Un proyecto que camina hacia el empleo digno
Rafael MARTÍNEZ AMOR
La Huerta Molinillo es una experiencia de huerta ecológica y grupo de consumo que, siguiendo los principios de la economía solidaria y la soberanía alimentaria, está consolidando rápidamente un proyecto de producción y venta directa en la ciudad de Burgos. Las redes de apoyo, la profesionalización y el compromiso con valores éticos son algunas de sus claves.
La idea de montar la huerta surge en el año 2012. Yo llevaba tiempo analizando la agricultura en el mundo, el hambre y las propuestas de la soberanía alimentaria a raíz de mi militancia en la organización Promoción Solidaria y sobre todo en la Fundación Alter, que montamos un grupo de amigos y amigas como instrumento de economía solidaria. El libro Cuidar la T(t)ierra de Jorge Riechmann, me abrió mucho los ojos sobre este tema.
Yo trabajaba como profesor de una escuela de formación profesional agraria y como programador de varios cursos de agricultura ecológica pude conocer personas y experiencias de las que fui aprendiendo.
La oportunidad se presentó cuando me despidieron. Isabel, ingeniera especialista en energía solar y compañera de militancias, también estaba en el paro y entonces decidimos lanzarnos a la idea de la producción de cestas, con la motivación de crear nuevas iniciativas de economía solidaria, en este caso partiendo del concepto de soberanía alimentaria como única forma de poder acabar con la lacra del hambre en el mundo y el control de los alimentos por parte de transnacionales. El resto de compañeras y compañeros de la Fundación Alter nos apoyó, desde el principio fue un proyecto colectivo, con toma de decisiones y liderazgos compartidos.
La financiación se ha cubierto con donaciones y préstamos sin intereses.
DE MOMENTO LAS CUENTAS SALEN
Creemos que aún es pronto para valorar si tenemos o no éxito y también para que nuestra contabilidad esté estabilizada, pero de momento las cuentas salen. Ingresamos en torno a 75.000 €/año y los costes más importantes son los gastos de las 4 personas que trabajamos, que con salario mileurista andan, incluyendo seguridad social, en torno a 60.000 €. Ahora nuestro objetivo es reducir la jornada mejorando procesos, para poder compatibilizar nuestro trabajo con otras actividades como la crianza o la militancia. Este es sin duda el gran reto de Huerta Molinillo y de todas las experiencias de este tipo, que supone algunas renuncias, aunque también compensaciones, como poder llevar a la familia al trabajo y saber que estamos impulsando un proyecto que intenta mejorar el mundo en el que vivimos.
INICIAR UN PROYECTO DESDE CERO ACTIVANDO LAS REDES DE APOYO
Por nuestra forma sistemática de hacer las cosas, teníamos claro que si nos tirábamos a la piscina, debía tener algo de agua. Producir en ecológico, aun con las limitaciones climáticas que tenemos en Burgos, puede ser más o menos fácil, lo complicado es construir una red para vender el producto. Por eso, sabíamos que la clave era realizar tanto un buen proyecto técnico como un buen proyecto comercial, con la particularidad de que no buscamos meros clientes sino gente con cierto compromiso. Los dos años de preparación del proyecto, hasta que suministramos la primera cesta, fueron muy importantes porque trabajamos el tema de la concienciación ciudadana.
Visitamos también otras experiencias, tratando de reunir aprendizajes y de resolver algunas dudas. Tuvimos muchas reuniones, elaboración de presupuestos, etc. En nuestro caso, al no partir de una experiencia agrícola previa, los costes de instalación eran muy elevados, siendo esta la primera gran dificultad del proyecto. La otra, el acceso a la tierra. Estos dos grandes desafíos se resolvieron con la solidaridad.
En el caso de la tierra, surgió la posibilidad de alquilar una huerta en el centro de Burgos, propiedad de una orden religiosa, las hermanas trinitarias, y otra en Rabé de las Calzadas, a 14 km de la ciudad, de las hermanas de la Caridad. Desde el principio y casi sin conocernos se fiaron de nuestro proyecto, comprendiendo nuestra filosofía y motivaciones.
Respecto a la financiación, se ha cubierto con donaciones y préstamos sin intereses de personas próximas al proyecto y de diversos colectivos sociales de Burgos. No hemos recibido ninguna subvención. Hay que tener en cuenta que para producir verdura en un clima tan limitante como el burgalés se hizo imprescindible la instalación de un invernadero así como la adquisición de casetas, pequeño tractor y maquinaria y otras herramientas.
Teníamos claro que la soberanía alimentaria pasa por una venta lo más directa posible y por la responsabilidad de quienes iban a consumir nuestros alimentos, y al tener la huerta en el centro de Burgos, vimos clara la posibilidad de que allí mismo estuviera el punto de recogida.
En los primeros meses el trabajo fue intenso: por una parte el montaje de todo lo necesario con todo lo que supone comenzar un proyecto desde cero y por otra la búsqueda de gente que quisiera asociarse y consumir las cestas. Gracias a la ayuda de tantas personas cercanas, se consigue que la primera cesta se reparta el 3 de septiembre de 2014, más de dos años después del inicio del proyecto.
¿Y AHORA REALMENTE FUNCIONA?
En Huerta Molinillo producimos y distribuimos verdura de temporada mediante cestas semanales cerradas (no se elige su contenido). Cultivamos mas de 40 especies vegetales, garantizando en cada cesta por lo menos 5 productos diferentes, que cultivamos en el invernadero de 1500 m² del centro de la ciudad y en la finca de 1,10 ha. Cuando alguna semana, muy puntualmente, no disponemos de suficiente producto propio para completar las cestas, los compramos en fincas ecológicas cercanas.
Tenemos 100 personas socias que se comprometen durante un año a retirar las cestas en la propia huerta y pagan por adelantado (anual o trimestralmente).
Desde el principio también tenemos claro que la cantidad de familias socias de Huerta Molinillo estará condicionada por la capacidad de producir alimentos de las dos fincas que cultivamos, y así y para ir probando, el primer año empezamos con 70 familias y, como veíamos que se producía mucho más, ampliamos a las 100 actuales. Aunque tenemos más de 20 familias en lista de espera, lo fácil desde el concepto de economía neoliberal imperante sería ampliar al máximo convirtiéndonos en revendedores de verdura, pero esa no es nuestra idea de soberanía alimentaria. Queremos practicar un crecimiento vinculado a la creación de empleo y hasta lo que dé la huerta. Si hacemos más cestas e ingresamos más, emplearemos a más gente.
Tenemos 100 personas socias que se comprometen durante un año a retirar las cestas en la propia huerta y pagan por adelantado.
LA IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES
En el proyecto tratamos de estrechar las relaciones con y entre las personas socias. Lo trabajamos mediante la relación directa, especialmente en el momento de encuentro de la recogida de las cestas, y a través de otros medios como el correo electrónico y el blog, en los que compartimos noticias sobre soberanía alimentaria y sobre la huerta. Fue muy importante el apoyo colectivo que hubo para legalizar la situación de residencia de nuestro compañero de trabajo, Dominique.
También le damos mucho valor a la relación con otras experiencias campesinas cercanas. Frente a una economía de competencia, creemos en una economía de colaboración, por ello apostamos por establecer relaciones de ayuda mutua, intercambiando productos y ofreciendo nuestra huerta como punto de venta de campesinos que tienen difícil establecer un canal justo de venta (especialmente legumbres y fruta). Otros ámbitos de participación de la Fundación son la Banca Ética Fiare o REAS (Red de Economía Solidaria).
Consideramos fundamental reconocer el trabajo de quienes apostaron desde siempre por experiencias basadas en la soberanía alimentaria y nos allanaron el camino. Por ello, desde el primer año, y aprovechando el día de convivencia que realizamos, creamos el Premio Huerta Molinilllo a la defensa de la cultura campesina y la soberanía alimentaria, en el que bautizamos a uno de nuestros bancales con las personas destacadas. El primer año homenajeamos a Íñigo Hernani Salto, campesino de La Prada (Valle de Tobalina, Burgos) auténtico pionero en la elaboración de cestas de verdura ecológica y cuya experiencia ha sido fundamental en nuestro proyecto por su ayuda y transmisión de conocimiento. En este mes de junio, el segundo galardón irá para María José Garre, de Amayuelas, por su trabajo ininterrumpido, callado y constante de más de 20 años en la conservación de semillas campesinas y su labor como productora y panadera.
Apostamos por establecer relaciones de ayuda mutua.
Desde nuestra experiencia, vemos que hay mucha gente dispuesta a cambiar sus hábitos, gente deseosa de entablar nuevas relaciones, que quiere que sus hijos e hijas vean de donde viene lo que come, que conozcan a quienes lo producen, y para ello es fundamental trabajar la creación de conciencia. Para llegar al nivel de cestas que tenemos no nos ha sido necesario realizar ninguna campaña especial de promoción, en nuestro caso ha funcionado el boca a boca.
Y también es imprescindible que surjan nuevos proyectos campesinos comprometidos que asuman las dificultades y renuncias de trabajar en el campo, pero también todas sus recompensas. Desde Huerta Molinillo estamos en ello y con el convencimiento de que es posible y necesario.
CENSO EUROPEO DE AGRICULTURA SOSTENIDA POR LA COMUNIDAD
Activistas e investigadores de 30 países diferentes, con el apoyo de la Red Internacional Urgenci, han lanzado el primer censo europeo de Agricultura Sostenida por la Comunidad (en inglés CSA¬, Community Supported Agriculture). El movimiento de CSA¬ está siendo crecientemente reconocido como un modelo que puede ayudar a reconstruir el sistema agroalimentario y apoyar los procesos de transición agroecológica.
En el territorio estatal este tipo de iniciativas no tienen una definición propia, pero encontramos su filosofía en muchos grupos o cooperativas de consumo. También empieza a escucharse el término similar agricultura de responsabilidad compartida y algunos proyectos se identifican con el nombre francés AMAP, Association pour le Maintien d'une Agriculture Paysanne. En cualquier caso, la ASC se define como un acuerdo de largo plazo (al menos un año) entre producción y consumo; cestas de temporada como sistema básico de distribución de los alimentos; manejo agroecológico, certificado o no; existencia de sistemas o herramientas para compartir riesgos entre producción y consumo, tales como el pago de cuotas fijas independientes de la producción, o prepago de las cuotas al inicio de la temporada; y compromiso del consumo en la distribución, la administración y la toma de decisiones acerca de la producción y la economía del proyecto, al lado de las personas productoras.
El objetivo de este censo es mapear la diversidad de iniciativas que existen e identificar sus fortalezas y características comunes. En el Estado español, donde se han identificado 75, los modelos de consumo agroecológico que más se han expandido han sido otros más sencillos en cuanto a las estructuras colectivas creadas, con un compromiso mucho menor entre producción y consumo. Pero en todo caso, los proyectos de ASC existen y se multiplican en el Estado español, y en muchos casos han alcanzado una madurez que les imprime una importante estabilidad. Quizá este pequeño censo pueda resultar una herramienta útil para, a través del debate compartido, reforzar este movimiento de gran importancia para la agroecología y la soberanía alimentaria.