Reseña de Costumbres en común. Estudios sobre la cultura popular, de E. P. Thompson. Editado por Capitán Swing
David ALGARRA
La editorial Capitán Swing ha publicado este año la obra Costumbres en común. Estudios sobre la cultura popular, del historiador británico Edward Palmer Thompson, con una introducción del activista y licenciado en filosofía Julio Martínez-Cava.
E. P. Thompson seguramente es más conocido en España por su obra La formación de la clase obrera en Inglaterra, publicada en 1963, que se centra en el proceso y la lógica de creación de la clase trabajadora durante los inicios de la época industrial. Costumbres en común, publicada mucho más tarde, en 1991, es la continuación de su emblemática obra e incorpora algunos artículos de la revista de historia social Past and Present, publicación que fundó él mismo en 1952 junto con otros compañeros. Entre estos artículos se encuentra «La economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo xviii», que vio la luz en el número 50 de la revista en 1971. Economía moral de la multitud que se ha convertido en uno de los conceptos clave de las ciencias sociales para explicar que no siempre la economía estuvo supeditada a la razón instrumental del libre mercado, sino que durante muchos siglos estuvo unida a la costumbre y a la ética de subsistencia de la comunidad.
Costumbres en común trata sobre la historia social de Inglaterra en un tiempo que Thompson denomina época protoindustrial, poniendo en el centro la costumbre como motor de la resistencia de las clases populares a los cambios que se estaban produciendo; por ejemplo, la desposesión de los commons y los cercamientos de los open fields, como parte del proceso de acumulación originaria hacia el capitalismo, que ya había descrito Karl Marx en su obra El Capital. La importancia de la costumbre se evidencia a través de las palabras de la medievalista francesa Regine Pernoud cuando habla sobre la Edad Media y es extrapolable a cualquier sociedad consuetudinaria: «nunca se comprenderá lo que fue esta sociedad si se desconoce la costumbre, es decir, este conjunto de usos nacidos de hechos concretos y que reciben su poder del tiempo que los consagra; su dinámica es la de la tradición: algo dado, pero vivo, no petrificado, siempre susceptible de evolución sin estar nunca sometido a una voluntad particular».
La costumbre es local y no se ha de confundir con la ley. La primera es un conjunto de usos nacidos desde abajo que, por su reiteración y prolongación, son adoptados por una comunidad como una norma que se transmite de una generación a la siguiente por tradición oral y que, como expresa la doctora en antropología Lidia Montesinos en su tesis doctoral IRALIKU'K: La confrontación de los comunales, está en constante adaptación según las necesidades de los vecinos, mientras que la ley emana de un poder central que se impone de arriba abajo y es, por naturaleza, escrita, fija y definida.
Como se evidencia en el libro, la costumbre en Inglaterra durante mucho tiempo tuvo prioridad frente al derecho territorial de la gentry o common law, un aspecto común a otros territorios, como por ejemplo en los distintos pueblos de la península Ibérica. El historiador de derecho Josep Maria Font i Rius apuntaba que hace siglos el derecho común de procedencia real o señorial ocupó un lugar secundario, prevaleciendo la costumbre de cada pueblo.
Costumbres en común describe, con numerosos ejemplos, la cultura plebeya defendiéndose de los malos usos. La multitud expresaba su desacuerdo mediante la fórmula: «es contrario al derecho, al uso y a la costumbre desde tiempo inmemorial» y ponía en marcha mecanismos consuetudinarios para hacer frente a las injerencias de la cultura patricia y del individualismo agrario, la gran transformación polanyiana en ciernes. Thompson, en esta obra, considerada por Martínez-Cava como la más acabada del historiador británico, describe una cultura tradicional rebelde que se opone a las innovaciones económicas que iban en contra de la costumbre como los enclosures, el trabajo orientado al tiempo de reloj o la especulación sobre el precio de los productos básicos, como el grano o la harina.
Es un tiempo en el cual la multitud, que era definida por la élite inglesa como una bestia horizontal, se enfrentaba a los abusos de los ricos mediante la acción directa: destrucción de cercas, desperfectos en una fábrica, motines de subsistencia, iniciados en muchos casos por las mujeres, en los cuales se detenían carros de grano y se imponían precios populares, etc. Sabían que el éxito de sus acciones dependía de su inmediatez, antes de que llegaran las tropas, y el hecho de no pertenecer a una organización permanente, protegidos por el anonimato de la multitud organizada espontáneamente, dificultaba las medidas represoras de los gobernantes. Según objetaba Thompson, es reduccionista atribuir estas acciones solo al hambre, también hay que tener en cuenta la conducta según la costumbre de un lugar que legitimaba a actuar de ese modo: se estaban defendiendo derechos tradicionales, con el apoyo del consenso del común.
El libro explica también la cencerrada, el escrache de tiempos pasados, cuando algún vecino incurría en un acto contrario a la moral de la comunidad; por ejemplo, cuando un marido maltrataba a su mujer o la costumbre de la venta de esposas, que según Thompson nada tiene que ver con lo que aparenta y que en realidad era un subterfugio en forma de ritual para poner fin a un matrimonio por mutuo acuerdo entre los hombres y las mujeres de las clases populares, ya que el divorcio estaba solo al alcance de los más ricos.
Costumbres en común, una obra indispensable, que nos hace reflexionar sobre la necesidad de la autoorganización democrática del pueblo, basada en el principio de subsidiariedad con normas creadas desde abajo según el carácter cultural y la experiencia de cada comunidad local. Como el propio Thompson destacaba, «nadie puede imponer desde arriba una humanidad socializada», lo que se necesitan son mecanismos que provean circunstancias que promuevan el ser humano social, «que ayuden a la gente a construir su propia comunidad igualitaria a su propia manera».
David Algarra
Autor de El común catalán. La historia de los que no salen en la historia
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