Los resultados en cascada de los Sistemas Participativos de Garantía (SPG)
Patricia DOPAZO GALLEGO
Había una vez un mundo en el que se cultivaban los alimentos y otro en el que se consumían. Para explicar al segundo las formas de producción era necesario mandar la información en cohetes, hasta que algunos habitantes de un mundo y de otro empezaron a juntarse, a hablar y a organizarse.
El pasado mes de noviembre, en Valencia, participamos en la organización, junto a CERAI y la Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià, de un encuentro estatal de Sistemas Participativos de Garantía (SPG). Esta es una forma un poco compleja de nombrar lo que pasa cuando, en un territorio concreto, un grupo de iniciativas productivas se organiza para autocertificarse sobre criterios agroecológicos con la complicidad de otras partes, especialmente de quienes consumen sus productos.
Y puede que si suena complejo, sea porque lo es. Pero una complejidad en positivo, que surge de una mirada despierta y amplia, cuando entendemos la acción de producir y de consumir alimentos no como acciones desconectadas y estancas, sino como parte de un sistema de relaciones con la naturaleza y con las personas, y entendemos que con ellas realizamos una incidencia, un efecto del que nos corresponsabilizamos y que queremos observar y trabajar colectivamente. Una mirada que probablemente la agroecología nos ha enseñado, abriéndose paso sobre la cortedad de miras del sistema alimentario capitalista.
En este encuentro tuvimos la oportunidad de sumergirnos en los debates de nueve grupos que, bajo diferentes condiciones y tiempos, caminan estos procesos que empiezan a transformar las lógicas de funcionamiento del sector. ¿Cómo son en lo cotidiano? ¿Qué retos se les presentan?
El SPG encuadra muy bien ese todo que supone la agroecología y la soberanía alimentaria. (Xavi, productor del SPG Ecollaures).
CERTIFICAR PARA COMUNICAR
Las formas alternativas de certificación surgieron hace ya tiempo y no es la primera vez que las tratamos en esta revista. La certificación ecológica oficial muchas veces se percibe como un elemento ajeno, no integrado en las lógicas que se manejan desde la soberanía alimentaria, al estar pensada desde un sistema de mercado diferente, el de la especialización y los interminables eslabones (de hecho, vemos cada vez más estos sellos en marcas multinacionales que lanzan «líneas ecológicas»). Sus burocracias pesan y, a menudo, no se adaptan a las formas de producción agroecológicas, que, por ejemplo, en la finca manejan una biodiversidad subversiva que no encaja en formularios. También pueden ser muy cuestionables sus criterios, por insuficientes y por no adaptarse a las particularidades de cada circunstancia.
Por otro lado, cuando se hace uso de canales cortos de comercialización e incluso se establecen relaciones directas con gran parte de las personas que adquieren lo que producimos, el sello oficial puede dejar de tener sentido. ¿Por qué íbamos a fiarnos más de esa maquinaria burocrática anónima que de la campesina que conocemos o de la que tanto hemos oído hablar?
Sin embargo, la agricultura ecológica sigue siendo «la otra agricultura». Puede que por eso, y por la tendencia a desconfiar que nos ha enseñado la sociedad capitalista, necesitemos «garantías». Bien, pues construyámoslas desde abajo y horizontalmente.
Y ahí es donde nos situamos: personas productoras que coinciden en sus dudas sobre el sello oficial, dispuestas a construir juntas una garantía diferente, propia, que se adapte mejor a su filosofía y que mejore su acceso al mercado. En la gran mayoría de los casos, invitan a participar a personas y grupos que adquieren regularmente sus productos, e incluso a veces también a colectivos locales implicados en la transformación social, que pueden aportar metodologías y herramientas. Así, establecen sus propios criterios sobre qué consideran ecológico y a partir de ahí diseñan formas de autoevaluarse: cuestionarios, visitas, registros, etc. y formas de comunicar e informar («educar», decían muchas de las participantes en el encuentro) a la ciudadanía: vídeos, páginas web, folletos, charlas, visitas, jornadas de trabajo, actividades lúdicas, visibilización en mercados...
Durante la organización del encuentro se hizo una consulta a los SPG sobre los temas que consideraban importante abordar en los talleres de trabajo. Los temas priorizados resumen muy bien lo que un SPG significa: construcción de confianza, relaciones e incidencia política.
Encuentro estatal de SPG / CERAI
COMUNICAR PARA TRANSFORMAR
Todo se construye desde espacios de participación horizontal; espacios de encuentro nuevos, entre personas que de otra manera podrían no haberse conocido y mucho menos reflexionar juntas. Porque la razón de ser de estos espacios no es otra que poner en común qué entendemos por agroecología, qué se quiere conseguir y transmitir, provocando así un debate muy valioso que cuestiona todo el proceso productivo desde diferentes puntos de vista.
En este marco, y fruto de ese diálogo permanente, se toman decisiones y se van diseñando y construyendo poco a poco los pilares, la estructura y las tareas del SPG; un edificio que no es rígido, que debe estar dispuesto a ir modificándose y ser como un organismo que va creciendo y adaptándose. Las guías de las visitas a fincas, una herramienta que a menudo se utiliza, donde se plasman los aspectos que quieren conocerse, se pusieron como ejemplo: van cambiando, no serán las mismas dentro de dos años, porque con la puesta en práctica colectiva se aprende y ese aprendizaje ha de incorporarse. Y como un organismo, el crecimiento debe ser pausado, a su propio ritmo, porque un crecimiento descontrolado puede provocar desequilibrios en forma de conflictos.
Realizamos encuentros periódicos con una parte lúdica de música y comida popular, así se estimula la convivencia entre el grupo. (David, Ecored de Aragón).
A raíz de ponerse en el papel de las personas que consumen, surgen muchas preguntas y algunas se trasladaron a los debates del encuentro: ¿Nos adaptamos demasiado a sus exigencias?, ¿estamos sabiendo explicar correctamente nuestro trabajo para que pueda ser valorado?, ¿hasta qué punto somos responsables de transmitir esto? Con suerte, en las reuniones de los SPG hay quien puede dar su opinión desde el otro lado, que argumenta desde una posición de consumo consciente que, al comprar, busca coherencia con sus ideales y filosofía. Lo mismo que busca quien produce, pero además ha de poder vivir de su trabajo.
Si lo pensamos bien, estos espacios de conocimiento mutuo y discusión son muy escasos en las dinámicas convencionales de producción-distribución-consumo. Uno de sus lugares naturales pudo ser la cooperativa agraria o el mercado, pero ¿qué cooperativas tenemos ahora?, y ¿qué mercados? Puede que los SPG estén llenando un vacío muy importante para el empoderamiento del sector en lo relativo a la soberanía alimentaria.
En cualquier caso, lo importante, se dijo en el encuentro, es estimular a la ciudadanía y que tome parte y, a partir de ahí, lo que surja, ya que el problema es la pasividad social. Porque de los SPG han salido muchas iniciativas: jornadas abiertas, mercados locales, actividades en centros de enseñanza, interlocución con las administraciones públicas... e incluso este encuentro de experiencias a escala estatal.
TRANSFORMAR HACIA FUERA ES TRANSFORMAR HACIA DENTRO
En los dos días del encuentro, puede que una de las cosas que se destilaron más fue la capacidad de los SPG para interpelarnos en lo personal, concretamente sobre la manera en la que nos movemos colectivamente, las maneras de cuidarnos y las capacidades de cada cual para asumir funciones en momentos concretos.
En los grupos de SPG se encuentran perfiles muy diversos (en el ámbito profesional, de edad, de prioridades...), por lo que es particularmente importante prestar atención a la comunicación y conocer el nivel de compromiso de cada persona.
Los espacios y las responsabilidades que se generan en un SPG, requieren actitudes que normalmente no hemos aprendido a desarrollar o perfeccionar: escuchar, ceder en nuestros posicionamientos, asumir y manejar nuestros prejuicios, tener empatía... La presencia en el encuentro de algunas compañeras de organizaciones campesinas de Bolivia y su forma de entender el trabajo colectivo sirvió como espejo. En nuestra sociedad tenemos, en general, una enorme falta de educación organizativa, fruto del individualismo. Este es uno de los retos más importantes que se afrontan desde los SPG y, por ejemplo, en el caso de Ecollaures, en Valencia, ser conscientes de ello les motivó a apostar por una formación sobre facilitación de grupos, con una actividad final de convivencia que consideran que supuso un antes y un después para el proceso.
Algo de lo que también se habló en el encuentro fue de cómo en muchos lugares la transformación del campo con la revolución verde hizo que la competencia se acentuara en el sector agrario, y se perdiera mucha comunicación y cooperación entre personas productoras. La falta de comunicación se da también entre modelos productivos diferentes en un mismo territorio. Estas rencillas, que a veces se cargan de generaciones anteriores, en algunos casos están superándose con las redes que se generan en los SPG, que a menudo trascienden a sus integrantes y provocan acercamientos entre personas que no participan en ellos pero que se mueven en la misma zona. Por otra parte, algunos SPG han conseguido ser un punto de dinamización y encuentro para los nuevos proyectos productivos, especialmente de personas jóvenes, que encuentran asesoramiento, redes de apoyo y motivación.
Poner en marcha un SPG en un territorio supone activar multitud de procesos transformadores, los más importantes puede que se nos escapen y solo sean visibles a largo plazo. Con esta enorme potencialidad que vemos solo al asomarnos, ¿quién se acuerda ya de que el objetivo es certificarse?.
II Encuentro de Sistemas Participativos de Garantía
Tras el fructífero primer encuentro que tuvimos en Valencia, hemos coincidido en el deseo de celebrar un encuentro con carácter anual en el ámbito peninsular. El siguiente ya tiene fecha y será coordinado por el SPG A Gavela.
El encuentro será entre los días 16 y 18 de junio, paralelamente con el VI Congreso Internacional de Agroecología que se celebrará en la Universidad de Vigo. Esperamos congregar a personas interesadas en crear redes e intercambiar experiencias para nutrirnos mutuamente en torno a sistemas que fomenten el fortalecimiento de lazos entre los agentes sociales que forman parte de la cadena alimentaria, tanto desde la producción como del consumo, pasando por los intermediarios, para profundizar en la soberanía alimentaria, apoyarnos y reafirmarnos en nuestros respectivos proyectos.
Trataremos de visitar alguna experiencia, de compartir tiempo para el diálogo fructífero, además de abordar temas que nos preocupan, como la legitimación o la forma de llegar a un precio justo, pasando por la necesidad de participar en la conservación de las variedades tradicionales, etc.
Más información en http://spg.saramaganta.info.
PARA SABER MÁS
Puede consultarse la sistematización del encuentro. Disponible en PDF
Eva Torremocha, «Menos burocracia, más confianza». Disponible en el número 8.