¿Dónde están las agricultoras y los agricultores?
Las “empresas de servicios” una nueva vía del control de la alimentación y el acaparamiento de la tierra
Jerónimo AGUADO MARTÍNEZ
“Por las noches, bueno, a todas horas, vemos esas máquinas jhondire trabajando uno a uno todos los campos de la comarca. Luego llegamos a los pueblos y las calles están vacías y los bares cerrados. ¿Qué pasa?”.
Comentarios como éstos los oigo desde hace unos años, cuando en verano, los hijos y nietos de los que se fueron, vuelven a pasar unos días al pueblo. Comentarios que resumen muy bien lo que aquí quiero contar: cómo, con esas cosechadoras o empacadoras enormes, lo que penetra en nuestros campos es la agroindustria y el robo de nuestro sustento.
COMO UN LAVADERO DE COCHES: ‘SERVICIO COMPLETO’
En el artículo anterior, “Concentración de tierras en España”, hemos visto cómo la concentración de tierras en pocas manos sigue creciendo en nuestro territorio. De hecho, a mi entender, se trata de un proceso que sigue la linea marcada por aquella revolución verde y por una idea engañosa de modernización que consiguió modificar nuestras agriculturas y eliminar a mucha población agraria.
Y ahora, nos encontramos en la culminación de dicho proceso, cuando en estas comarcas tan castigadas —yo les hablo desde Tierra de Campos, Palencia— está aterrizando una nueva forma de agricultura a la que podemos llamar agricultura de servicios. El desarrollo de esta modalidad ocurre cuando las empresas ofrecen a los propietarios y propietarias de la tierra el servicio de maquinaria agrícola para realizar todas y cada una de las tareas que las fincas necesitan para sacar adelante sus cultivos. Esta oferta cada vez se presenta como más innovadora y rentable, al ofrecer en el mismo paquete la gestión de la preparación de la tierra,las semillas y la siembra, los fertilizantes y el abonado, los tratamientos de plagas y enfermedades, la recolección de la cosecha e incluso la venta del producto recolectado, concluyendo todo el servicio prestado a la parte contratante con la colocación del dinero de la venta de su cosecha en la cuenta bancaria indicada al respecto. Como cuando vas a donde limpian los coches y dices “servicio completo”.
En muchos de los casos se trata de empresas creadas por personas del sector agrícola que, en su día, dimensionaron a mayores sus fincas con las tierras que fueron abandonándose. Este sector empresarial estaba dispuesto a invertir ingentes sumas de dinero para acopiar las tecnologías más avanzadas y sofisticadas del momento, realizando con muy pocas personas las tareas agrícolas que antes realizaban cientos de agricultoras y agricultores.Las consecuencias de esta innovación son nefastas para la agricultura campesina y el medio rural. Con la agricultura de servicios se consolida un modelo agroalimentario que, desde su implantación ha intentado prescindir del agricultor y la agricultora, dejando el sector primario directa o indirectamente en manos de las corporaciones del agronegocio.
Con la agricultura de servicios se consolida un modelo agroalimentario que, desde su implantación ha intentado prescindir del agricultor y la agricultora.
EMPRESAS DE SERVICIOS, AL SERVICIO DEL ACAPARAMIENTO DE TIERRAS
Pero el trabajo de este nuevo empresariado agrícola va más allá de la prestación de un mero servicio agrario. Consciente o inconscientemente, sus empresas se van especializando, acometiendo un papel fundamental para la industria del agronegocio consistente en hacer de eslabón en la cadena para cerrar el ciclo completo del control de la agricultura y de la alimentación a nivel planetario (“de la tierra al banco”), convirtiéndose en excelentes distribuidoras (sin sueldo, sin seguridad social y con todos los riesgos financieros bajo su espalda) de tecnología e inputs, a la vez que prestan el servicio de gestión agrícola que suple a las manos campesinas.
Las empresas de servicios se están convirtiendo en plataformas claves para la introducción de las semillas transgénicas, el herbicida resistente a la plaga de turno, las máquinas más innovadoras y la tecnología punta en cada momento. Todo ello ayuda a seguir dimensionando las unidades agrícolas para hacerlas más grandes, supuestamente más operativas y rentables desde un prisma meramente economicista, lo que agudiza el fenómeno de concentración de la tierra, nutriéndose del pequeño y mediano campesinado que abandona la agricultura porque no puede seguir la exigente lógica del productivismo, porque no tiene descendencia que le releve en la actividad, y también de quienes, habiéndose entregado a la causa de una agricultura moderna, han terminado en la ruina; es decir, un camino allanado para que el acaparamiento de tierras sea servido en bandeja a sociedades invisibles.
Si no queremos ver nuestros territorios agrícolas convertidos en desiertos humanos, sólo nos queda rebelarnos frente un modelo agroalimentario que en algunas regiones está a punto de conseguir el mal sueño del final del campesinado.
Hagamos nuestra la máxima de Thasúnyke Witkó, sioux oglala: Uno no vende la tierra por la que camina su pueblo.