Manel EPICUR
La facilitación de grupos, una herramienta para proyectos colectivos
El asamblearismo o la democracia directa se presentan frecuentemente como modelos de organización en esencia diferentes a los modelos presentes en nuestra sociedad. Con unos ideales de horizontalidad y de igualdad, incontables personas se han sentado alrededor de una mesa, junto a unos sembrados, o en un mercado para hacer las cosas de forma diferente. Son muchos los ejemplos que nos vienen a la cabeza de proyectos agrícolas, de soberanía alimentaria, de vida en el mundo rural, de cooperativismo que, lamentablemente, acaban repitiendo dinámicas no tan diferentes de aquellas de las que se pretende distanciarse.
¿Y SI LO PEQUEÑO CONTIENE A LO MÁS GRANDE?
El concepto de democracia, tan utilizado desde hace tanto tiempo, parece motivar muchas iniciativas sociales que, insatisfechas y críticas con la forma de gobernar de las instituciones oficiales, se deciden a llevar adelante sus proyectos de manera más o menos autónoma. El “poder del pueblo” comúnmente se relaciona con la participación directa de las personas afectadas en la toma de decisiones. Acercando de esta manera el poder a las bases, se pretende que el resultado sea diferente al que estamos acostumbrados a ver cuando las decisiones se toman de manera más jerárquica o vertical, pero ¿lo conseguimos?
Parece ser que hay algo dentro de nosotras, quizás nuestra perspectiva vital, quizás el cúmulo de nuestro condicionamiento cultural y educacional, que nos lleva, de manera más o menos inconsciente, a reproducir esquemas muy parecidos a aquellos que criticamos. En este sentido, da la impresión de que tenemos la tendencia a hacer dos bandos, a dibujar una línea que separa al bando “bueno” del bando “malo”, y a creernos que nuestras posturas y acciones son las correctas, las “buenas”, en oposición a las de las personas o grupos identificados como “malos”.
Este modelo de pensamiento dualista en el que hemos crecido esta fundamentado en la oposición de los opuestos, en el enfrentamiento de una de las caras de la moneda con la otra, dejando de lado la perspectiva de la unidad, aquella que ve los aparentes contrarios como complementarios, y que entiende que no hay noche sin día. Así, posicionándonos rígidamente en cualquiera de los dos extremos, siempre percibimos personas enemigas, amenazas, y sufrimos ante la posibilidad del enfrentamiento con ese otro lado, con esa parte definida como opuesta, pero que aunque no la veamos, también forma parte de nosotras.
Para transformar, para construir soberanía alimentaria, hemos de romper también con aquella educación que nos llevó al enfrentamiento, en lugar de al diálogo.
DEL DICHO AL HECHO… ¿CÓMO LO HACEMOS?
Como complemento al modelo de pensamiento dualista en el que estamos acostumbrados a funcionar, existe desde hace milenios otra perspectiva para afrontar la “realidad”. Sobre todo ligada a las filosofías orientales, pero también presente en la Grecia del periodo helenístico, y en otras tradiciones mediterráneas, la perspectiva unitaria, o no-dual, postula que, en cada uno de los aspectos de la existencia, los dos aparentes polos opuestos están presentes, en proporción variable y fluctuante. Visto así, no tiene sentido excluir y discriminar uno de los extremos en detrimento de su aparente opuesto, ya que los dos están presentes siempre, sean o no visibles en este momento, y más que luchar para exterminarse, lo que hacen es combinarse con armonía para generar toda la diversidad existente, como la sucesión de la noche y el día, o el paso de las estaciones, hacen con la Madre Tierra.
Si enfocamos la “realidad” desde esta perspectiva, si tomamos consciencia de que en todas y cada una de nosotras están presentes todas las características de la humanidad, si vemos a la persona aparentemente diferente que tenemos delante como un espejo que nos muestra una parte de nosotras que estaba oculta, entonces podemos acercarnos a todas las posturas, a todas las perspectivas, con el ánimo de aprender, con la mente abierta, y con la intención de construir riqueza desde la diversidad, en lugar de combatir por instaurar la hegemonía de nuestra polaridad.
CAMINO SE HACE AL ANDAR
Creemos firmemente que es posible transformar nuestra perspectiva de la “realidad”, simplemente transformando nuestra actitud hacia las circunstancias, nuestra interpretación de lo que sucede. No estamos encadenadas a una única manera de contemplar la existencia, sino que podemos modificar nuestra perspectiva en la dirección que queramos. De hecho, ya hacemos esto continuamente de forma inconsciente, sin darnos cuenta.
Por ello, para que nuestra perspectiva vital no sea el resultado casual de las circunstancias que nos envuelven, es necesario tomar consciencia de cómo esta ha llegado a ser la que es, de cómo nuestros condicionamientos y experiencias determinan nuestras reacciones, para poder así transformar nuestra visión de la “realidad”, y ajustarla, si así lo deseamos, a una posición desde la que el enfrentamiento y el conflicto con nuestro contexto se reduzca. Si cambiamos nuestra actitud ante las circunstancias, sin necesidad de que estas cambien, nuestra vida cambiará, porque es nuestra interpretación la que convierte los hechos en bendiciones o maldiciones.
Cuando nos reunimos con otras personas para realizar cualquier proyecto colectivo, las dinámicas grupales que se generan son un excelente ejemplo de micro-sociedades, donde los roles y las rutinas sociales presentes a gran escala se pueden visualizar más fácilmente. Son oportunidades excelentes para conocernos mejor, como individuos y como especie, y también para realizar un trabajo que es a la vez interior y exterior, ya que con la comprensión y con la aceptación de lo que somos, nuestro comportamiento grupal se ve beneficiado.
Y es aquí donde aparece la facilitación de grupos como herramienta orientada a enfocar, a poner la atención, en la comprensión de los procesos grupales, para aportar esta perspectiva más amplia que necesitamos para relacionarnos teniendo presente la Unidad que hay detrás de todo lo que existe (por muy diferentes que parezcan entre sí las manifestaciones de la Vida). A través de la observación y la toma de consciencia de los roles presentes en un grupo, de las diferencias de rango entre sus miembros, de cómo y quién gestiona el poder, de cómo es la comunicación, de cómo se gestionan los conflictos, o de cómo se toman las decisiones, el conjunto de técnicas y conocimientos que aporta la facilitación de grupos permite aprovechar la diversidad para crear comunidad, para fortalecer lazos, para generar sinergias, en lugar de dejar que las diferencias se conviertan en el combustible que incendia las relaciones humanas.
Y ES LA PRÁCTICA LA QUE HACE LA MAESTRÍA
Este es el trabajo que estamos realizando actualmente con cinco grupos que trabajan por la agroecología y la Soberanía Alimentaria cerca de Valencia. Desde grupos de consumo, pasando por los miembros de una asamblea que gestiona unos huertos comunitarios en un centro social okupado, hasta un grupo de productores y consumidores que forman parte de un Sistema Participativo de Garantía, un total de unas sesenta personas han decidido que es importante encontrar el tiempo para reunirse e integrar la perspectiva y las técnicas de la facilitación a su funcionamiento. No es necesario que un colectivo se encuentre en una situación crítica para acercarse a esta forma de entender las relaciones, de la misma manera que no necesitamos estar ahogándonos para plantearnos aprender a nadar.
A través de juegos, de dinámicas vivenciales, de formas diferentes de debatir y extraer la sabiduría colectiva, estamos aprendiendo a flexibilizar nuestra identificación con el personaje que nos hemos creído que somos, estamos aprendiendo a escuchar a quien opina, siente y se expresa diferente a nosotras, estamos abriéndonos a la posibilidad de construir una visión, un discurso y una práctica colectiva que esté formada por la suma de todas las voces, y no solo por las voces ganadoras. Durante cinco meses vamos a experimentar qué sucede si nos escuchamos a nosotras mismas y aprendemos a escuchar a las demás con el corazón abierto, qué sucede si dejamos de usar nuestro poder personal para el beneficio individual y lo ponemos al servicio de la comunidad, qué sucede si nuestra forma de reunirnos y de tomar decisiones ya no son fruto de la inconsciencia disfrazada de “casualidad”, sino que elegimos, de entre todas las posibilidades que existen, aquellas que mejor se adecuan a cada situación, a cada contexto.
Este es el trabajo que estamos llevando a cabo, con mucha ilusión, convencidas de que no hay nada más poderoso que la voluntad de crecer, dispuestas a evolucionar y reinventarnos, conscientes de nuestra capacidad de transformación de nosotras mismas y, consecuentemente, de la “realidad” que habitamos.
Quizás ha llegado el momento de aprender a vernos de otra manera, aprender a relacionarnos partiendo de la base de que no existe “mi interés” y “tu interés”, “nuestro interés” y “vuestro interés”, porque todos los seres, humanos y no humanos, que compartimos esta hermosa nave que es nuestro planeta, tenemos aún la oportunidad de aprender (o recordar) a llevarnos bien, de cuidarnos mutuamente entre todas las formas de Vida, y así, crear una nueva (o vieja) forma de existir, donde el respeto a la diferencia y la riqueza de la diversidad sean nuestros mayores bienes, y sean de todas y para todas. Y quizás, en este camino, la facilitación de grupos nos pueda ayudar. Así lo espero. ¡GRACIAS!
Aportes al debate desde el consejo editor
En este artículo se hace referencia a que, para conseguir transformar la realidad, es importante cambiar nuestras actitudes e interpretaciones, que sean más abiertas y positivas. Se trata de un punto de vista interesante, sin embargo, nos parece que para transformar esa realidad es fundamental no perder de vista el origen patriarcal de ese dualismo del que se habla, que caracteriza nuestro pensamiento, basándolo en la oposición y jerarquización de los opuestos. Es indispensable un cambio en las relaciones de poder, un trabajo que viene realizándose desde hace años por los feminismos y que hay que integrar urgentemente en la facilitación de grupos. Sin formación en género, si no incorporamos esa visión que percibe los enormes sesgos de género presentes en nuestra sociedad, no conseguiremos una verdadera transformación de la realidad, y mucho menos de nuestro grupo ni de nuestro pensamiento.
Ingeniero de Montes y Catalizador del Proyecto Actitud Consciente, se ocupa actualmente de desarrollar un doctorado de investigación sobre la facilitación de grupos en el movimiento agroecológico.
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Facebook: Manel Epicur
PARA SABER MÁS
Escorihuela, J.L. (2008), Camino se hace al andar. Del individuo Moderno a la Comunidad Sostenible. Manual para transicioneros, Ed. Nous, Córdoba.
Krishnamurti, J. (2013), La libertad primera y última, Ed. Kairós, Barcelona.
Mindell, A. (2011), Sentados en el fuego, Ed. Icaria, Barcelona.
Instituto de Facilitación y cambio: www.facilitacion.org
Herramientas para la empatía: www.herramientasempatia.org