Laia DE AHUMADA
El mar es tu espejo. Historias de tripulaciones abandonadas en el Mediterráneo, de Catalina Gayà Morlà. Libros del K.O. Madrid, 2017
La autora de este libro tan particular es Catalina Gayà Morlà, periodista, investigadora y profesora universitaria, que ha estado siempre vinculada al mar y actualmente es codirectora del proyecto «Dona'm la mar», del Museo Marítimo de Barcelona (MMB). Y digo que es particular porque transita por diferentes lugares: Barcelona, Ceuta, Gibraltar, Civitavecchia, Suez y Estambul, de la mano de la investigación periodística, la literatura oral, el dietario de viajes y la experiencia personal.
Este libro se gestó en el año 2009 cuando la periodista «conoció a Faisal, un marinero paquistaní que llevaba más de un año viviendo a bordo de un carguero abandonado en el puerto de Barcelona», como nos explica la contraportada del libro. El libro se publicó ocho años después, en 2017, y yo lo he leído trece años después, en 2022. Mientras lo hacía, descubrí una problemática sobre la cual, a pesar de que llevo más de veinte años en temas de exclusión social, mi ignorancia era completa. Así que, una vez leído, lo primero que hice fue preguntar a su autora si lo que explica en su libro aún sigue sucediendo. Y ella me dirigió a la web de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF), en cuyo apartado «Gente de mar abandonada» encontré toda una explicación para los trabajadores del mar que me hizo suponer que esta problemática continúa aún muy vigente. En ese apartado se explica que «algunos armadores no toman en serio sus responsabilidades en relación con sus tripulaciones. Esto puede tener como consecuencia que la gente de mar sea abandonada durante meses en puertos lejos de su hogar, sin combustible ni alimentos ni agua ni salario. El abandono se produce porque los armadores tienen dificultades financieras o porque pueden obtener más dinero si no pagan los salarios ni las cuentas pendientes. Esto puede ocurrir con mayor frecuencia en los buques más viejos al final de su vida útil. En algunos casos, el valor del buque es inferior al dinero que debe pagarse a la tripulación y a otros deudores». El riesgo de ser abandonado es pues real, tan real que en la misma web hay una pestaña de color rojo para casos de emergencias: «¿Necesita ayuda ahora mismo?»
¿Por qué en tierra no nos enteramos de lo que sucede en el mar?, se pregunta la autora. Esto que nos explica en el año 2009 aún sucede en nuestros puertos, y tierra adentro nadie se entera; de ahí la importancia de difundir lo que se cuenta en este libro. Un libro que no solo está muy bien documentado respecto a los negocios sucios de la marina mercante, sino que nos muestra, en primera persona, el sufrimiento de las personas afectadas y cómo esa situación inquieta a la autora. El título El mar es tu espejo lo ha escogido de un verso de Baudelaire para explicar su viaje por tantas vidas abandonadas, su esfuerzo por entender cada drama.
Las personas entrevistadas son sobre todo hombres, pero también hay alguna mujer, que es cocinera. Como dice la autora, «el mundo marino sigue siendo propiedad de los hombres», por eso se empeña en buscar este 2 % de mujeres para recoger también su testimonio. Difícil se lo ponen, porque sigue vivo el mito de que las mujeres traen mala suerte en los barcos.
Son estas gentes del mar —al menos tres personas por barco, para que no se considere desierto— las que lo mantienen para no perder el derecho a cobrar su sueldo, una vez ha sido abandonado y desahuciado por sus propietarios. Gente del mar que vive incluso años, como Faisal, en las aguas aceitosas de los puertos, manteniendo a flote el barco y sus vidas, alimentándose de lo que les suministran compañeros o entidades sociales —como Stella Maris, en los puertos catalanes—, en un país que no es el suyo, en soledad permanente, en una situación desesperada que los puede llevar incluso al suicidio.
Todo esto se lo explican a la autora, a la cual en algún momento llaman «la mujer que escucha a los marinos», porque se dan cuenta de que de nada les sirven las pancartas que cuelgan de sus barcos desvencijados: «Ayúdanos, queremos irnos a casa», porque nadie pasea ya por los puertos, sujetos cada uno a sus estrictas normas. Prisioneros de sus naves, ignorados, convencidos de que el capitalismo salvaje está acabando con todo y de que para ellos es el final: «¡No sabemos contra quién luchamos!», le dicen; y la autora se implica y nos lo cuenta, y por eso no puede pasar desapercibido su clamor: «¿A alguien le importamos?», se preguntan. Nuestro deber, al menos, es escucharlos y dar a conocer su problemática.
Laia de Ahumada
Escritora y miembro del equipo de Terra Franca