Un festival en la Galiza rural para reconstruir el orgullo de ser campesinos y campesinas
Xosé GARCÍA
Festival Son Labreg@ 2018. Foto: SLG
Festival Son Labreg@ 2018. Foto: SLG
Galiza tiene 3771 parroquias, cada una como mínimo con una romería vinculada a su fiesta patronal. Cuando todo el peso demográfico, económico y vital de Galiza pivotaba en el rural, estas festividades constituían un crisol donde se manifestaban las más destacadas expresiones culturales, desde los alimentos a la música y la danza, de una sociedad agraria hasta lo más hondo de sus entrañas. Con intención de recuperar ese espíritu en la Galiza rural del siglo xxi nació el Festival Son Labreg@. Ambiciosa pretensión si pensamos que el campo gallego, actualmente, es un espacio despoblado, deprimido, envejecido y desastrado, agredido y violentado por una erosión pertinaz de la que los gobiernos incluso se enorgullecen.
El germen, la idea de organizar un festival de música ligado al mundo rural nació, como no podía ser de otro modo, entre birras, en las conversaciones tabernarias de un grupo de amigos y amigas que compartían y comparten lazos comunes como su juventud, el trabajo de la tierra o pertenecer al Sindicato Labrego Galego, la organización agraria que representa a La Vía Campesina en Galiza.
Esa idea inicial se modeló y tomó forma entre las juventudes del sindicato Mocidade Labrega y acabó cuajando en 2017 en la primera edición del Son Labreg@, un evento que, desde el primer día, tenía muy claras sus intenciones. ¿Diversión? Sí, pero también reflexión. ¿Ocio? Por supuesto, pero también diálogo, debate, propuestas para dinamizar un rural que se desintegra, para fortalecer las ilusiones de jóvenes y no tan jóvenes que se empecinan en vivir de la agricultura en un campo que malgasta más fuerzas en defenderse de las garras del capitalismo salvaje y de sus siervos políticos que en construir proyectos atractivos y viables, alternativas para una juventud desorientada y sin referentes que agoniza en junglas de carbono, asfalto y desempleo.
Pero, además, el Son Labreg@ no es solo un festival con contenido; es toda una declaración de intenciones. Su nombre parte de un juego de palabras, ya que en gallego son designa tanto sonido como la primera persona del presente de indicativo del verbo ser: soy. Soy campesin@, sonido campesino. Por eso, el Son Labreg@, más allá de los conciertos musicales, de las conferencias o de los debates, nació como un gesto de afirmación colectivo de un grupo de jóvenes que no solo querían poner en práctica una fórmula que aunase ocio y reflexión, sino ir más allá y expresar ante la sociedad en la que viven el orgullo de ser campesinos y campesinas, productores y productoras de alimentos para sostener con ellos no solo a sí mismos y sus familias, sino a un pueblo entero que necesita volver a tener en la propia tierra un referente.
Así, en las tres ediciones del Son Labreg@ celebradas hasta ahora, de la misma manera que se diseñaron potentes carteles en los que se dieron la mano rock y música tradicional, rap y disco, artesanía y escena; también tuvieron lugar palestras y conversatorios con personas y proyectos reales en los que se habló y caviló sobre cuestiones como agroecología, ecofeminismo, monte comunal, soberanía alimentaria, cultura, etcétera. «Todo esto sin perder el sentido crítico pues Mocidade Labrega con este festival también quiere denunciar la nefasta gestión que se está llevando a cabo del rural desde las administraciones, dejándonos a los jóvenes que vivimos en el campo la única salida de la emigración», explica Sonia Vidal Lamas, ganadera orensana que forma parte del Comité Coordinador de La Vía Campesina en Europa y del SLG.
La importancia del 'topos' en la Galiza rural
Festival Son Labreg@ 2019. Foto: SLG
Festival Son Labreg@ 2019. Foto: SLG
La elección del lugar, de la aldea o de la parroquia para organizar un Son Labreg@ no es baladí. Para la primera edición se eligió la parroquia de Louseiro, en Sarria, con solo 80 habitantes pero con un dinamismo potente gracias a la Asociación Os Gorrións, nacida en 2003, que cada año realiza una amplia programación con actividades como teatro o música, y que además ha conseguido, desde su fundación, hacerse con la propiedad colectiva del campo de la fiesta o rehabilitar la antigua escuela como local social.
En 2018, el enclave escogido fue el sueño hecho realidad de Anxo Moure, un cuentacuentos y activista ambiental con más de 9000 actuaciones a sus espaldas al que un día se le ocurrió, ¿por qué no?, construir un cine en su aldea. Con las butacas de otras salas abandonadas de la comarca, Moure, junto a su familia y el trabajo voluntario de decenas de personas, creó el Cinema Palleiriso en la palleira de su casa, el lugar donde tradicionalmente se almacenaba el forraje para el ganado. Hoy en día, el lugar de Garabelos, en la parroquia de Mariz, municipio de Chantada (Lugo), cuenta con un cine que además funciona como espacio para la acogida de cualquier otra expresión cultural. Por él pasaron, desde su fundación, más de 4000 personas, entre ellas las que acudieron a la segunda edición del Son Labreg@. Una sala de cine rural reconvertida en espacio para el diálogo y el debate alrededor de proyectos agroecológicos y de cultura en el rural, con las butacas sustituidas por fardos de heno, con los sueños del cinematógrafo eclipsados por las ilusiones de jóvenes hablando de sus proyectos levantados con sangre, sudor y lágrimas para demostrar al mundo y a sí mismos que sí, que sigue siendo no solo posible, sino más necesario que nunca, apostar por vivir de la agricultura en el campo.
La historia del espacio que acogió el tercer Son Labreg@ es tan hermosa como trágica. Montecubeiro es una parroquia del concello lucense de Castroverde que, ya en los inicios del siglo pasado destacaba por su dinamismo, con una cooperativa agraria e incluso una biblioteca pública cuando muchas capitales de comarca carecían de ella. Todo este espíritu de progreso se vio cercenado por el levantamiento armado del 36 y la represión genocida que sufrió Galiza en cuanto cayó en poder del bando sublevado. Un monumento de granito de diez toneladas recuerda hoy, en Montecubeiro, a las quince personas brutalmente torturadas, violadas y asesinadas por los fascistas en esta parroquia en agosto de 1937. Más de ochenta años después, el relevo de ese dinamismo social en la parroquia fue recogido por A Chave das Noces, un colectivo que, aunque de creación reciente, ya mantiene una programación de actividades regular y se constituye como todo un referente para la vida cultural del municipio. Precisamente por eso Montecubeiro fue elegida como la parroquia para la tercera edición del Son Labreg@.
La tercera fue la última, pero no la derradeira. En Galiza, lo derradeiro no admite continuidad, mientras que lo último, sí: aguarda expectante por lo nuevo para dejar de serlo. Con el Festival Son Labreg@, aguardamos con esperanza poder continuar muchos años más, exorcizando siempre lo derradeiro y contribuyendo a levantar esa nueva Galiza rural que, necesariamente, deberá tener en la juventud y en la agricultura el pilar fundamental de su sustento. Así fue siempre y, con los tiempos duros que ya vaticinan las aves agoreras del cambio climático y del peak oil, así deberá seguir siendo si queremos sobrevivir como pueblo y como especie. Porque, en efecto, el galego en su riqueza léxica nos da palabras como derradeiro; pero nosotros, como habitantes del rural, nos negamos a utilizarla mientras haya esperanza de savia nueva en nuestras aldeas, brotes verdes para que sus habitantes dejen de ser los últimos, para que nunca se conviertan en los derradeiros. No queda otra: ¡Larga vida al Son Labreg@!
Xosé García
Responsable de prensa del Sindicato Labrego Galego