Lucía López Marco
Reseña del libro Almáciga, un vivero de palabras de nuestro medio rural, de María Sánchez. GeoPlaneta, 2020
Algunas personas no entienden, y puede que nunca lo hagan, esa afición que tenemos otras por recolectar palabras en desuso, conservar lenguas en peligro de extinción e intentar que no desaparezcan para siempre.
Cuando tenía quince años aprendí aragonés, la lengua con menos hablantes de Europa, y es el idioma que hoy le hablo a mi hija. He perdido la cuenta de cuántas veces he escuchado eso de «¿y aprender aragonés para qué sirve?». Ay, si supieran que las palabras son semillas, esperando su momento para brotar… A quienes me preguntan, les cuento una anécdota, algo que me pasó cuando estaba de Erasmus en Alemania y en la sala de necropsias me pusieron delante un ganso y me pidieron que viese cómo tenía la Milz. No conocía esa palabra, no la había estudiado nunca, pero busqué en la biblioteca-semillero de mi cabeza y encontré una palabra parecida que por el contexto podría tener el mismo origen: mielsa, una palabra en aragonés que significa bazo. Y, efectivamente, Milz es bazo. Para eso sirve el aragonés, como cualquier otra lengua: para comunicarse, para entender y expresar conceptos, y para aprender otros idiomas, entre otras cosas…
Quizás por esa afición mía a guardar palabras me ha gustado tanto el último libro de María Sánchez, sin duda una de las personas más reconocidas en la defensa de nuestros medios rurales. O, quizás, simplemente es porque, como todo lo que María escribe, este libro es una maravilla. Y por si la magnífica narrativa no fuera suficiente, va acompañada de unas preciosas imágenes de la ilustradora Cristina Jiménez. Almáciga es un poema a color en forma de ensayo plagado de palabras semilla.
«La palabra-semilla» es, precisamente, el título del primer capítulo de Almáciga y, a mi juicio, la mejor expresión para definir qué son las palabras.
Una almáciga es un semillero, y eso es lo que pretende y está consiguiendo María con su obra: sembrar. En realidad, cosechar y sembrar. Sí, en ese orden. En este atípico manual de siembra, la autora recopila palabras relacionadas con nuestros medios rurales que son poco conocidas o están en desuso: las cosecha. Pero luego las siembra para que podamos recogerlas cualquier persona y las reguemos, haciéndolas nuestras e incorporándolas al semillero de palabras de nuestra cabeza. Y para que así, empecemos a usarlas, polinizando los vocabularios de con quienes conversamos.
De esta forma, María, quien primero nos seduce con esa narrativa suya tan bonita, contándonos historias de semillas, de palabras, de animales y de medios rurales; luego nos explica cómo preparar nuestra propia almáciga —nuestro semillero—- para compartirnos su tesoro: sus palabras-semilla.
Así nos empieza a hablar de galutas, de la maratilla o txoatile, de la tárama, la llariega… Y aquí es cuando, de repente, el corrector ortográfico empieza a marcar todo en rojo, como si solo fuera correcto escribir las palabras que son mayoría en el léxico del común de los mortales…
María Sánchez nos comparte varias palabras en aragonés, y una de ellas es falsa, una palabra aún común en zonas rurales de Aragón y que hace referencia a ese lugar donde guardamos todas las cosas que ni usamos y que incluso olvidamos que están ahí. En castellano podría traducirse como el desván.
No dejemos que toda esa riqueza lingüística que se ha tejido durante generaciones se pierda. No dejemos que acabe en la falsa. Recordemos que las palabras son semillas, que vuelan y se dispersan a miles de kilómetros para brotar, si las condiciones son favorables. Reguemos nuestro léxico y, como dice María, «así, con esta almáciga y todas las que vengan, diferentes del linaje y la lengua del amo, podremos comenzar a construir una nueva casa común».
Almáciga lleva por subtítulo «Un vivero de palabras de nuestro medio rural», y es que gracias a este libro, las palabras (re)viven, vuelan, crecen en el suelo fértil de nuestras cabezas y se expanden más allá.
Os recomiendo que busquéis el libro, lo incorporéis a vuestro semillero-biblioteca y comencéis a recolectar palabras. Podéis compartir las que cosechéis en www.almaciga.es donde van brotando nuevas palabras que todo el mundo puede recoger, para seguir sembrando.
Lucía López Marco