Cesáreo CASINO y Juan CLEMENTE ABAD
Según la RAE, trampantojo es «la trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es». Como técnica pictórica para engañar a la vista, puede crear belleza o sorpresa, pero empleada en política o publicidad, puede considerarse una manipulación, ya que no solo altera la percepción óptica, sino que genera una nueva realidad, desplazando la que le precedía.
Este verano se ha prodigado por televisiones y redes sociales un anuncio de Campofrío que muestra esta técnica. Con el eslogan «el resultado de unir lo tradicional y lo moderno», se lanza una campaña de promoción de un nuevo producto, con nomenclatura anglosajona de la cual no queremos acordarnos y con escenario rural. Haciendo un símil que viene muy al caso por las reivindicaciones de la reducción de embalajes, vamos a desenvolver las diferentes capas que componen este producto, que normalmente sirven para contaminar y distorsionar la realidad.
El envoltorio de la ruralidad. Al margen de que una cabra no se ordeña como una vaca y de que nadie utilizaría el tractor para ver la televisión o conectarse a internet después de horas de trabajo sobre él, en el anuncio se utiliza el estereotipo de lo rural desde una visión muy alejada de la realidad. Las relaciones en el medio rural todavía son de cara, cercanas; los bailes tradicionales siguen transmitiéndose entre generaciones y quienes crían alimentos suelen cantar para hacer la labor más agradable.
El envoltorio tecnológico. El anuncio presenta una simbiosis entre lo que denomina tradicional y lo moderno, y lo representa con un «botijo speaker» con bluetooth, micrófono y altavoz; una «alpargata cloud» con drive wireless, micro USB y 16 GB; una «boina wifi» con router 4G y 18 horas de autonomía. Una simbiosis que después atribuye al producto. Por supuesto, da por sentada la universalización del acceso a internet. Hoy, la burocracia sanitaria y la industrialización de la agricultura obligan a invertir muchos recursos en nuevos equipos de ordeño, refrigeración, maquinaria agrícola más y más potente y técnica, sin embargo, el acceso a internet y la buena calidad de este «servicio público» brillan por su ausencia en el medio rural.
Y llegamos al producto envuelto. «Más modernos, más prácticos, más fáciles de llevar, pero igual de ricos que siempre». En su contenido: carne de pollo, pavo o cerdo, sal, lactosa, dextrosa, plantas aromáticas, especias, antioxidante E300, conservador E250 y fermentos, todo recubierto por alginato de sodio y «tripa» comestible de celulosa y colágeno. De partida, la receta no resulta muy saludable nutricionalmente, pero, además, el envase plástico (que esconde dentro mucho aire y cinco minifuets) indica «picotea donde y cuando quieras», es decir, incorpora mayor consumo de grasa y proteína animal entre horas, a cada momento que se te antoje. Hoy, un formato que servía para alargar la vida de la matanza y poder dosificar la proteína animal tiene un sucedáneo que ayudará, sobre todo a jóvenes, a subir los niveles de colesterol. Lo artificial suplanta a lo natural apropiándose de sus valores. ¡Trampantojo de modernidad!
Cesáreo Casino. Asociación Albar
Juan Clemente Abad. Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià