Conversación con dos activistas de Fridays for Future Mallorca

Revista SABC

Pere Joan Femenia Sastre

isabel

Tiene 20 años y estudia Historia del Arte. Entró de cabeza en Fridays for Future (FFF) al ver que el movimiento compaginaba muy bien con su ideología y con las ganas que tenía de hacer algo ante la emergencia climática. Participó activamente en la formación del grupo de Mallorca.

Marina Pérez Pascual

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Tiene 21 y estudia bioquímica. Además de participar en FFF, forma parte también de Extintion Rebellion (XR) de Mallorca porque le parece muy interesante cómo la sociedad civil se está convirtiendo en agente de cambio e impulsando esta gran movilización social.

¿Qué relación tenéis con el campo? ¿Conocéis a algún payés o alguna payesa?

Marina: Yo sí que conozco porque voy a comprar al mercado ecológico de Palma. Y por otra parte, soy de un pueblo pequeño en Alicante, Gorga, tengo raíces allí y de hecho teníamos bancales. Nunca he trabajado la tierra, pero mi familia sí.

Pere Joan: Mi relación con el campo viene de mi padre, que es de un pueblo y allí tenemos una finca. De pequeño pasaba allí mucho tiempo, recogíamos almendras y algarrobas y cuidábamos los árboles. La familia de mi padre ha vivido mucho tiempo del campo, pero ahora la algarroba y la almendra se pagan muy baratas. Al estar en una isla cuesta más que lleguen según que plagas, pero llegó la Xylella hará cosa de dos años y todos los almendros que tengo prácticamente se han muerto. Esto y el percibir cómo aumenta el calor cada año en verano cuando recogemos algarroba hace que sienta una conexión particular con la tierra.

¿Cómo sentís este tema del campo dentro de vuestro movimiento? ¿Pensáis que existe desconexión con la vida payesa, con el entorno rural?

 
   Lo que no conoces no lo puedes amar, y si no lo amas no lo vas a cuidar. No sabes el esfuerzo que ha costado.   
 

Pere Joan: Es interesante esta pregunta porque es verdad que solemos ser personas que vivimos en urbanizaciones, alejados de la tierra. Sí que hay desconexión. Aquí en Mallorca es muy difícil vivir de la agricultura y se ha ido renunciando a ello, es muy triste ver la tierra abandonada. La cuota de autoabastecimiento alimentaria es del 25 %, el resto de alimentos llega en barco desde la península. Me da rabia que en un entorno tan sobreexplotado no tengan más poder los agricultores, que son quienes cuidan la tierra.

Marina: Cuando llegué a Mallorca noté que aquí la gente estaba más conectada con la naturaleza, porque al ser la única universidad pública de la isla viene mucha gente de los pueblos y al final no es un entorno tan urbano. Dentro de FFF creo que sí que tenemos esta conciencia rural, pero en general sí que hay una pérdida de conexión con la tierra: lo que no conoces no lo puedes amar, y si no lo amas no lo vas a cuidar. No sabes el esfuerzo que ha costado producir las almendras que tienes en tu mano y das por hecho que siempre van a estar en el supermercado.

Pere Joan: Totalmente de acuerdo. En FFF poco a poco vamos conociendo mejor la situación climática global que vivimos y sus consecuencias. Hay quien llega a la organización pensando que el cambio climático es el deshielo, pero esto solo es una pequeña parte. Cuanto más sabes, más libre eres, por eso es tan importante informar a la sociedad, solo con el conocimiento y la formación seremos capaces de dar con una buena solución colectiva.

FRidays for Future Mallorca Juventut pel Clima Mallorca

Acción de Fridays for Future Mallorca | Foto: Joventut pel Clima Mallorca

¿Le dais un papel importante al cambio de alimentación en FFF?

 
   Lo infravalorado que está el sector agrario termina repercutiendo sobre la justicia climática.   
 

Marina: Yo considero que ese cambio está implícito en todas nuestras demandas, porque no se concibe justicia climática si no hay soberanía alimentaria. Lo infravalorado que está el sector agrario termina repercutiendo sobre la justicia climática. La primera demanda es limitar las emisiones, y muchas de ellas están provocadas por este sistema globalizado de alimentación que te permite comprar aguacates cultivados en México y carne que implica toneladas de CO2. Yo creo que las tres demandas de FFF[1] son muy generales pero al final conllevan un cambio de sistema. Si queremos cumplirlas, también tenemos que tomar partido en el tema de la alimentación.

Pere Joan: Al fin y al cabo, en el sistema actual todo está interrelacionado y hables de alimentos, de agua o de temperatura, prácticamente todo lo puedes relacionar. Unas cosas afectan a otras.

Para este cambio de cultura alimentaria sería muy importante actuar desde todas las dimensiones educativas. ¿Cómo habéis sentido que se aborda este tema en vuestras diferentes etapas como estudiantes?

Pere Joan: La desconexión general que existe se refleja en las escuelas, donde no se fomenta que el alumnado pueda conocer de dónde proceden los alimentos, su proceso, los pesticidas, etc. Es importante acercar esta realidad, sea con charlas, prácticas… Ahora hay escuelas que tienen huertos y cada clase se encarga de una tarea, de cuidarlo. En el bar de la universidad la comida debería ser más sostenible, con productos de proximidad, sin tantos elementos de usar y tirar y más saludable, con platos vegetarianos o veganos, etc.

Marina: La pregunta me ha remitido a unas jornadas donde una persona de FUHEM dijo que se deberían recuperar los comedores como espacios educativos porque son muy importantes en infantil y primaria. Con la alimentación se puede educar en la salud, la agroecología, las emisiones, los alimentos kilométricos, el envasado, los residuos orgánicos y el compostaje…, se puede tocar todo. Al no tratar estos temas en ese momento de la comida también se transmiten valores, se desprecia la alimentación. Empezar a darle la importancia que tiene permitiría abrir camino a esa alimentación sostenible de la que estamos hablando.

¿Qué pensáis de la palabra decrecimiento?

Marina: Estamos familiarizados con ella porque nuevamente está implícito en las demandas. Este modelo de sociedad que aspira a seguir creciendo, ignorando los límites físicos que existen en este planeta finito, no tiene sentido. El problema es que este término está asociado a connotaciones supernegativas y parece que vamos a volver a vivir en cuevas. Hay que trabajar para que la gente pueda entender qué significa este decrecimiento del que hablamos, en la alimentación y en todos los campos de la vida.

Pere Joan: Si queremos garantizar un futuro tenemos que empezar a vivir con menos. Estamos viviendo con un exceso de recursos naturales y llegará un momento en el que acabaremos con ellos. Lo relaciono siempre con el ámbito insular donde son más claras las limitaciones y tenemos que adaptarnos a ellas. La soberanía alimentaria es muy importante, pero en otros ámbitos lo mismo: textiles, electrodomésticos… son elementos que ya no tienen una larga vida, pero la tuvieron. Antes de esta cultura del usar y tirar nos preocupaba cuidar las cosas y alargar su vida útil.

Marina: La falta de autogestión y autonomía que tenemos en las islas es debido en parte al monopolio del turismo, el sector que aquí está más desarrollado, que ha sobrepasado los límites y condiciona el desarrollo del resto de sectores. Aunque el autoabastecimiento sea difícil de conseguir al 100 %, podría mejorarse mucho tomando medidas sobre el sector turístico y limitándolo. Porque lo que se hace ahora a veces es cortar el agua de las duchas públicas de las playas, pero eso no ataca al problema de raíz, es un mínimo parche que no va a solucionar el problema del estrés hídrico.

¿Pensáis que la tecnología puede desempeñar un papel importante en los cambios radicales que necesita nuestra sociedad?

 
   Está siendo una herramienta del propio sistema que aspira a seguir creciendo, a mantener esta injerencia sobre la población explotada y el medio natural por parte de quienes intentan sacar el máximo provecho de ello.   
 

Pere Joan: Yo creo que la tecnología tendrá un papel importante en la transición energética porque nos ayudará a adaptarnos a las consecuencias. Pero también hay una parte negativa por lo que supone su fabricación, no es nada sostenible.

Marina: El concepto tecnología se podría entender desde un punto de vista muy amplio, pero así en general está haciéndonos más mal que bien. Está siendo una herramienta del propio sistema que aspira a seguir creciendo, a mantener esta injerencia sobre la población explotada y el medio natural por parte de quienes intentan sacar el máximo provecho de ello. Cuando pienso en tecnología como solución a la emergencia climática, pienso en todos los minerales que se necesitarán para fabricar las baterías de placas solares y me doy cuenta de que toda esta transición que nos están vendiendo está basada todavía en mantener el ritmo de consumo energético en nuestros países. Con lo cual vamos a tener el mismo problema que ahora existe con el coltán y la guerra derivada en el Congo que, aunque es un problema mucho más complejo, influye en la situación. Todo esto va en contra de la justicia climática. Al final, tecnología tiene que significar poder para el pueblo y no un motivo más de elitismo que se quede en la clase social que se lo vaya a poder permitir.

Pero hay otro tipo de tecnologías para un futuro sin petróleo que puede estar en manos de la gente, por ejemplo, volver a usar tracción animal para trabajar la tierra.

Pere Joan: Yo creo que sí, que se podría volver a dar a los animales el papel importante que han tenido desde siempre en la vida payesa. Creo que era una utilización positiva, en la que se les trataba bien. El año pasado estudié arquitectura popular y creo que también es muy importante recuperar las infraestructuras que teníamos, como aljibes, acequias, molinos, etc.

Marina: Estoy segura de que somos capaces de desarrollar sistemas que no estén basados en los combustibles fósiles sin necesidad de explotar animales, habrá que explorar un poco más las soluciones. Es muy importante trabajar desde la cooperación, que no sea un payés ocupándose de su campo, sino un modelo cooperativo en el que todos aportemos en la producción de alimentos, para ser conscientes de lo que consumimos.

Estos años ha aumentado mucho la influencia del antiespecismo y animalismo, especialmente entre personas jóvenes. ¿Qué pensáis de este tema?

Marina: Yo soy vegana y el veganismo fue el motivo por el cual me empecé a interesar por el medio ambiente. Luego me di cuenta de que había muchos más problemas que la ganadería y me empecé a informar, por ejemplo, de que el impacto de los combustibles fósiles no solo son las emisiones, sino también las prospecciones petrolíferas y su impacto sobre las poblaciones locales, etc. Adquirí la perspectiva animalista, pero considero que se tiene que contextualizar y que no es en absoluto extensible a toda la población mundial. No se puede acusar a personas de que coman animales cuando es su sostén de vida. Si en Gambia la población se alimenta básicamente de pescado, no voy a convencerles de que no lo hagan, pero aquí, tal y como está la ganadería industrial, me parece una forma más de explotación de los cuerpos y es igual de importante porque para mí siguen siendo seres vivos. Aquí tenemos alternativas.

Pere Joan: Yo no soy vegano, es un debate interno que tengo y que no acabo de solucionar, pero he llegado a la conclusión de que hay que vivir más como antes, abastecernos de lo que da la tierra. Yo estoy totalmente en contra de las macrogranjas, que son una aberración de trato animal y ambiental. Pero yo iba a ayudar a mis abuelos en las matanzas tradicionales de cerdos e incluso de ovejas. Lo hacían una vez al año y con esa carne pasaban prácticamente todo el año. Estaría bien recuperar esas prácticas, vivir con menos alimentos cárnicos, y sobre todo de lo que nos proporcione la tierra, con los animales más libres y con un forma de vida más digna para ellos.

¿Qué diferencias hay entre FFF y XR?

Marina: La diferencia está en las líneas de acción, en cómo abordar esta revolución social. FFF se basa más en la movilización juvenil con este argumentario de «estáis jugando con nuestro futuro», que tiene mucho potencial porque permite remover muchas conciencias, y además quiere despertar a la juventud que hasta ahora, desde mi experiencia, teníamos una actitud pasiva por no sentirnos capaces de cambiar nada. Ahora comprobamos que nos podemos organizar para defender colectivamente aquello en lo que creemos y generar una presión social importante. Y XR es de todas las edades y su línea de acción es la desobediencia civil no violenta. Con las huelgas, bloqueos y manifestaciones, se consigue interpelar también a las personas afectadas que van en su coche y se quedan inmovilizadas; es la forma de llegar a ellas, de abrir el debate de cómo les afecta. Siempre se incorpora también un componente artístico para conectar con las emociones de las personas: desobediencia civil + artivismo.

¿Tenéis relación con los movimientos locales que llevan años trabajando por la defensa del territorio?

Pere Joan: Al ser una isla, en FFF y XR tenemos contacto directo con diferentes colectivos como Amics de la Terra, el GOB, Terraferida, Antiautopista, Salvem Porto Colom, etc. y formamos parte de la alianza por la emergencia climática o la plataforma contra la ampliación del aeropuerto. Limitar megacruceros, paralizar la construcción de centros comerciales, poner en evidencia las políticas de partidos que dicen ser muy verdes pero actúan de manera contraria, son luchas muy importantes a la hora de conseguir las medidas que nos proponemos. En el resto del territorio también hay estas relaciones con colectivos ecologistas ya existentes.

Marina: Son relaciones basadas en “pensamiento global, acción local”. Nos involucramos en la defensa de lo propio, de lo que pasa aquí.

¿Cómo veis la vida en las grandes ciudades y su funcionamiento? ¿Tienen futuro?

 
   Son los pueblos quienes nos sustentan.   
 

Pere Joan: Yo creo que no son sostenibles. Creo que había un estudio que decía que el 80 % de los recursos los consumen las ciudades, que son los pueblos quienes nos sustentan. Creo que es necesario que esto cambie.

Marina: Depende de qué entendamos por ciudades y tomemos como modelo ejemplar. Creo que las podemos transformar con cosas tan básicas como los huertos urbanos, espacios verdes y quitar poder al coche; cambiar todo el modelo urbanístico por otro en el que se contemplen los espacios verdes y las bicicletas como vehículo principal. Las ciudades tienen la ventaja de que está todo más comunicado, las personas más cerca, que es un problema que tienen los pueblos, que se quedan sin servicios. Pero hay que transformar desde la raíz el modelo de ciudad, porque para nada es este.

¿Os iríais a vivir al campo?

Marina: Yo lo pienso a veces porque me siento muy apartada de la naturaleza, pero de momento con el activismo creo que me es más cómodo vivir aquí.

Pere Joan: Ahora el panorama de la pagesia es malo, pero yo en un futuro si me diera de comer de una forma digna sí que me iría al campo.

Revista SABC

[1]    Las tres demandas de FFF: mantener la temperatura global por debajo de 1,5 ºC en comparación con niveles preindustriales, garantizar la justicia climática y la equidad, y escuchar a la mejor ciencia unida actualmente disponible.

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