Blanca Ruibal y David Sánchez

En el Estado español el número de cabezas de ganado no deja de crecer, pero cada vez hay menos personas dedicadas a la ganadería. La industria cárnica ha convertido la ganadería en una actividad industrial más: deslocalizada, desligada del entorno y altamente dependiente de insumos externos. La parte productora está a merced de una industria que impone los precios y modos de producción mientras que la consumidora paga un alto precio en salud y medio ambiente por adquirir carne y productos lácteos baratos.

 

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Pastor con ovejas segureñas. Foto: M.ª Carmen García

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Cabra blanca andaluza (en peligro de extinción). Foto: M.ª Carmen García

 

CONCENTRACIÓN EN LA GANADERÍA INDUSTRIAL

El Estado español está replicando un modelo de ganadería industrial originado en EE. UU., donde existe un proceso de concentración basado en fusiones e integración vertical de la industria, sin control ni regulación; una normativa ambiental laxa y mal aplicada; y unas políticas públicas que han fomentado el incremento en la escala de las explotaciones para orientarlas a los mercados internacionales en el marco de políticas de liberalización del comercio.

Este modelo, que ha erosionado las economías rurales en EE. UU. y ha eliminado a las personas ganaderas independientes, tiene un impacto devastador similar en el Estado español con la desaparición continua de granjas y fincas. Según datos del INE, entre 1999 y 2013 se perdieron en todo el Estado más de 88.000 explotaciones de vacuno, 128.000 de porcino, 161.000 de aves y 43.000 de ovino. (Ver gráfico).

El modelo de integración vertical de la industria cárnica comenzó en el Estado español en los años sesenta a partir de la industria de los piensos. Después fue desarrollado por cooperativas como Coren o Guissona, que comenzaron a operar en varios ámbitos de la cadena de producción. Empresas cárnicas como El Pozo o Valls también desarrollaron sus propios procesos de integración, pero el último impulso llegó a partir de los grandes supermercados como Carrefour, Eroski y Mercadona. En la actualidad, la mayoría de los cerdos o los pollos son controlados por la industria cárnica, los supermercados o las procesadoras mucho antes del sacrificio, ya sea porque estos actores son los propietarios de los animales o porque ya han acordado su compra. Las empresas integradas proporcionan el pienso, los animales, las normas y los estándares de producción, mientras que en las pequeñas ganaderías se cría y engorda a los animales para venderlos a un precio fijado previamente. Estos procesos se han desarrollado de distinta forma en cada sector ganadero, y están mucho más avanzados en el porcino o en el del pollo que en el vacuno u ovino.

 
   No podríamos entender gran parte de nuestro mundo actual sin el aporte de la ganadería extensiva.   
 
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[*] Censo Agrario 1999 / [**] Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas 2013

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Cada vez hay menos explotaciones y las que quedan cada vez hacinan a más animales. La media de cerdos por explotación pasó de 122 en 1999 a 467 en 2013. En el mismo periodo, la media de aves por granja pasó de 756 a 2618. La media de ejemplares de vacuno pasó de 33 a 58. En ovino, de 195 a 249. (Ver gráfico).

El modelo de ganadería industrial alteró profundamente el sistema tradicional de producción modificando el mapa ganadero tradicional. La actividad pasó de las zonas productoras tradicionales como Extremadura, Galicia o Asturias a los núcleos de la ganadería intensiva, situados cerca de las grandes ciudades: el eje Cataluña-Valencia-Aragón, el entorno de Madrid, o Murcia y Galicia, ligadas a industrias concretas. También supuso un cambio en los sistemas de producción, sustituyendo las razas autóctonas por razas especializadas, consolidando la división entre la cría y el engorde o cebo: buena parte de la cría quedó en zonas ganaderas tradicionales y el cebo se trasladó a los nuevos núcleos.

¿UN PAÍS PARA CERDOS? IMPACTOS AMBIENTALES Y SOCIALES DE LA INDUSTRIA DEL PORCINO

La industria del porcino es un buen ejemplo de los procesos antes mencionados. Supone el 37 % del total de la producción ganadera estatal, y el Estado español se ha convertido en el tercer mayor exportador mundial de porcino, solo por detrás de China y Estados Unidos. Con una cabaña de 28,3 millones de cerdos, la mayor de la UE, la producción y las exportaciones aumentan año tras año como resultado de una industria con un alto nivel de integración y con unos costes de producción muy reducidos. Pero el resultado es que esta industria se está concentrando de forma progresiva en muy pocas manos, con cada vez menos granjas y con ganaderas y ganaderos desempeñando un papel cada vez más marginal.

Mientras que la producción porcina tradicional se centraba en el suroeste peninsular en explotaciones extensivas de cerdos ibéricos ligadas a las dehesas, la producción industrial se aleja de las zonas ganaderas tradicionales y se concentra en las cercanías de los centros de consumo y de las industrias cárnicas. Así, solo seis provincias acogen a la mitad de los cerdos del país: Lleida, Huesca, Zaragoza, Murcia, Barcelona y Segovia. Y cinco provincias suponen más de la mitad de todos los cerdos sacrificados: Barcelona, Girona, Murcia, Lleida y Málaga. En Lleida hay censados casi 10 cerdos por habitante. En la comarca de La Litera, en Aragón, hay más de 40 cerdos por cada uno de sus 18.696 habitantes.

Este modelo de ganadería intensiva porcina no podría desarrollarse si la industria se hiciese responsable de los costes ambientales y sociales de su producción. La cabaña porcina produce muchos más excrementos (purines) que la población de todo el Estado. Y al concentrarse en ciertas zonas, se produce un grave problema de gestión de estos purines. Esto provoca contaminación de aguas subterráneas y ríos, muerte de peces y malos olores y problemas de salud en las poblaciones vecinas. Cataluña y Aragón concentran la mitad de los cerdos del país. En algunas comarcas de Cataluña, la contaminación por nitratos supera el límite legal en el 41 % de sus acuíferos y por este motivo 142 de los 947 municipios catalanes tienen problemas de acceso al agua potable. La Generalitat invierte más de 6 millones de euros cada año para abastecer de agua potable a la población afectada por la industria porcina. En Aragón, tan solo en 2015 se emitieron 61 incidencias oficiales relacionadas con la calidad del agua por contaminación por nitratos.

IMPACTOS EN EL SUR GLOBAL

Uno de los mayores impactos ambientales del modelo industrial tiene lugar a muchos kilómetros de estas explotaciones ganaderas. Se trata de la producción de soja para la elaboración de piensos.

El sistema ganadero industrial es altamente dependiente de las importaciones de soja para la alimentación de los animales. La harina de soja es barata y nutricionalmente muy valiosa y actualmente es el ingrediente más usado en los piensos animales. Por ejemplo, en la alimentación del ganado porcino y aviar la soja representa hasta el 72 % del aporte de nitrógeno. La mayoría se importa de Sudamérica donde gran parte de la producción es transgénica.

El cultivo de soja es uno de los principales factores de deforestación, conflictos rurales, emisión de gases de efecto invernadero y pérdida de biodiversidad. En hábitats vitales como el Amazonas y el Cerrado en Brasil, el cultivo de soja, que era totalmente inexistente, va ganando las tierras donde pastorea el ganado vacuno, también en clara expansión, desplazándolo a zonas interiores que exigen ser deforestadas. Diez millones de hectáreas de bosque se talan cada año para que Europa alimente a su ganadería industrial. Mientras tanto, las fuentes tradicionales de proteína para los animales desaparecen de nuestros campos: la superficie cultivada de alfalfa, veza, almortas, guisantes y otras muchas variedades de leguminosas ha disminuido drásticamente. Los ganaderos y las ganaderas dependen así de un mercado internacional volátil que incide de manera directa en los costes de producción y obtienen un margen de ganancia muy ajustado. En sectores como el porcino, el pienso (soja en su mayoría) supone entre el 70 y el 80 % de los costes de producción y los costes por mano de obra oscilan en torno al 2 %.

Como un círculo perverso, no es raro que los cortes de segunda categoría que en Europa no tienen mucha demanda, como las alitas de pollo, se exporten subvencionados a terceros países como Ghana, Costa de Marfil o Haití. Allí se venden a precios muy bajos, inferiores al coste de producción local (proceso conocido como dumping), lo que supone la ruina de la pequeña producción de estos países.

 

Veinte mil vacas en Soria. La granja más grande de Europa

La cooperativa agrícola navarra Valle de Odieta ha dado los primeros pasos para la instalación de una macrogranja de 20.000 vacas en Noviercas, un pueblo de 155 habitantes de la provincia de Soria. Se trataría de la explotación lechera más grande de la Unión Europea. Según COAG, Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas, la macrogranja sustituiría 432 explotaciones familiares, y destruiría 726 empleos en zonas rurales. Desde el punto de vista ambiental, resulta muy preocupante el enorme consumo de agua (entre 4 y 6,35 millones de litros de agua al día) y la generación de residuos. Esta explotación produciría unas 368.000 toneladas de excrementos al año, el equivalente a una población de unos 4,4 millones de personas. Esta cantidad equivale al doble de residuos orgánicos de toda la población de Castilla y León y casi 50 veces los generados por todos los habitantes de la provincia de Soria.

El proyecto de macrogranja está estrechamente relacionado con el salto al ámbito industrial que La Cooperativa Valle de Odieta ya intentó en 2013 con una primera planta de procesamiento de productos lácteos en Tudela, Navarra. Finalmente, la empresa replanteó el proyecto y reubicó la planta transformadora en Ólvega (Soria). La intención en aquel momento era el establecimiento de una planta de procesamiento de productos lácteos con capacidad para transformar 300.000 litros de leche cruda al día y elaborar 120.000 litros de suero concentrado, así como la construcción de una gran torre de secado para trasformar leche cruda en leche en polvo y destinarla a la exportación. Se estima que la quesería, cuya apertura estaba prevista para el primer trimestre de 2016, podría iniciar su actividad a lo largo de 2017.

El proyecto es motivo de polémica en la provincia de Soria, ya que sus defensores lo presentan como una oportunidad de desarrollo y crecimiento económico. La expansión de la industria ganadera plantea, por tanto, la necesidad de una reflexión profunda acerca del modelo de desarrollo necesario en el medio rural.

40 KILÓMETROS EN FILA INDIA

Veinte mil vacas en una única granja son 40 kilómetros de vacas en fila india. En Francia, la instalación de una granja de 1.000 vacas en el departamento de Somme al norte de París fue motivo de una gran movilización por parte de agricultores, ecologistas y otros colectivos. Los medios franceses se referían al proyecto como una «granja gigante» y la polémica obligó a posicionarse públicamente a Ségolène Royal, ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía.

En EE. UU., cuna de la ganadería industrial, la construcción de una granja de 30.000 vacas lecheras en Oregón, a orillas del río Columbia, ha provocado la movilización de colectivos en defensa del agua, la salud pública y el bienestar animal. Apuntan que se trataría de una de las granjas más grandes de Estados Unidos y denuncian los impactos en la calidad y la disponibilidad de agua y la calidad del aire.

 

LA SALUD TAMBIÉN EN RIESGO

Para mantener tantos animales hacinados en granjas industriales, se abusa de antibióticos y otros fármacos para evitar que los animales enfermen en estas condiciones insalubres. Un tercio de todos los medicamentos utilizados en ganadería en la UE en 2014 se vendió en el Estado español. La industria cárnica española utilizó tres veces más agentes antimicrobianos por tonelada producida de carne que Alemania o 10 veces más que Dinamarca, otros importantes productores europeos. El 96 % de estos medicamentos están integrados en el pienso o se venden para añadirlos directamente en el pienso o en el agua en la explotación para el tratamiento colectivo de los animales, principalmente en ganadería industrial de cerdos y pollos. Hay consenso científico sobre el riesgo que este uso «no terapéutico» de los antibióticos en la ganadería industrial plantea para la salud humana; la resistencia a antibióticos causa 25.000 muertes cada año en Europa.

LA CIUDADANÍA SE MOVILIZA

La Plataforma Loporzano SIN Ganadería Intensiva surgió en 2016 en el municipio de Loporzano, Huesca, cuando el Ayuntamiento autorizó la instalación de dos granjas de cerdos en el término municipal. Las dos granjas proyectadas tendrían 1999 cerdos cada una. La cifra, no es casual; las licencias ambientales para explotaciones que no superen los 2000 cerdos son mucho menos exigentes. La Plataforma, con centenares de miembros habitantes del municipio y apoyada por más de 20 organizaciones, considera que la desmesurada proliferación de la ganadería industrial porcina en el Alto Aragón afecta a zonas de alto valor medioambiental y mengua las opciones de desarrollo sostenible en la zona. Demandan que, al igual que en otras poblaciones como Jaca, se restrinja la instalación de granjas intensivas de porcino en el municipio. El Ayuntamiento de Loporzano otorgó licencia de actividad a los proyectos, pese a las dudas sobre su legalidad y la oposición vecinal. Actualmente, se ha paralizado la construcción de las granjas.

Encontramos otro ejemplo de movilización en la comarca catalana de Osona, uno de los centros neurálgicos del avance de la ganadería industrial de porcino. Con más de un millón de cerdos en la comarca, el Grup de Defensa del Ter denuncia el impacto de esta industria en una comarca donde el agua de la mitad de las fuentes está contaminada de nitratos por encima del límite legal y no es apta para consumo humano. Dos décadas de trabajo de denuncia frente a las instituciones y movilizaciones para denunciar la expansión de esta industria convierten a la cuenca del Ter en uno de los principales focos de resistencia contra el modelo de ganadería industrial.

Estos ejemplos de movilización demuestran que la sociedad civil, a través de la denuncia, las propuestas y el cambio de hábitos de consumo puede establecer los límites a la ganadería industrial. La apuesta por otro modelo de producción que plantea la soberanía alimentaria implica abordar la ganadería desde la disponibilidad de tierras, con una buena gestión de los pastos y otros bienes comunes y la recuperación de los mataderos e industrias de transformación, hasta la necesidad de implicar a más personas jóvenes en la actividad.

Blanca Ruibal, Amigos de la Tierra
David Sánchez, Food & Water Watch Europe

  PARA SABER MÁS

   Food & Water Europe, Amigos de la Tierra, CECU y Veterinarios sin Fronteras, «¿Un país para cerdos?» 22 marzo 2017. Disponible en línea

   Grup de Defensa del Ter. www.gdter.org

   Plataforma Loporzano SIN ganadería intensiva. Facebook

   COAG, «Noviercas: la granja de las 20.000 vacas». Disponible en línea

 


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