investigando las semillas autóctonas, y se ha conseguido que las grandes compañías no hayan podido entrar en la competencia de la semilla de cereales. ¿Por qué un proyecto como este no tiene más presupuesto y por qué no se replica en otros territorios?

Patricia: Ahora trabajamos en la adaptación de la ganadería extensiva al cambio climático, con el proyecto «El aljibe inteligente», que capta agua en el suelo en un depósito cerrado y solo la aporta al animal que lleve crotal. De esta forma ayuda a que no haya contagio de tuberculosis por fauna salvaje y a retener agua de pluviales, porque las charcas se están secando. En las fincas del sur cada año hay que hacer nuevos pozos para dar de beber al animal. Se han dispuesto ayudas para que las fincas compren agua y algunas se han gastado más de 20.000 euros. Es un problema de urbanización descontrolada y de cambio climático, pero sobre todo de incorporar regadíos. La dehesa, nuestro paisaje, está en claro peligro.

Pedro: Justo estoy utilizando la tecnología para ahorro de agua y tiene bastantes pros y contras. Desde Extremadura hasta Murcia he visto extensiones brutales que han sido siempre de secano (olivo, vid) cambiando a regadío, chupando agua de pozos y, eso sí, todo con mucha tecnología: programadores, plantas fotovoltaicas… El secano tenía años variables y las plantas los toleraban, pero ahora están creando un sistema acostumbrado a un riego por goteo estable y si un año no se puede regar, mueren todas las plantas. Es un modelo horroroso que seca todos los cauces y destroza el suelo y el subsuelo. Se creen que el campo es una fábrica y eso es un error.

 
   Hay pueblos donde ha llegado el regadío que han duplicado su población. (Toño)   
 

  ¿Qué pensáis de esa transformación que supone la implantación de las tecnologías de riego sobre el territorio?

Patricia: Estoy totalmente de acuerdo con Pedro. Me pone malísima que en Extremadura se esté planteando el tema del riego como la solución a la despoblación. Esto pasaba también con las renovables: no puedes introducir renovables sumando al consumo actual, se trata de sustituir. La tecnología debe servir para reducir insumo, esfuerzo e impactos, y no para sumar más. Ahora cada país está organizando los procesos participativos en las cuencas, antes de programar los siguientes 4-5 años de actuación a nivel europeo, y se está viendo mucha falta de información. Habría que hablar de cómo va a priorizarse el uso del agua. Es un melón complicado de abrir, pero hay que hacerlo. Nuestra zona debería estar en alerta y no lo está.

Pedro: En Doñana la Guardia civil no se atreve a entrar. A los agricultores que están haciendo cientos y miles de perforaciones ilegales para frutos rojos hay políticos que están diciéndoles que adelante, que eso es luchar contra el desempleo. Es dramático.

Toño: Comparto al cien por cien vuestra reflexión, pero yo estoy pegado a lo que era el desierto de los Monegros, y aquí no se están esquilmando acuíferos. Tenemos el valle del Ebro y los Pirineos y los ríos fluyen espectacularmente y a final de invierno lo que queremos es aprovechar esa agua sobrante de avenidas y deshielos y generar riqueza en un territorio que se está despoblando. Hay pueblos donde ha llegado el regadío que han duplicado su población y se ha generado valor añadido en empresas y agroindustria, ha hecho que el territorio siga vivo. De todas formas hay que anteponer las necesidades ambientales a las agronómicas, eso sí.

  ¿Qué pasa con todas estas tecnologías ante la escasez de petróleo que viene?

Patricia: Yo creo que somos una especie que hace lo que sea para sobrevivir, y cuando por fin nos demos cuenta de la necesidad de hacer cambios, seremos capaces de cualquier cosa.

Pedro: No es una cuestión de hacerlo cuando venga la necesidad, es una cuestión de imposibilidad física, material, energética y tecnológica. Ahora tenemos una capacidad tecnológica abrumadora. De ser un mono desnudo que necesitaba la energía de una bombilla de 100 vatios encendida las 24 horas, hemos pasado, en promedio en Europa, a necesitar 45 bombillas por persona encendidas permanentemente, y 100 en EE. UU. De esos 14.000 millones de toneladas de petróleo equivalente cada año, 11.500 son de combustibles fósiles y no hay forma de sustituirlas. Ni la agricultura mecanizada mundial ni la flota comercial va a funcionar con electricidad. Los sistemas de energía renovable duran 15 años si los tratas bien, pero luego hay que conseguir otros. Esta sociedad tecnológica en cualquier momento va a dejar de funcionar y ¿qué hacemos? Cuando planteo esto en el pueblo, los viejos lo entienden, pero los jóvenes no hacen ni caso. ¡Mantened animales de tiro, porque John Deere cualquier día no va a suministrar repuestos!

Toño: El diésel es un gasto muy elevado para nosotros y somos conscientes de lo que contamina, pero en nuestro sector no se está avanzando en el transporte eléctrico cuando podríamos tener nuestras propias centrales fotovoltaicas para nuestros vehículos. Podríamos ser autosuficientes.

Pedro: No, Toño, los tractores eléctricos no funcionan. La densidad energética del petróleo es incomparable a la de las energías renovables. Y es un error transformar la materia orgánica en bioetanol o biodiésel para combustible en vez de devolverla a la tierra. En EE. UU. cultivan maíz para alimentar a los coches en vez de a las personas o a los animales. Pensar que por ahí vamos a salir creo que es un gran error.

Patricia: Yo no estoy de acuerdo, creo que el autoconsumo y la autonomía energética son el próximo paso y de hecho el campo es uno de los sectores que lo tiene más fácil, con acceso a recursos con capacidad de generar energía: sol, aire, agua, residuos de materia orgánica. El sector agrario, eso sí, tiene pendiente repensar qué consumo necesita y qué fuentes de energía va a usar.

Emma: Añado a eso la cuestión económica. Los estudios y experimentos científicos y tecnológicos los paga alguien con intereses económicos y de momento no es prioritario investigar en transición ecológica. No puedo estar más de acuerdo con Pedro, es importante que los pequeños agricultores y ganaderos tomemos la iniciativa y recuperemos prácticas tradicionales sin la ayuda constante del tractor, sin tener que comprar piensos o semillas con un impacto ambiental y social enorme.

 
   La tecnología debe servir para reducir insumo, esfuerzo e impactos, y no para sumar más. (Patricia)   
 

  Actualmente, en el sector agrario, es la tecnología de datos o big data la que acapara los debates. ¿Se trata de nuevo extractivismo en el mundo rural para el lucro privado?

Toño: En COAG llevamos mucho tiempo preocupados con el uso del big data y nos parece que esa información tendría que usarse para el bien de la alimentación en general. La democratización de todos estos datos es lo primero que deberíamos analizar, porque cuando la pedimos a las administraciones para nuestros estudios, no nos la dan pero, de repente, te llama una casa comercial para preguntarte cuánta semilla de maíz quieres. ¿De dónde han sacado que siembro maíz? Ahora mismo los agricultores tenemos conectado el móvil, el tractor, el GPS, etc. a grandes bases de datos y esos datos los tienen terceras empresas. La información circula para los intereses económicos pero no para los intereses sociales, ambientales y alimentarios de la ciudadanía.

Patricia: Estoy de acuerdo, de hecho, ya parece inevitable que vayan a recogerse nuestros datos constantemente y tiene difícil vuelta atrás, pero habrá que ponerle limitación normativa y que esos datos funcionen donde queremos. Por ejemplo, ahora se está moviendo información sobre la adaptación de la ganadería al cambio climático y lo que encontramos es que se hacen cosas muy ingeniosas, pero cada cual trabaja solo. Si todo esto se compartiera cambiarían las cosas para ayudarse mutuamente.

Pedro: En los trámites de la PAC te piden de todo, tienen todos nuestros datos y, sorprendentemente, no eres capaz de encontrar información cuando la necesitas. La ley de protección de datos ha sido la gran mentira, precisamente para poder abusar de la gran cantidad de datos que están succionando de la ciudadanía a todas horas.

  ¿Puede realmente la tecnología de datos ayudar a la sostenibilidad de la producción a pequeña escala? ¿Puede controlarse esta tecnología desde abajo?

Toño: En COAG se decide liderar el debate del big data en agricultura ante la posibilidad de que sea liderado por empresas como Monsanto. Pensamos que es positivo que se generen datos en pro de la alimentación y la agricultura social y familiar, y por eso aparecemos en eventos de la mano de las cooperativas agroalimentarias de España, la Universidad de Córdoba y una empresa como Hispatec. Hay aliados que pueden parecer contraproducentes, pero al final lo importante es saber dónde nos estamos metiendo y qué podemos llegar a conseguir. Tenemos que ser capaces de canalizar esa información para nuestro objetivo.

Pedro: Yo veo muy difícil que desde organizaciones como COAG se puedan enfrentar con monstruos como Monsanto, Google… En el pueblo de mis padres había una agricultura casi medieval y, cuando se inundó en el 63, la gente emigró a los pueblos de colonización franquista, a 40 km, en un trayecto penoso, con caballerías porque no había ni un solo motor de explosión. Hoy están ultramecanizados, no hay apenas animales de tiro. Es una transformación telúrica en dos generaciones, con cambios tan brutales que hacen a los agricultores muy dependientes. Ahora están en manos de John Deere, de Fiat, de las repeladoras de tabaco, las semillas son todas propiedad de multinacionales. Es muy difícil salir de ese círculo y eso que saben que en el momento en que quiten las ayudas al tabaco todo se va a pique, porque los costes de producción están muy por encima del precio.

   Hay que saber aprovechar las tecnologías para hacernos la vida más digna, facilitar la conciliación familiar y la participación social y política, y que en ningún caso sea nuestra peor pesadilla. (Emma)   
 

  Para cerrar, ¿cuál es vuestra reflexión final?

Toño: Está claro que el modelo neoliberal nos hace reinventarnos para ser competitivos y esto es un error enorme, pero creo que las tecnologías nos han hecho el trabajo y la vida más fácil y hemos sido capaces de llevar explotaciones más grandes viviendo mejor que nuestros antepasados. Pero a través de nuestras cooperativas y asociaciones podemos hacer más de lo que estamos haciendo para que se escuche al sector. Nos fiamos de lo que nos prometen las grandes  multinacionales y las administraciones y, aunque a veces nos facilita la vida, siempre nos lleva a ese modelo ultraproductivista donde el beneficio ambiental, rural y social queda a un lado. ¿Qué queremos realmente como sector? ¿Hacia dónde vamos? Con el desgobierno estatal y europeo que hay, si esto no cambia, en 10-20 años la alimentación será lo que decidan las grandes multinacionales.

Emma: Para mí y para muchas ganaderas, la tecnología en temas de comunicación ha sido un gran avance para mantenernos en contacto, compartir conocimientos, cuidarnos…, y crear la comunidad que somos, Ramaderes de Catalunya. Además, las redes sociales nos han dado la oportunidad de visibilizar y defender nuestro trabajo, que el conocimiento se comparta y extienda. Hay que saber aprovechar las tecnologías para hacernos la vida más digna, facilitar la conciliación familiar y la participación social y política, y que en ningún caso sea nuestra peor pesadilla.

Patricia: Yo soy una gran creyente en la tecnología. Creo en ese cambio a la agricultura ecológica y diversificada porque en el campo no quieren seguir viviendo gracias a la subvención, no se puede estar luchando toda la vida por ser viable. No son formas de vivir y no se las transfieres a tu hijo. El futuro está en la cadena corta, en que la gente sepa lo que come y confíe en quien lo produce y las tecnologías son la única solución para que esto pueda ocurrir de forma masiva: logística, venta, comunicación con el consumidor. Al final se trata de recuperar la soberanía que se ha perdido con este sistema. La tecnología no debe servir para someternos, sino para tener el poder.

Pedro: No soy contrario a la tecnología, hay que utilizarla, pero no tiene por qué estar siempre presente. Lamentablemente, la tecnología no nos va a salvar. Siete de cada diez calorías que comemos en Europa provienen del uso de combustibles fósiles. Comemos petróleo. El día que falle el petróleo nos quedamos sin agricultura y sin muchas otras cosas. Lo único que pido es que la gente que esté en el campo esté preparada para un mundo en el que eso pueda llegar a fallar. Lo único que nos va a sostener es lo que nos ha sostenido los últimos 10.000 años: hacer una agricultura para satisfacer las necesidades básicas humanas.


 

 

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