Consejo Editor
A finales del año pasado se presentó el estudio Agrifood Atlas (Atlas agroalimentario), financiado y elaborado por Amigos de la Tierra Europa, la Fundación Heinrich Böll y la Fundación Rosa Luxemburg. Se trata de 56 páginas, distribuidas en 22 apartados temáticos con numerosos gráficos e infografías que ofrecen una visión muy clara del sistema alimentario global, lo que supone esta concentración de poder y cómo afecta a la población y a la seguridad alimentaria.
Las cifras muestran que el mundo cada vez está monopolizado por menos empresas que crecen a pasos agigantados. Entre 2015 y 2017, de las 12 grandes fusiones empresariales que sucedieron en el mundo, 5 pertenecían al sector agroalimentario y movieron unos 500 000 millones de dólares. Según advierte el informe, esta tendencia amenaza la capacidad de elección de las personas consumidoras, el empleo y las condiciones laborales y pone en riesgo la seguridad alimentaria.
Como ejemplo, se puede citar lo que ocurre con el mercado de los productos ecológicos, buena parte del cual está controlado por unas pocas grandes compañías. Muchas empresas ecológicas que se fundaron de forma familiar, con la intención de producir alimentos respetuosos con el medio ambiente, con los animales, con el uso de productos químicos, etc., ahora son propiedad de grandes compañías alimentarias que a su vez se fusionan. Un ejemplo de ello es la compra de Vegetalia por Ebro Foods, tema del que hablamos recientemente en la revista.
Las principales conclusiones del informe respecto al monopolio de la industria alimentaria son:
- Hay menor oferta: casi la mitad de la comida que se vende en la Unión Europea viene de solo 10 cadenas de supermercados. Apenas 50 industrias se llevan la mitad de las ventas de comida en el mundo. Y tan solo 4 empresas producen el 60 % de la comida de bebé en el mundo.
- La alimentación del futuro está riesgo: las fusiones entre los gigantes de la agroindustria provocan la intensificación de la producción a lo largo de toda la cadena, actualmente el 20 % de las tierras agrícolas del mundo están ya degradadas.
- Causa pérdida de empleos y bajada de salarios: la actual ola de fusiones en las industrias procesadoras, por ejemplo, entre Heinz y Kraft, se ha debido a la necesidad de ahorrar costes para seguir compitiendo en el mercado global, lo que ha provocado la pérdida de miles de puestos de trabajos.
- Se siente la presión por los bajos precios: las empresas de distribución (principalmente supermercados) y la industria procesadora de alimentos presionan a sus proveedores, expulsando a los pequeños productores y normalizando las pésimas condiciones laborales y los bajos salarios en toda la cadena. Por ejemplo, aproximadamente el 80 % del mercado mundial del té está controlado por tres empresas.
- Persiste el hambre entre la población más empobrecida: a pesar de la sobreproducción de alimentos en el mundo, según datos de Amigos de la Tierra la cosecha global de cultivos alimenticios equivale a 4.600 kcal por persona y día, pero más de la mitad se pierde en el almacenamiento, distribución, desperdicio y alimentación del ganado.