Ariadna Pomar y Guillem Tendero
Proyecto L'Ortiga. Foto: L'Ortiga
Las respuestas que las administraciones públicas están dando a la situación de emergencia alimentaria en la que se encuentra la población del Estado español provocan en general graves efectos contraproducentes, tanto económicos, como ecológicos y sociales. Es necesario y urgente poner en valor y tratar de extender otro tipo de iniciativas que, a pesar de ser aún minoritarias, están demostrando tener un gran potencial transformador: aquellas basadas en los principios, las prácticas y los valores de la agroecología y la soberanía alimentaria.
EL MODELO DOMINANTE DE AYUDA ALIMENTARIA: PAN PARA HOY...
La pobreza es un problema que afecta transversalmente a las vidas de las personas que lo sufren, y la pobreza alimentaria es una de sus expresiones más dramáticas. Tal y como es usualmente empleado el término, una persona o familia se encuentra en situación de pobreza alimentaria cuando no puede acceder a una alimentación suficiente y/o adecuada por motivos socioeconómicos.
La mayoría de las acciones que se desarrollan actualmente en los distintos territorios del Estado para dar respuesta a la emergencia alimentaria se engloban en lo que se conoce como ayuda alimentaria. Se trata de medidas paliativas que, en general, brindan de forma coordinada administraciones públicas locales y entidades del Tercer Sector Social. A pesar de que existen distintos tipos de prestaciones y servicios de ayuda alimentaria, con mucha diferencia la modalidad más extendida es el reparto de lotes de comida no preparada que realizan los bancos de alimentos. En segundo lugar, destacan los comedores sociales.
Estos servicios están dando respuesta a muchas situaciones de urgencia, pero es importante señalar que no lo están haciendo de la forma adecuada, puesto que están causando graves efectos contraproducentes. En general, estas iniciativas no resuelven el problema de la malnutrición, ya que se basan en el reparto de alimentos procesados ricos en calorías pero pobres en nutrientes; tienden a estigmatizar a las personas beneficiarias; y reproducen lógicas asistencialistas que tienden a cronificar las situaciones de empobrecimiento y exclusión social. Así mismo, el modelo de ayuda alimentaria dominante fomenta la insostenibilidad y la injusticia, puesto que refuerza la preponderancia del modelo de producción agroindustrial.
RESPUESTAS A LA POBREZA ALIMENTARIA EN CLAVE DE SOBERANÍA ALIMENTARIA
Los agentes sociales que promueven la soberanía alimentaria insisten en que para luchar contra la pobreza alimentaria es necesario desplegar una doble estrategia. Por un lado, hay que desarrollar políticas que ataquen las causas estructurales de la pobreza; y, por otro lado, responder a la situación de emergencia mediante medidas paliativas que cubran las necesidades nutricionales de la población empobrecida, fomenten su empoderamiento y promuevan sistemas alimentarios locales más justos y sostenibles.
En relación con la segunda línea de trabajo, es urgente cambiar el funcionamiento de los servicios de ayuda alimentaria para promover que las personas en situación de vulnerabilidad pasen de ser meras receptoras de ayudas a ser sujetos activos que construyen soluciones a sus propios problemas. Por otro lado, hay que poner en marcha la transición hacia servicios de distribución de alimentos agroecológicos y prestaciones económicas para la compra de productos agroecológicos. Estos caminos de cambio están siendo transitados por un buen número de iniciativas que han aparecido en los últimos años en nuestros territorios, y que podemos agrupar en dos tipologías: experiencias de Abastecimiento Alimentario y proyectos de Agricultura Social y Ecológica.
EXPERIENCIAS DE ABASTECIMIENTO ALIMENTARIO
Las experiencias de Abastecimiento Alimentario incluyen la distribución de alimentos pero, a diferencia de los servicios clásicos de ayuda alimentaria, ponen mucho énfasis en la promoción del empoderamiento de las personas que participan en ellas, y basan su funcionamiento en valores como la solidaridad, la cooperación o el apoyo mutuo. Dentro de esta categoría encontramos, por ejemplo, las redes y bancos de alimentos autogestionados que han surgido en los últimos años en varias ciudades y pueblos del Estado. Y, por otro lado, experiencias que son impulsadas conjuntamente por entidades del Tercer Sector Social y administraciones locales. A este segundo grupo pertenecen iniciativas como La Trobada en Terrassa, Barcelona, un restaurante comunitario o «del tiempo» promovido por la red ALEI (Associació Local d'Entitats per la Inclusió) que cuenta con el apoyo de los servicios sociales del Ayuntamiento. El proyecto funciona desde 2013, abre todos los mediodías de lunes a viernes, y en él comen tanto clientes del tiempo como clientes convencionales. Los primeros son personas en situación de paro de larga duración y riesgo de exclusión social que se incorporan al proyecto derivados desde Servicios Sociales, con el fin de ocupar su tiempo trabajando en el restaurante, y tener garantizada al menos una comida equilibrada al día. Cada día comen en el restaurante unos 40 clientes del tiempo, y cada uno de ellos trabaja en él un día a la semana. En el momento de incorporarse al proyecto y antes de empezar a trabajar en el restaurante, estas personas reciben un curso básico de hostelería de nueve horas. Se trata de un espacio igualitario y no estigmatizador, puesto que a la hora de comer no se distingue entre los clientes del tiempo y los clientes convencionales, y los menús que se sirven están elaborados, en parte, con producto local.
PROYECTOS DE AGRICULTURA SOCIAL Y ECOLÓGICA
En segundo lugar, destacan los proyectos de Agricultura Social y Ecológica en los que participan personas que se encuentran en riesgo de exclusión por motivos socioeconómicos. Se concretan habitualmente en huertos sociales y/o comunitarios, un tipo de iniciativas que en los últimos años está viviendo un auge muy importante, y que en muchos casos pueden ser entendidas como experiencias de autoabastecimiento agroecológico. Los huertos sociales tienen beneficios sociosanitarios muy importantes para las personas que participan en ellos, tanto en el ámbito físico como en el psicosocial. Así mismo, en general también impactan de forma muy positiva en las comunidades donde arraigan, ya que tienden a fomentar tanto la cohesión social como el interés por los huertos de autoconsumo y los métodos de producción ecológica.
Dentro de este último tipo de iniciativas, destacan experiencias tan interesantes e integrales como el proyecto Inserción social a través de la horticultura ecológica (Sant Cugat del Vallès, Barcelona). Este proyecto, iniciado en 2014 y dirigido a personas desempleadas en situación de vulnerabilidad social, está liderado por la cooperativa OrtigaCoop y los servicios sociales del Ayuntamiento. La formación tiene una duración de 9 meses, y está orientada a ofrecer herramientas para que las personas participantes aprendan a producir hortalizas. La experiencia incluye formación teórica y práctica, acceso a tierras donde cultivar para el autoconsumo, una prestación económica de 200 euros mensuales, y el acompañamiento personalizado de las personas participantes en la búsqueda de salidas de continuidad de la iniciativa, que les permitan seguir cultivando un huerto de autoconsumo, o incorporarse a una experiencia profesional de producción de hortalizas ecológicas o de jardinería. Los huertos de autoconsumo y las prácticas agrícolas se desarrollan en la finca de Can Monmany, un espacio agrario del término municipal de Sant Cugat que se encuentra ubicado dentro del Parque Natural de Collserola. La finca es de propiedad municipal, pero desde 2009 hay un acuerdo con La Ortiga para que sea la entidad la que gestione el espacio agrario. Para realizar las sesiones prácticas de la formación se utilizan 2.500 m², de los cuales se destinan 13 parcelas de 50 m² a los huertos de autoconsumo. La adecuación de estos terrenos (abrir el nuevo espacio, instalar el sistema de riego, parcelar la tierra, preparar los bancales, etc.) se hizo de forma colectiva como parte de la formación.
A modo de síntesis, cabe insistir en que, ante los efectos contraproducentes que tienen los servicios más extendidos de ayuda alimentaria, es urgente poner en valor y multiplicar las iniciativas que desde el paradigma de la agroecología y la soberanía alimentaria están dando respuesta a la emergencia alimentaria promoviendo el empoderamiento de las personas empobrecidas, y fomentando la transición hacia sistemas alimentarios locales más justos y sostenibles.
PARA SABER MÁS
El contenido de este artículo se basa en las conclusiones del informe Ja volem el pa sencer. Respostes a la pobresa alimentària en clau de Sobirania Alimentària, elaborado por Ariadna Pomar y Guillem Tendero, y publicado en 2015. El documento incluye fichas descriptivas de 22 iniciativas que dan respuesta a la emergencia alimentaria desde la óptica de la soberanía alimentaria. Descarga disponible
«Bancos de alimentos autogestionados, una alternativa solidaria». Periódico Diagonal, 29/10/2013.