Teófilo NIETO
Consiliario del Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos en San Juan del Rebollar (Zamora)
Teófilo Nieto
Soy el cura de 15 pueblos, todos ellos situados en la comarca de Aliste, en el oeste zamorano. Esta siempre ha sido una zona marginal, ganadera, con parcelas pequeñas de agricultura de subsistencia. Es una zona muy rica en tradiciones y en folclore, una cultura rural muy arraigada. La principal fuente de riqueza económica son las pensiones, con población muy envejecida y densidad muy baja (7 habitantes/km²). En estos 25 años que llevo aquí, la densidad ha bajado de forma impresionante. Cuando llegué había bastante población joven e infantil y esto se ha perdido.
Nací en un barrio de Zamora con un perfil muy rural que en su día fue un barrio de agricultores. Soy hijo de albañil, por eso mi primera vocación fue el mundo obrero.
Cuidados y cultura rural
Estoy entre quienes defienden la expresión mundo rural porque es más global, medio rural engloba al territorio, pero mundo engloba más allá: las personas y su cultura. Creo que el mundo rural no debe definirse por la economía ni la demografía sino por su cultura. Una de sus características es la cercanía con el vecino de la otra punta del pueblo y esto siempre ha conllevado roces, claro, pero también tiene una cara positiva y contundente, que ha derivado siempre en solidaridad y cuidados. Aquí la gente recuerda muy a menudo que antes, cuando alguien terminaba de segar, no se iba a su casa, se iba a la tierra del vecino a ayudarle a segar, era una costumbre comunal. También se daba la vacada: en verano se ponían en común las vacas y dependiendo del número que tenías te tocaba sacarlas a pastar más o menos días. Y respecto al cuidado de las personas, siempre se sabía cuándo algún vecino estaba pasándolo mal. Las personas más vulnerables siempre han encontrado el apoyo del vecindario. La cultura rural se define desde esta solidaridad.
La cultura neoliberal tiene el virus del individualismo, que está desestructurando el mundo rural. Una de las características de esta zona eran los concejos, donde se organizaba el trabajo y se tomaban las decisiones comunales. Esta estructura medieval sobrevivió en pleno franquismo, pero poco a poco se ha ido desintegrando y con ella el trabajo colectivo por el pueblo. Tarde o temprano ese estar pendiente del vecino se va a venir abajo, pero todavía no, las personas mayores siguen pendientes unas de otras. A mí me preocupa más la gente joven, que no tiene tanto ese hábito del cuidado mutuo.
Otra de las características del mundo rural es esa relación con lo mágico, con lo transcendente, que luego en estas zonas ha cuajado en cristianismo, pero está más allá de la institución de la iglesia católica. El cura, de alguna manera, es un referente en ese sentido; por eso cuando alguien no se deja ayudar recurren a mí para que vaya a ver cómo está, para que al menos coma algo caliente. Y si el cura de un pueblo no les hace mucho caso, buscan al del pueblo de al lado.
Dentro de los cuidados en el mundo rural es clave revitalizar el sentimiento de la esperanza, porque es muy revolucionario
Autogestión de los cuidados
¿Qué papel debe tener la administración en todo esto? Es complicado. Tendría que estar atenta a la necesidad de cuidados de la población, pero creo en el principio de subsidiariedad, que defendemos desde la doctrina social de la iglesia: el Estado tiene que crear las circunstancias para que la ciudadanía pueda autogestionarse. Una de las cosas negativas que ha tenido el estado del bienestar (del que yo soy un gran defensor) es que nos ha acomodado demasiado y hemos dejado de gestionar lo que antes gestionábamos.
Poner una inyección es algo que tiene que hacer una persona formada, pero el cuidado no es solo eso, es mucho más, es la compañía, alguien que llame por ti al médico, que te acompañe a la consulta a Zamora, etc. Un bar en un pueblo no solo es un sitio donde se sirven cafés, es un lugar de encuentro. El Estado debería hacer posible que hubiera un bar en un pueblo, y no montándolo directamente, sino con exenciones fiscales. Sería insostenible que un bar aquí tuviera la misma fiscalidad que uno en Valladolid. Y promocionar que ese bar, además de ser el lugar donde ir a desayunar, sea el lugar donde conseguir la prensa o donde te guardan el pan o vendes unos tomates. Quedan pocos lugares así.
Reivindicar el empleo, la sanidad y la dignidad
Cuando hablamos de la despoblación incidimos mucho en la necesidad de infraestructuras, sanidad, posibilidad de empleo... y hacen falta, pero hay otras cosas. Lo que a la gente mayor le preocupa es el sentimiento de abandono. La cultura rural ha sido despreciada. Quien se quedaba en el pueblo era quien no tenía posibilidades. Incluso ahora, la gente sigue preguntando a quien vuelve por qué lo hace si aquí no hay futuro. La propia población rural sigue contribuyendo a esto.
Ahora aquí estamos con el tema de la autovía. No hay que ser ingenuo, la autovía puede provocar más despoblación. Por ejemplo, encontramos fácilmente a personas del pueblo que tienen su trabajo de ayuda a domicilio aquí y, sin embargo, van y vienen de Zamora. ¿Por qué no viven en el pueblo? Hay que reivindicar la cultura rural desde la dignidad de quienes vivimos en los pueblos.
Hay varios sentimientos que definen a la población rural actual. Uno de ellos es la desesperanza y otro la indefensión aprendida, aprender a no defenderte. Al mundo rural le han dado tantos palos que ya no le sorprende que le den otro más y surge entonces esa certeza de que el único futuro es marcharse. Aquí en Ariste ha habido últimamente muchas manifestaciones en defensa de la sanidad digna con muchísima participación y yo me preguntaba si toda esa gente estaba ahí por defender una sanidad rural digna o simplemente por individualismo, protestando porque les han quitado su médico. Por eso, dentro de los cuidados en el mundo rural es clave revitalizar el sentimiento de la esperanza, porque es muy revolucionario. Si crees que puedes cambiar las cosas, te vas a poner a hacerlo; pero si no, es la profecía autocumplida, inconscientemente vas a generar tus propios mecanismos para no hacer lo que tienes que hacer.
A veces nos falta fijarnos más en lo positivo. Aquí hay grupos de jóvenes que están moviendo cosas. Yo creo que es importante fomentar en ellos la capacidad organizativa y la visión crítica, un antídoto contra el individualismo: que sean ellos los protagonistas, que se empoderen, que se junten y sientan que pueden y saben. Y a partir de ahí, hay que ayudarles a ver que es posible una alternativa de vida en su pueblo. No nos quedemos solo en el drama de la despoblación, sino en lo que se está construyendo y en quienes quieren quedarse.
Teófilo Nieto
Consiliario del Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos en San Juan del Rebollar (Zamora)