Juan José Soriano
Hace unos días, mientras consultaba en un medio digital información sobre un interesante documental de naturaleza, apareció en la pantalla un anuncio sumamente agradable tanto en la forma como en el contenido: la conocida marca de kétchup Heinz ofrecía sin coste alguno un lote de semillas de tomatera e invitaba a sembrarlas en nuestra casa. El regalo no quedaba ahí; también animaba a participar en el sorteo de un altavoz inalámbrico para que a nuestras plantitas no les faltase la música (también facilitada por la propia Heinz a través de una app) mientras crecían..., e incluso al final daba la oportunidad de hacerse cargo de la fabricación de un bote de salsa con nuestros felices tomates, para que disfrutásemos del placer completo de cerrar el ciclo, desde la semilla hasta nuestra mesa. Todo muy natural y, para colmo, gratis.
Sin embargo, esta iniciativa tan agradable en apariencia a mí me provocó tristeza, enfado y un mayor convencimiento de la absoluta necesidad de soberanía alimentaria.
ENFADO
Heinz es una marca de alimentos procesados que encontramos por todo el mundo y que, junto a otras marcas de empresas como Nestlé, Danone o Unilever, llenan todos los supermercados a base de estrategias de control y acaparamiento que, como se puede ver en la página www.behindthebrands.org de Oxfam y en numerosos estudios, son responsables de la destrucción de las economías locales —especialmente de la agricultura a pequeña escala—, de muchos problemas medioambientales y de un estilo de alimentación que daña nuestra salud (Delgado 2010, De Schutter 2011).
En el caso de Heinz, lo que no es tan conocido es que una parte de sus ingresos provienen de producir y vender semillas a los mismos agricultores a los que después les compra los tomates con los que elaborará su famoso kétchup. Estos tomates se producen bajo el modelo de agricultura industrial intensiva, en el que la minimización de mano de obra y el uso de plaguicidas y de fertilizantes químicos está a la orden del día.
Como empresa de semillas, Heinz tiene registradas varias decenas de variedades, concretamente en el catálogo de este año ofrecen 58. Todas ellas son híbridas, es decir, han sido sometidas a un proceso de mejora que hace que sus descendientes no se comporten tan bien en el campo como ellas; para que sigan siendo igual de productivas, los agricultores y las agricultoras que las siembran tienen que volver a comprar las semillas cada año.
Hasta que se empezaron a comercializar híbridos en la primera mitad del siglo xx, no existían grandes empresas de semillas, ya que estas eran un bien común de quienes cultivaban la tierra, las seleccionaban, las extraían en cada cosecha y las intercambiaban y vendían a pequeña escala. Pero, además, con la aparición de las multinacionales de semillas, se promulgaron las primeras leyes de propiedad intelectual relativas a la multiplicación de plantas cultivadas, que otorgan derechos sobre reproducción a quienes tienen la propiedad de la variedad. La propiedad de una variedad la obtiene la persona o la empresa que la registra y, por el coste y burocracia que supone, casi todas las semillas suelen ser propiedad de la segunda. De esta forma, cualquiera que desee multiplicar las semillas debe pagar una cantidad cada año o comprarlas a la empresa autorizada, con multas y penas de cárcel en caso de incumplimiento, como le ocurrió a un vecino de Moguer (Huelva), que fue condenado en 2015 a seis meses de prisión e inhabilitación especial como autor «criminalmente responsable» de multiplicar plantas de una variedad de fresa protegida (Europa Press 2015).
Según explica la web de Heinz, la empresa lleva mejorando la calidad de sus semillas desde 1936. Actualmente, ofrecen variedades con distintos calibres, adaptadas a climas áridos y húmedos, con diferentes contenidos de azúcares y con resistencia al ataque de diversos hongos y virus. Lo que no explican es que estas aptitudes solo se pudieron obtener a partir de unos tomates mejorados durante miles de años gracias a la dedicación gratuita de generaciones y generaciones campesinas. Precisamente, otro de los puntos negros de las leyes de semillas es que para lograr el derecho de propiedad no se tiene la obligación de explicar de dónde se obtiene el material para la mejora (Correa 2015).
TRISTEZA
Actualmente, la marca Heinz pertenece a los fondos Berkshire Hathaway y 3G Capital Partners, entre cuyos patrones destaca el multimillonario estadounidense Warren Buffett, principal accionista, por ejemplo, de Coca Cola y copropietario de otro gigante alimentario: Mondelez. En 2015 estos fondos adquirieron las dos grandes corporaciones agroalimentarias Heinz y Kraft Foods, y se fusionaron en una sola empresa dando lugar a la nueva Kraft Heinz Company, tercer grupo alimentario de EE. UU. y quinto del mundo (Bravo Cuiñas 2015).
Esta fusión, con unas ventas netas de 26,5 billones de dólares en 2016 y con empresas establecidas en más de 40 países, posee, además de los kétchups y salsas Heinz, marcas como Philadelphia, Mayonesa Kraft, Oscar Mayer, y toda la gama de tomates Orlando.
El historial judicial de estas empresas no es en absoluto impecable. Antes de la fusión, Kraft Foods —junto a la empresa Mondelez, antes citada— fue acusada por la Comisión de Comercio de Futuros de Mercancías (CFTC) de EE. UU. de intentar manipular el precio del trigo. Según la CFTC, Kraft y Mondelez ejecutaron a principios de diciembre de 2011 una compra de 90 millones de dólares en «futuros de trigo». Este tipo de operaciones son una forma de especular con cosechas aún no producidas que les permitió ganar más de 5,4 millones en una operación con repercusiones de crisis y hambre (CFTC 2015). Como destacaba el relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Oliver de Schutter, en su informe Especulación con alimentos básicos y crisis de los precios de los alimentos, «los movimientos especulativos desde hace 10 años están provocando aumentos drásticos de los precios de los alimentos. Estos funestos juegos del hambre han tenido como «efecto colateral» un repunte de las hambrunas, condenando a millones de personas pobres a la enfermedad e incluso, en muchos casos, a la muerte». (De Schutter 2010).
Esta realidad se vuelve tétrica cuando conocemos que actualmente Kraft Heinz Company es una de las principales promotoras de la asociación «Rise Against Hunger» (www.riseagainsthunger.org) que tiene una «curiosa» fórmula para luchar contra el hambre. Periódicamente patrocina eventos benéficos para que la gente compre comida en los supermercados y la done a organizaciones de ayuda alimentaria, acciones que son frecuentes también en el Estado español de la mano de la Fundación Banco de Alimentos. Mediante estos eventos supuestamente altruistas, son las personas quienes ponen los recursos económicos, mientras que las empresas se aseguran de que tienen clientes comprando sus productos y una excelente campaña de imagen servida en los principales medios de comunicación.
EL LÍDER DEL TOMATE
El anuncio de Heinz se corresponde con la realidad. La empresa no cultiva sus tomates sino que, mediante mecanismos conocidos como «sistemas de integración», entrega semillas a agricultores y agricultoras a quienes luego comprará la cosecha. En 2013 se calculó que Heinz suministraba unos 6000 millones de semillas a fincas de España, EE. UU., China, Portugal, Nueva Zelanda y diferentes países de África y América Latina, lo que supone que el 34 % de todos los tomates que se procesan en el mundo proceden de semillas de la multinacional. Desde que en 1988 Heinz compró a la empresa española Orlando, se asentaron las bases de lo que es hoy un monopolio del tomate. El año 2013 las cifras explicaban que bajo la marca Orlando se aseguraban un 20,8 % de la cuota del mercado de tomate envasado y con la marca Heinz, una cuota del 43,5 % en kétchup. (Vidal 2013)
TRABAJAR POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
Noticias como estas nos hacen ver que bajo el supuesto barniz democrático de nuestras sociedades, las decisiones sobre aspectos fundamentales para la vida de las personas se toman de una manera oscura y alejada de los intereses de la mayoría, con el beneficio económico como principal (y en ocasiones única) prioridad. Quizás pocos negocios reflejan de una manera tan clara esta cuestión como el relacionado con la comida, un bien fundamental para el desarrollo de la vida y cuya producción nos vincula estrechamente a la naturaleza. Sin embargo, es paradójico que su industrialización en las últimas décadas haya generado una importante concentración corporativa en sectores como los agroquímicos, fertilizantes, maquinaria agrícola, semillas, procesado de alimentos, comercializadoras, además de acaparamiento de tierras y expulsión de comunidades indígenas y campesinas.
A pesar de este enorme poder corporativo, una proporción ingente de los alimentos que se producen en el mundo procede todavía de sistemas de alimentación campesina, de hecho, se trata de la mayoría de alimentos del planeta (La Vía Campesina 2011).
Por otro lado, entre la población en general se está dando un cambio de mentalidad. Está creciendo la demanda de productos frescos, de proximidad y ecológicos. Algo muy alejado de lo que ahora ofrecen Heinz y Kraft. La megafusión no ha sido más que una forma de paliar las recientes dificultades de mercado. En 2014 las ventas de Heinz cayeron un 4,6 % y solo pudo salvar sus cuentas mediante drásticos recortes de plantilla de 6650 personas (Bravo Cuiñas 2015).
Está en nuestras manos utilizar el gran poder de la alimentación no solo por cuestiones de salud, sino también para crear un nuevo modelo económico que favorezca a las personas y al territorio. Para ello es necesario reducir la compra de comida procesada, abastecernos directamente de las fincas de producción, en pequeños comercios, mercados o grupos de consumo e implicarnos en las iniciativas y movimientos que promueven estas formas de alimentación. Y, sobre todo, cuestionar los alimentos baratos e informarnos en medios de comunicación independientes.
¿De verdad quieres participar en la siembra de tomates de Heinz y en todo lo que implica? Muy cerca de donde vives seguro que hay huertos urbanos o proyectos agroecológicos que te regalarán semillas mucho más valiosas. Y la música y el cariño se lo pones tú.
Juan José Soriano
REFERENCIAS
Bravo Cuiñas, A. 2015. «La nueva Kraft Heinz Company: un gigante obligado a reinventarse». El Mundo, 29/03/2015. http://www.elmundo.es/economia/2015/03/29/5515dbc2e2704edb058b4575.html
S. Commodity Futures Trading Commission (CFCT), 2015. «CFTC Charges Kraft Foods Group, Inc. and Mondelēz Global LLC with Manipulation of Wheat Futures and Cash Wheat Prices». Nota de prensa 01/04/2015. http://www.cftc.gov/PressRoom/PressReleases/pr7150-15
Correa, C. M. 2015. La protección de las obtenciones vegetales para los países en desarrollo. Una herramienta para el diseño de un sistema sui generis de protección de las obtenciones vegetales: Una alternativa al Acta de 1991 del Convenio de la UPOV. APBREBES: Bonn, Alemania.
Delgado Cabeza, M. 2010. «El sistema agroalimentario globalizado: imperios alimentarios y degradación social y ecológica». Revista de Economía Crítica, 10, 32-61.
De Schutter, O. 2010. «Especulación con alimentos básicos y crisis de los precios de los alimentos. Reglamentación para reducir los riesgos de la volatilidad de los precios». Nota informativa 02/2010 del relator especial sobre el derecho a la alimentación de Naciones Unidas. www.ohchr.org/Documents/Issues/Food/BN2_SRRTF_Speculation_SPANISH.pdf
De Schutter, O. 2011. «Nuestros sistemas alimentarios están haciendo enfermar a la gente». Informe presentado por el relator especial sobre el derecho a la alimentación de Naciones Unidas al Consejo de Derechos Humanos. Un resumen y el texto completo en inglés se pueden consultar en http://www.srfood.org/en/five-ways-to-tackle-disastrous-diets-un-food-expert
Europa Press. 2015. «Seis meses de prisión por multiplicar y reproducir ilegalmente plantas de variedades protegidas». 20 minutos, 22/06/2015. http://www.20minutos.es/noticia/2495844/0/tribunales-seis-meses-prision-por-multiplicar-reproducir-ilegalmente-plantas-variedades-protegidas/
Vidal Mate. 2013. «Mucho tomate», El País, 11/01/2013. http://economia.elpais.com/economia/2013/01/11/actualidad/1357932673_209948.html
La Vía Campesina. 2011. La Agricultura sostenible campesina puede alimentar el mundo. https://viacampesina.org/downloads/pdf/sp/ES-paper6.pdf